Por Isaac Ríos Oróstegui / foto portada Dave Photography
En pleno 2018, año de revolución y movilizaciones feministas en Chile, una joven oriunda de Valparaíso se coronaba como la primera campeona femenina de CNL (Campeonato Nacional de Lucha), la empresa más grande y masiva de lucha libre chilena.
No fue su primer título como luchadora, pero sí el más significativo. La creación del campeonato femenino respondió a la presión de los fans, a la contingencia general y al panorama en la WWE -la empresa sinónimo de lucha libre para la mayoría de las personas-, que dio paso a su llamada “revolución femenina”.
Alexandra lo sabe bien. Personal Trainer de profesión, hija única de madre soltera, playanchina y luchadora -en el amplio espectro de la palabra- por vocación. Es apodada como “la Diosa guerrera” y ha sido testigo y partícipe del crecimiento de la lucha libre en Chile, particularmente de la lucha libre femenina.
Sabe que la WWE es lo que uno asocia cuando le hablan de lucha libre, sabe las bromas que se generan cuando alguien dice que gusta o practica lucha libre, conoce de primera fuente las vicisitudes del ser mujer en Chile, de ser mujer en el mundo de las luchas.
Luchar como regla general
“Cuando yo partí era súper machista. Creo que ahora estamos en un apogeo en la lucha femenina, con eso de que fue Zatara a la WWE, en verdad estamos teniendo más espacio ahora que en la WWE igual creció el tema de la lucha femenina, eso fue un efecto rebote, aunque estemos en Chile, fue un efecto rebote súper grande para todos lados.”
En agosto cumplirá 8 años como luchadora. Sus inicios se remontan a una pequeña academia en Quilpué mientras aún era una adolescente, cuando el machismo imperaba sin mayor contrapeso.
“Partí a los 16, imagínate. Recuerdo que me habló un loco como de 24 años… con la maldad. Me habló así como que me quería llevar y después pasar a otro lado, y yo tenía 16 años, ¿cachai? Cáchate poh, o sea, yo era una niña y ese loco me quería llevar por otros temas. A él no lo volví a ver, no tiene nada que ver con la lucha ahora, y cuando lo vi con cuea sabía hacerse una voltereta”
“Tuve muchos problemas porque decían que yo era la regalona de todos, pero no veían que yo llegaba 3 horas antes porque las cosas no me salían. Pero después me decían que yo era la regalona, que me llevaban pa allá por esto, por esto otro y que a mí me permitían todo, y en verdad yo decía: “no, pero en verdad yo me he sacado la cresta, en verdad me ha costado”. Entonces, sí es machista po. Y mis compañeros decían: no, si a ella le dan todo porque es mina. Y no po, no es así, no era así”, cuenta Alexandra sobre sus inicios.
O sea, igual harto prejuicio a fin de cuentas. Independiente de que tú partiste en un nivel muy inicial.
Puta… sí, o sea, ahora ya con los compañeros que tuve problemas tengo una relación cordial y todo, pero en el momento me afectaba más, ahora me da lo mismo que hablen, pero en el momento era una niña po, me afectaba. Ahora me da lo mismo.
Para Alexandra llegar a luchar fue una sucesión de situaciones y momentos en donde se fue enamorando de la disciplina. No sólo era quedar impresionada con las destrezas y movimientos de luchadoras y luchadores, sino que era una compañía, una salida, un mundo de posibilidades.
Todo comenzó a los 6 años, cuando jugaba con sus primos que veían la WWF en la Red:
“Yo me quedaba con ellos (en cerro Barón) porque mi abuela estaba enferma. Pasó el tiempo y después ella falleció y me dejé de quedar con ellos, dejé de tener los juegos de lucha y todo eso. Y los sábados y domingos eran súper tediosos porque ya no viajaba a verlos a ellos ni a mi abuela, para mí era fome quedarme en mi casa. Yo soy hija de mamá soltera, entonces ella me tenía que dejar sola los fines de semana, no había otra opción, no habían lucas tampoco. Un día haciendo zaping en los únicos 4 canales que tenía, porque no tenía cable tampoco, vi las luchas y dije: “Esta es la hueá menos fome que están dando (risas). A los 10 minutos me hice fanática. Las vería y sentía que estaba ahí y no estaba sola. Aunque estaba desfasada la transmisión, no me importaba, yo sentía que estaba ahí acompañada de miles de persona”.
¿A tu mamá no le gustaba la idea de que tú fueras luchadora?
Al principio no le dije que iba a hacer lucha, le dije que iba a hacer Taekwandoo.
Porque tú no sabís lo golpeada que llegué las primeras dos semanas. Yo era puros rasmillones, llegaba así como si me hubieran pateado en el piso, porque no sabía hacer las cosas. Entonces llegaba toda moreteada, toda rasmillada. No… mal. No me podía mover, era brígido.
Entonces tenías que decirle que estabas haciendo otra disciplina…
Sí, yo creo que lo veía venir porque nunca oculté la lucha, yo estaba enamorada de John Cena y todo. Cuando lo supo me dijo: “Te voy a tener que comprar un traje porque eso hacen y se disfrazan y la hueá (risas), eso me dijo. Pero nunca me lo prohibió. Se burló, pero no me lo prohibió”.
¿Tú crees que lo miró en menos en un principio o fue como una idea de desconocimiento?
O sea… piensa como lo miran los papás po, todos quieren ser doctores o abogados, mi hija quiere ser luchadora, (risas) nooo… cero orgullo contar eso po, cachai. Mi hija quiere llegar a WWE, quién… todos lo veían tan lejano cuando yo tenia 16. Ahora no te digo que sea fácil, pero es mucho más accesible.
¿Qué es ser luchadora para ti en este momento? Considerando todo el contexto, la larga narrativa que te ha llevado a ser la luchadora que eres ahora.
“Pucha, es difícil, yo ahora miro mi círculo y todo tiene que ver con la lucha, y es súper loco, porque no me siento una persona llena de amigos, pero todo lo que soy ahora, todo lo que tengo, todo lo que he llegado a ser es exclusivamente por las luchas, porque estudié personal trainer y no afectó mi vida, no. Pero la lucha es todo. Todas mis decisiones, las buenas y las malas, las buenas y malas personas que he conocido, las buenas y malas lecciones que he tenido están dadas de la mano con las luchas. Y a veces digo: oh, que me he mandado cagás, o qué mal que he tenido gente tan mala tanto tiempo a mi lado, o qué bacán que esa gente mala quizás me haya unido a gente tan buena, ¿cachai? Es brígido. Porque si lo pongo en una balanza te juro que no cambiaría nada, pero a veces me pregunto qué tan distinta sería mi vida, porque todas, todas mis decisiones han sido por la lucha, desde los 16 años que estudié personal trainer porque quería cultivar mi cuerpo pa ser una buena luchadora.
Entonces esa decisión iba en vista de eso.
Todo, todo. Todas las decisiones que he tomado en mi vida, inclusive las del corazón, han sido por las luchas. Es brígido.
Siempre lucha libre, nunca libre de lucha
La lucha libre chilena lleva varios años de crecimiento, y junto con eso, los centros de entrenamiento y la calidad de luchadores y luchadoras. Apoyados por la masividad que se logra por redes sociales, la llegada de los programas de WWE a Fox Sports en Latinoamérica, la participación de dos chilenos en la misma empresa: Alejandro Sáez “XL”, y Zatara “La Cabrona”, en la segunda edición del torneo femenino “Mae Young” (ambos transmitidos por la plataforma de streaming WWE Network), y algunas personalidades locales que se han aventurado a participar en esta disciplina. Ariel Levy fue hasta hace poco campeón de CNL, Perfecto Bundy también lo fue, coronándose cuando participaba en Master Chef en Canal 13, Gonzalo Egas tuvo un cameo en un evento de Wrestling Superstar, DJ Black tendrá una lucha en Legión Lucha Libre, Roma -luchadora nacional- participa activamente del programa Fox Players…
Alexandra ha sido parte y ha vivido desde adentro este fenómeno de masividad y crecimiento. Conoce las técnicas para hacerse odiar y querer en el ring, pero fuera de él, se sigue sorprendiendo del alcance de su personaje:
“Un día un loco me respondió una historia y le respondí de vuelta, me dijo: es que yo nunca pensé que me ibas a escribir de vuelta. Brígido, uno no lo dimensiona. He visto cosas, o sea, cuando te dai cuenta que tocai vidas es como raro. A veces te llegan mensajes en el instagram, por ejemplo, siempre cuento esta hueá, una vez un papá me dijo que haga un video diciéndole a su hija que por favor se comiera toda la comida porque ella no se la comía, entonces te dai cuenta que sí tocai vidas po, cachai. Aunque sea una o dos ya estai tocando vidas”.
¿Cómo es esa dualidad de saber que estás tocando vidas y que a la vez estamos en un café, en una ciudad grande donde la gente camina al lado nuestro y no sabe que está al lado de una campeona nacional?
Es que en todo caso a mí me pasa que estoy en mi día a día, pero cuando estoy allá, es distinto. Como que me sé más valiosa por decirlo de alguna forma. Aquí, por ejemplo yo puedo estar acá y leer un comentario que diga Alexandra vale callampa, y nooo hueón, qué dolor (risas), pero cuando estoy allá y me dicen Alexandra vale callampa… ¡y qué, a ver qué! (risas), ¿cachai? Yo considero que somos personas distintas, siempre digo lo mismo. Porque la gente que me conoce en mi día a día, si me fuera a ver diría: ¿quién eras? Porque yo sé que saco otra parte de mí. Es cuático, porque a veces no me doy cuenta que a veces estoy haciendo cosas en el ring y digo: hueón no puedo creer que yo haya hecho eso, no lo puedo creer hueón.
¿Cómo sientes tú que te vas alimentando de la energía que se da en vivo en las luchas?
Oh, me alimenta y me la quita. Porque hay días muy buenos y hay días muy, muy malos. Muy muy malos, pésimo. Cuando las cosas no salen como querís, yo me puedo torturar una semana, yo puedo estar una semana diciendo: no sirvo pa esto. Me torturo, me torturo y no puedo dormir (risas). Y cuando tengo una lucha buena me quiero levantar al otro día a las 6 de la mañana a correr, a comer clara de huevo (risas). Te transforma mucho pa bien y pa mal. Porque igual caigo en un hoyo depresivo cuando las hueás no me salen. O caigo en una nube de felicidad cuando sí.
La lucha libre es una disciplina que es vista constantemente desde la sátira, el menosprecio, la burla y un alto grado de desconocimiento. Es difícil de definirla y difícil de entender para una persona externa cuando uno expresa su gusto por ella. Su amor por ella. Es difícil pasar por alto una pasión, y Alexandra convive con ambos mundos.
¿Cómo explicarías tú a una persona que no ve lucha libre lo que es la lucha libre?
La gente suele mirar la lucha libre en menos, porque al tiro dicen: “¿MMA?” “No, lucha libre como la WWE”. “Ah, pero eso es teatro”. No, yo entreno en un Dojo, o sea, yo invito a que vean cómo es un entrenamiento de Dojo, porque yo llevo 8 años. 8 años entrenando en lucha y hasta el día de hoy yo salgo destrozada de cada entrenamiento. Todos los días después de un entrenamiento despierto molida, con moretones. Todo deporte, toda disciplina, todo lo que involucre pasión, tiene un sacrificio. Entonces, pa mí la gente que lo mira en menos es alguien que no tiene una pasión. Y a mí me dan pena. Porque yo encuentro que cuando uno tiene una pasión, respeta a los demás. Y cuando uno está tan vacío que no la tiene, disminuye al resto. Así lo veo yo al menos. Para mí explicar la lucha libre es decir que lo tiene todo hueón, lo tiene todo. No es solo algo físico, porque yo me puedo agarrar a combos y ya, pero ¿qué trasciende? Las personas van una vez porque quieren ver lo que tú hacís en el ring, pero van dos veces porque quieren ver la personalidad, porque quieren ver el show, porque quieren ver qué vamos a contar, cachai? (…) Por eso pa mí la lucha es todo, no es algo sólo físico. Para mí es el complemento perfecto. Tiene todo lo que me gusta.
Fight like a girl
La lucha libre es otra disciplina que ha sido colonizada por lo masculino. El largo proceso de reivindicación y visibilización de la lucha libre femenina ha sido arduo, complejo, oscuro. Desde la mirada hipersexualizada hacia las luchadoras, historias secundarias o puestos de ostracismo en los shows de luchas. Hasta hace poco (2016) en WWE se seguían llamando “Divas” a las luchadoras, mientras los hombres eran considerados como superestrellas.
El panorama es diferente ahora, pero ha sido fruto de esfuerzo colectivo, tanto en el mundo de las luchas como en los movimientos sociales, en Chile y el mundo.
¿Tú podrías asociar tú práctica en particular -la lucha libre femenina- con el feminismo en la actualidad y las luchas sociales que se están llevando?
Sí, totalmente. Ha ido creciendo como el poder femenino y la lucha libre femenina. Es como raro explicarlo, porque en verdad suena muy cliché. Pero sí. O sea, hemos demostrado en verdad el empoderamiento, hemos demostrado de verdad nuestras capacidades. La mejor manera de verlo es que antes la lucha libre femenina era la lucha de relleno y ahora ya no es así. La lucha femenina es una de las luchas más esperadas. Cuático. Porque en verdad nos hemos sacado la chucha. Para que sea más que un estereotipo, porque ahora en verdad se trata de talento, y no me vai a ver a mí, independiente de la ropa que uso para luchar, tu objetivo no es irme a ver porque lucho casi en traje de baño, tu objetivo es irme a ver porque la lucha va a ser buena.
Entonces igual se han alimentado de esa fuerza general.
No nos da miedo nada ya. No nos da miedo ni lo que vayan a decir de nosotras después de un show o lo que nos digan antes por las redes sociales. Estamos seguras de lo que somos. Yo… todo lo que tengo es lucha, suena súper mamón, obvio que tengo una familia que me quiere, amigos… pero la lucha es lo que más quiero en mi vida. Y si no puedo luchar, si no pudiera luchar ahora en verdad no tendría ningún sentido. Si no tuviera la capacidad de luchar tendría una vida muy vacía. Así que doy gracias de tenerla po. Y doy las gracias de haber encontrado lo que amo, porque hay gente que se pasea toda su vida buscándolo. La lucha pa mí es el amor de mi vida. Súper cliché hueón, lo sé. Pero la lucha a mi me lo ha dado y me LO ha quitado todo. Y así es el amor. Pero así te llena.
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