Todos hemos pasado por situaciones que nos producen ansiedad, la incomodidad y el miedo es una de las principales características, que muchas veces nos limitan a hacer ciertas cosas. Sin embargo, distintos estudios determinan que podemos sacarle provecho y salir airosos de ellas, aquí les mostramos el lado bueno de la ansiedad.

Manejar, hablar en público, entablar nuevas relaciones, son algunos de los ejemplos de momentos en que nos podemos sentir ansiosos y, sin duda, a más de alguno nos han hecho pasar malos ratos. Y es que la ansiedad, sobre todo en estos tiempos de pandemia, al parecer se ha transformado en uno de nuestros peores enemigos. Pero no es del todo cierto. La ansiedad y lo que conlleva padecerla puede ayudar en el rendimiento de nuestro trabajo e incluso a vencer los miedos que nos atormentan.

Por lo general, dentro de los síntomas físicos negativos de esta se encuentra la frecuencia cardíaca acelerada, tensión muscular, respiración rápida, sudoración y fatiga, que, sin duda, puede ser debilitante, pero si se presentan en cantidades normales estas pueden ayudar a mantenernos seguros. “La emoción de la ansiedad y la respuesta fisiológica subyacente al estrés evolucionaron para protegernos”, dijo Wendy Suzuki, neurocientífica y autora de “Good Anxiety”.

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Imaginemos una crisis de ansiedad como una curva similar a una montaña, donde su base significa la ausencia de ansiedad y con ello la pérdida del miedo, lo que nos hace mucho más vulnerables ya que inconscientemente estaríamos expuestos a muchos más riesgos. Y tenemos, por el otro lado, la cúspide de esta montaña donde los niveles se incrementan, causando los efectos negativos mencionados anteriormente. Y, justamente, ahí está el truco para sacarle provecho: mantenernos siempre en la mitad.

El primer paso para dominar la ansiedad que te frena es reconocer cuándo te sientes demasiado ansioso y tratar de controlarlo. La respiración profunda sumado a  la actividad física, incluso algo tan simple como caminar al aire libre, puede aumentar el nivel de serotonina y dopamina en tu cerebro, que también puede ayudar a reducir la ansiedad a un nivel más manejable.

Según la doctora Ellen Hendriksen, psicóloga clínica en Boston: “Está comprobado que cierto grado de ansiedad controlada puede ayudar a las personas a anticipar obstáculos, ser cautelosos y mantenerse organizados, ayudando incluso en el rendimiento escolar y laboral”.

Además, la ansiedad misma puede ayudarte a reconocer lo que no funciona. ¿Cómo? Recordemos que, si bien es un diagnóstico, es un síntoma de que algo no anda bien y poder identificar su causa, para darle solución es otra de sus virtudes. Seth Gillihan, psicólogo de Filadelfia y autor de “The CBT Deck for Anxiety, Rumination and Worry“, se refiere a esta como un detector de humo, una alarma que nos indica que algo anda mal y que hay que cambiarlo. “Gran parte de la angustia que sentimos con la ansiedad proviene de la resistencia a ella, sin embargo hay que buscar la punta de la madeja para lograr desenredarla”, dijo.

Los expertos también sugieren que aceptarla y trabajarla puede ser también de gran ayuda para enfrentar nuestros miedos. Frente a un episodio de ansiedad, la técnica está en ponerse frente a dos escenarios de acción: uno mucho peor del que se vive en el momento versus hacerlo con ansiedad. Por ejemplo, al momento de una presentación en público: realizar la presentación con la ansiedad a cuestas o quedarte sin trabajo o sin pasar el ramo en la universidad. De esta manera poco a poco vas normalizando estas situaciones, enfrentándote a ellas y perdiendo el miedo que traen consigo de la mano.

Así que ya sabes, al final tener ansiedad no es del todo contraproducente, por el contrario puede ser una gran herramienta para el día a día.