La población La Victoria, en Pedro Aguirre Cerda, cumplió 60 años marcados por la lucha contra la miseria, la resistencia a la Dictadura y la organización social.
Elsa Mira, llegó la noche del 30 de octubre de 1957 a los terrenos de la chacra La Feria, con dos niños y embarazada de 7 meses, sola.
Su esposo creía que era una pérdida de tiempo irse para allá, que los Carabineros los iban a sacar, que no iba a terminar en nada. Él llegó tres días después, cuando le creyó que sí valía la pena el esfuerzo. Se encargó de hacer adobe para construir una casa durante el día y resistir en la noche la represión policial, como todos los otros hombres de la toma. Las mujeres se encargaban de organizar a los pobladores.
A pesar de venir de La Legua donde vivían de allegados, Elsa y su familia fueron una de las 1.200 familias que llegaron a tomarse un espacio privado para ganárselo, muchas provenientes del “Cordón de la Miseria” en el Zanjón de la Aguada, en lo que sería considerada por muchos la primera toma de terrenos organizada de Chile y Latinoamérica.
La presencia del Partido Comunista fue vital para los constitución de la toma. Después de tantas promesas para erradicar las poblaciones callampa en las que vivían más de 35 mil familias de el “Cordón de la Miseria”, el partido ayudó a los pobladores a planificar los movimientos a seguir. Dos incendios en el Zanjón adelantaron la toma, que ya se veía venir hace tiempo, luego de que más de 1.000 personas quedaron damnificadas.
Muchas de esas fueron las que terminaron en la chacra La Feria.
El PC hizo el trazado de calles, que era un plano de damero, y ahí pusieron donde iba a estar la junta de vecinos, el policlínico, la escuela y la iglesia. Debido a que la voz se corrió rápido y cada vez había más y más gente, donde debían haber plazas se prefirió construir casas.
Los terrenos, que años después de la toma se repartieron, son de 8 metros de ancho por 16 de largo y al principio no eran construcciones sólidas, sino que se construyó con adobe y/o madera. Las construcciones comenzaron a cambiar después del terremoto de 1985, y cada uno tenía que hacerse cargo de diseñarla y hacerla como quisiera, por eso todas las 400 casas casas son distintas y están distribuidas de manera distinta.
La influencia comunista en La Victoria es tan potente que es el único partido con una sede en la población y las calles, aunque no todas, están bautizadas con los nombres de próceres e hitos relacionados a la lucha social, como “Carlos Marx”, “Galo González”, “Mártires de Chicago” y “La Coruña”, entre otras.
Viviendo 60 años en La Victoria
Raquel Troncoso (87) partió a Santiago con tres hijos y embarazada de un cuarto a vivir a La Victoria. Su hermano Pedro Troncoso llegó el mismo 30 de octubre a tomarse dos terrenos, uno para ella y su familia y otro para él.
Hoy son más de 400 los fundadores que quedan vivos, entre esos están Raquel y la abuela de Stephanie, quienes fueron galardonados por la Junta de Vecinos de La Victoria para las celebraciones de los 60 años de la Toma.
Pero esas historias no las recuerda ella por completo, sino que son reconstruidas por su hija Sofía Ortega (64), quien llegó a los cuatro años junto con su madre y hermanos a asentarse allá.
“Aquí vivimos toda la miseria. Íbamos a buscar agua en los baldes en toda la esquina que es la avenida La Feria o al estadio. Yo acompañaba a mi mamá allá porque era la más grande. Otra gente que vivía más al lado de la Villa Sur iba a buscar agua a las casas, pero era impedida por la policía”
Sofía repasa con facilidad momentos clave, como cuanto tuvieron pozos negros, cinco años después de la Toma de La Victoria, la construcción de la iglesia con adobes donados por cada poblador o la pavimentación de calles que se realizó en Dictadura.
Pero también se sabe de memoria como todo empezó: “Aquí vivimos toda la miseria. Íbamos a buscar agua en los baldes en toda la esquina que es la avenida La Feria o al estadio. Yo acompañaba a mi mamá allá porque era la más grande. Otra gente que vivía más al lado de la Villa Sur iba a buscar agua a las casas, pero era impedida por la policía”.
La señora Raquel quedó viuda por primera vez a los tres años de llegar a vivir a La Victoria, cuando encontraron a su marido muerto en la línea del tren el año 60. Antes de eso, habían logrado levantar una casa de adobe con fonola, aunque como recuerda Sofía, “se goteaba sola, porque mi papá no tenía idea de hacer casas”. Raquel tuvo que salir a trabajar y sus hijos de quedaban a cargo de Sofía.
Cuando su mamá se volvió a casar, con su marido comenzaron a construir de a poco la casa en la que viven hoy, y donde también nacieron sus tres hijos menores, de siete que tuvo. Uno, del que estaba embarazada cuando llegó, se murió de tres meses por la epidemia que azotó a la población durante los primeros meses, donde murieron niños y adultos mayores.
A pesar de que vivió sus primeros años en La Victoria, decidió irse de la población para trabajar como asesora del hogar, tanto puertas adentro como afuera, pero jubiló hace un año. Después de toda una vida fuera, decidió volver a cuidar a su madre.
Igual que como empezaron acá.
-Claro, después de mucho tiempo.
Nada por caridad
A pesar de que no fue testigo presencial de las primeras décadas, Stephanie se sabe completa la historia de su población y como pasaron las cosas.
Sabe que La Victoria fue uno de los focos de conflicto durante el golpe de Estado de 1973 y los años consiguientes en Dictadura. “Era un foco de conflicto en Dictadura porque todos eran comunistas, militantes de otros partidos como el MIR o Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Si buscabas gente de izquierda, tenías que matar a toda la población”, dijo.
Sofía recuerda uno de estos hechos. A pesar de que nunca su familia estuvo metida en política ni milita en ningún partido, una de esas noches de toque de queda entraron a la población a llevarse a todos los mayores de 18 años a una plaza para interrogarlos, a pesar de que su padrastro ya era un hombre de avanzada edad. Su madre, la interrumpe un segundo.
-Ellos creían que estábamos armados.
Durante la crisis económica de 1982, La Victoria fue una de las poblaciones que más salió a la calle. “Mucha gente quedó sin trabajo porque cerraron las fábricas y que aquí no era que solo estaban en contra de la Dictadura, se estaban cagando de hambre. Cuando no hay comida empiezan las ollas comunes, donde los hombres iban a buscar comida a La Vega, en Lo Valledor, y hacían ollas comunes en cada sitio. Cuando estay cagado de hambre te da lo mismo que te maten, y las mujeres que estaban a cargo de las ollas eran super choras”, cuenta Stephanie Peñaloza, periodista e historiadora (27).
Pierre Dubois y André Jarlan, los curas de la población iban a la cabeza de las marchas.
En una de esas protestas nacionales es cuando matan a André. Carabineros se metió por la calle 30 de octubre tirando balazos al aire y uno de esos impactó en su casa, en el segundo piso de madera. Le llegó un balazo en la nuca y cayó encima de su Biblia.
Ese momento marcó a toda la población, que salió a la calle con el ataúd de André desde La Victoria hasta la Catedral de Santiago caminando, que habían comenzado como un gran núcleo de lucha por demandas sociales y se empezó a fragmentar en Dictadura, cuando la delincuencia y la droga ingresaron con fuerza. El ethos de lucha de La Victoria siempre fue “Nada por caridad, todo mediante nuestro propio esfuerzo”, referente de la autoconstrucción de su población y del autogobierno que lograron a nivel organizacional, que fue siempre apoyado por su iglesia y el PC.
Así lo reafirma Stephanie:”La visión de la Iglesia de La Victoria no es católica como uno conoce, aquí se practica la teoría de la liberación. Aquí era todo comunitario, Jesús es distinto para mí que para mucha gente. No es caridad, es solidaridad”.