El jueves pasado el podcast chileno Weona que creici emitió su último episodio de la temporada, cerrando un ciclo de oro. Un año que para el guionista Fernando Castillo ha sido el de recoger los frutos de su trabajo. Con este producto, en el que hablan de sus sentimientos y hasta de lavados anales, han cruzado fronteras culturales, llevando el lenguaje queer a personas de todas las edades y lugares (incluso a los heterosexuales). Hablamos de Grindr, de la fama y de la construcción de la identidad, un ejercicio que nunca termina. 

“No le tengo miedo al ridículo. Es que uno perdió todas esas vergüenzas siendo maricona. Ya pasamos por todo, estando en un lugar medio penca dentro de la sociedad, ¿qué más abajo puedo caer?”, dice el guionista Fernando Castillo, más conocido en el mundo del Instagram como No estoy creici, cuando habla sobre su podcast.

En el último capítulo de esta temporada, María Fernando habló de haberse encontrado una cana en la ingle. Con ese hecho, como punto de partida, empezó a hablar de las consecuencias de llegar a los 30.  Él es una especie de Carrie Bradshaw millennial en el mundo de los podcasts. Guardando las proporciones eso sí: se mueve en bicicleta, viene de provincia y ha tenido que ir aprendiendo sobre él mismo, no sobre unos Prada, pero sí sobre zapatillas de lona. Y por supuesto, con mucha vulgaridad. Lo que sería la clave del éxito de su programa, uno de los más escuchados en Chile. 

“Una vez nos dijeron como insulto que éramos una suerte de Morandé con Compañía, pero para maricones. Y quizás sí, y eso no está mal, porque ese ‘pero’ hace un montón de diferencia, en el fondo estás haciéndole un contrapeso al poder, a lo hegemónico”, cuenta el guionista. “Hay una idea que proviene de -esto lo dice Kant, no sé dónde- estar en un refugio mientras afuera llueve. Creo que el humor en Chile solía hacer eso mucho, que se reía de los que se estaban mojando, mientras ellos tenían techo.  Ahora es como ‘riámonos todas que estamos bajo la lluvia’”.

¿Y qué te pasa con la comedia hoy?

“Yo no me considero comediante eso sí, pero hay una disociación en Chile: O dices algo o eres un payaso, como si no pudieras ser payaso y decir algo. La comedia siempre ha sido vista como ese género menor. El podcast renuncia a ese miedo y vulgariza un montón de cosas y las pone a disposición del resto. Si al final, lo vulgar es corriente, es algo con lo que uno convive, que uno conoce. Y quizá esa es la clave para que nos escuchen personas tan diferentes, incluso heteros”.

¿Cómo se cruza esa frontera de hacer un producto conducido por dos hombres gay, pero que está dentro del top 5 de lo más escuchado en Chile?

“Porque nos vinculamos con la audiencia con los pantalones abajo. Nadie está por sobre nadie. Somos los primeros en ridiculizarnos. Dentro del propio movimiento queer a menudo se habla en una jerigonza rara para el resto. Y no todas las personas han tenido la oportunidad de hacer diplomados de género, ni leer, ni entender a la Judith Butler. Y eso requiere un privilegio previo, muy solemne. Vulgarizar esa información y dejarla al alcance de todo el mundo es lo que hay que hacer. La vida es muy ordinaria. Es importante hablar en vulgar, porque la gente en la calle sabe mucho, primero pasa en el mundo real y después llega a la academia y eso no hay que olvidarlo”

El éxito de Fernando -medido en likes y seguidores- ha sido explosivo: en estos dos años pasó de tener 20 mil seguidores a casi 300 mil. Participó en la franja del Apruebo para el plebiscito constituyente y el podcast que conduce junto a su partner de aventuras y desventuras ‘la Wilo’, se mantiene en el top 5 de Spotify. Ahora se prepara para lanzar un libro y para recorrer diversas ciudades del país junto a su compañero haciendo una especie de podcast, pero en vivo, con público. 

Entre tanta parafernalia, él llama a la calma: “Ojo. Yo no tengo ‘carne de estatua’, sino más bien ‘carne de chancho’, bien dura”, bromea. 

“Yo no quiero ser un modelo a seguir”, dice, “No estoy resuelto. Sigo descubriendo quién soy. Yo siempre he tenido una relación muy conflictiva con mi cuerpo y creo que desde varios flancos. Mi mamá es una persona obsesionada con el peso y la imagen física. De operarse. Todos mis hermanos a los 17 ya se habían hecho la nariz. Soy el único gordo de la casa. Cuando era chico también entré en un momento en el que pensé ‘Pero si me gustan los hombres, está mal que sea hombre, entonces algo pasa por mi cuerpo’. Recuerdo haberlo hablado con mi analista y también haberlo tirado como talla alguna vez en el programa. Yo percibía mis tetas como tetas prohibidas, desde niño. Y eso no pasaba con los otros hombres. Esta parte de mi cuerpo no la podía mostrar, sabiendo que no era mujer, entonces me paraba en un terreno muy confuso”.

Y con esas contradicciones con tu cuerpo, ¿Cómo te enfrentas a las aplicaciones de citas por ejemplo?

“Me pasa que yo soy poco grindera. Yo sé que para mucha gente es tema mi cuerpo, creen que yo reivindico algo, y es algo que yo siento que no reivindico porque tengo muchos problemas con eso y estoy trabajándolo. Ahora, creo que también es súper bonito de alguna forma que la gente me acompañe en ese proceso, porque he hablado de esto en el podcast, de que quiero quererme y que estoy en proceso de eso. Internet está lleno de falsas. De gente que ‘ya llegó’ según elles, que ya solucionó el tema con el cuerpo y me parece que ese tipo de luchas son luchas que se dan todos los días igual. Hay momentos en los que estás frustrado y te cansas y lloras porque no te queda ropa de ninguna webada, y hay días donde estás súper orgulloso y te sientes bien contigo. 

Grindr es un lugar que es performático, allí son todas masculinas, pero les pones una canción de Britney y ya no, lo que no me parece mal. Uno ve los pájaros cortejarse y sacar su plumaje colorido, pero no andan todo el puto día con las plumas afuera, es una performance que hacen para seducir y creo que es parte de algunos tipos de cortejo. Pero eso sí lamentablemente, hay gente que no entiende que eso es un momento acotado a un lugar y que no es una actitud vital, y ahí creo que se pone medio problemático, porque es gente que tiene que andarle colgando etiquetas a otras todo el tiempo”.

¿Existe una comunidad gay que se acompaña en nuestro país?

“Yo creo que en general el ambiente gay es un ambiente tóxico, primero, porque creo que nunca asumirse gay es un paso que se asocie con la felicidad. El mundo cola está lleno de problemas de salud mental y no es gratis. Es porque han relegado a toda una parte de la población a vivir a escondidas, a vivir toda su vida en la sombra y cuando por fin puedes salir, obvio que hay un montón de problemas sexoafectivos, como no saber vincularte. 

No tienes primer amor y los primeros acercamientos a la sexualidad no suelen recordarse con tanto gusto. Los heterosexuales, que pueden vivir su vida sexoafectiva abiertamente, recuerdan el puro e inocente primer amor y un montón de romantizaciones respecto a ese primer pololeo que tuvieron a los 12, que para una fue percibido como sucio, una webada que tenías que mantener oculta, y eso es doloroso. Y vienes a tener esa primera vivencia muy viejo, entonces evidentemente nos desarrollamos de una forma distinta, y muchas personas, a consecuencia del bullying homofóbico por ejemplo, desarrollan estrés postraumático y un montón de otros problemas de salud mental de los que hay que hacerse cargo.

Entonces, el ambiente gay no es un lugar feliz. Creo que no solo en Grindr, ese lugar es sólo el muestrario más descarado de esa cara del ambiente, porque es virtual, donde se puede jugar con la identidad usando un nickname”.

En el amplio abanico de la sexualidad, ¿Dónde te estacionas tú?

Yo me considero una persona grisexual, que transita entre lo sexual y lo asexual. En un momento, mi círculo de amigas cuando yo era adolescente, a los 15 años, descubrió el sexo y parecía que era lo mejor del mundo. Incluso yo inventé haber tirado cuando no había tirado todavía, ‘por supuesto que he probado panocha, mi amor’, decía con una actitud de maricona que más no podía y que nadie se la compraba jamás. Pero porque quería participar de eso, porque de repente parecía que descubrir el sexo era lo mejor del mundo”.

¿Y es lo mejor del mundo? 

“(Fernando piensa) Me pasó que yo vine a descubrir el sexo tarde. Pero, ¿Qué entendemos por sexo también, no? No había tenido sexo penetrativo, pero decía que sí. Después tuve alguna pseudo incursión. Y cuando por fin lo tuve, me habían dicho que era súper bueno ¿Y sabes qué? No lo disfruté tanto. Me había hecho una idea de que era algo incluso mejor. Cuando lo tuve fue bueno, pero como tantas otras cosas en la vida son buenas también”. 

El guionista se convirtió en una celebridad compartiendo videos en Instagram.

Yo siempre digo que el sexo está sobrevalorado y que prefiero comer. No sé si he comido muy bien o tirado muy mal. 

A mí igual me pasa. Prefiero comer que tirar, sin duda. Me da vergüenza admitirlo igual, porque es tan ñuñoino, pero descubrí mi desayuno ideal que es pan de masa madre con palta y chucrut morado, que es maravilloso, lo amo, pero es muy ñuñoino.  Recuerdo que yo me encontré a una cola santiaguina muy conocida en un after y me preguntó si andaba buscando sexo y le dije que parece que a mí no me gustaba tanto tirar. Era mi cumpleaños número 30 ese día. Se escandalizó, porque además,  para la generación 2000 de las colas, culear es como ir a la Meca, como algo que hay que hacer, sobre todo si sales a carretear, tienes que terminar culeando. Le dije que parece que no me gustaba tanto y me dijo que quizás no había encontrado a alguien que me culeara ‘como Dios manda’, una frase además tan particular, porque Dios no manda a que te la metan por el culo. Pero efectivamente me puse a buscar en la vida el ‘culear como Dios manda”’ y culié con mucha gente, y fue mucho mal sexo. Me di cuenta de que para mí el sexo también tiene que ver mucho con lo mental, con el imaginario. Siento que lo he pasado mucho mejor con objetos de silicona”.

¿Pero reemplazan a los humanos?

“Por supuesto que no, pero están tan bien diseñados. Lo paso muy bien con ellos en términos físicos, pero también hay otra cosa que descubrí que me gusta mucho en el sexo que tiene que ver con la excitación del otro o el otre, con la fantasía que vamos construyendo, con lo que podemos conversar antes de llegar a tener sexo. Quizás hasta lo que nos prometemos qué vamos a hacer y a lo mejor ni siquiera hacemos tanto. Me gusta fantasear. Ese momento de estar en conversación calentona sin estar tirando. Durante mucho tiempo practiqué eso sin tirar”. 

Y tras toda esa búsqueda, ¿a qué conclusión llegaste?

“Mira, te voy a contar una anécdota. Tuve una amiga lesbiana muy abierta sexualmente Y en un carrete terminó metiéndome los dedos por el culo, y no sé si fue una maravilla, pero me pareció interesante, porque lo que hicimos como broma, hoy me parece que es una práctica sexual hasta subversiva, porque era dejar de entender la sexualidad que uno ha construido.

Estoy leyendo un libro que me abrió mucho la cabeza respecto a que la sociedad está organizada en torno al pene y lo mismo pasa en la cama. Todo está construido para el pene, diseñado para él. A la vagina le falta pene, al ano le falta pene, a la boca le falta pene, esos son capitales para el pene, como si esas cavidades no tuviesen una lógica en sí misma o sus propias necesidades y formas de ser estimuladas. Por eso creo que es una maravilla que logremos ampliar el espectro de lo que es el sexo, porque nos permite vivirlo con libertad y re-comprender algunas cosas”.

Te he escuchado hablar de que eres post-boomer, poliamoroso, grisexual, pero dices que aún falta mucho para lograr saber quién es Fernando ¿Qué falta?

“Yo creo que antes de definirse como cualquier webada, quiero conocerme y aprender a ser feliz conmigo, porque hay muchas cosas que no me lo permiten hoy. Creo que, entre medio de eso, voy a conocer gente, voy a tener sexo con esas personas eventualmente, me voy a besuquear con elles, pero creo que hoy estoy en un momento en el que estoy sanando cosas.

Esto no es como la típica cuña de ‘estoy enamorada del amor’, sino que estoy solucionando problemas concretos con mi cuerpo, lo que significa ser maricona a los 30 años y no ser todavía totalmente aceptada por mi familia. Estoy definiendo qué es lo que significa tener familia también. Hacia dónde va mi carrera. Estoy como en una segunda adolescencia un poco también”.

***

En toda la conversación, Fernando cita autores, dramaturgos, filósofos, que no caben en esta entrevista. Pero lo hace sin el ánimo de enseñar, ni con petulancia intelectual, sino porque efectivamente, como buen guionista, está buscando referentes para escribir el próximo capítulo de su vida.