La matanza del 8 de marzo es algo que cada año toca mi corazón profundamente. Seguramente porque siento que si hubiese nacido en otra época, yo habría estado ahí ese día o quisiera incluso que así hubiese sido.

La historia más extendida sobre la conmemoración del 8 de marzo hace referencia a los hechos que sucedieron en esa fecha del año 1908, cuando murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado por las bombas incendiarías que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las terribles condiciones de trabajo que padecían.

Eran mujeres de las fábricas de confecciones que salieron a protestar, y murieron cruelmente asesinadas. Más de 146 fueron las madres, esposas, hijas que marcaron este día como un día histórico en el cual cualquier mujer debiera recordar.

Lamentablemente el escenario no ha cambiado lo suficiente aún, las condiciones laborales no son a la par con los hombres, lamentablemente, siguen siendo ellos los que tienen los mejores sueldos, y los que encuentran trabajo más pronto. Y un nivel social, son ellos los que pueden salir todas las noches, y acostarse con cualquier mujer sin que nadie cuestione su reputación.

Gracias a mujeres como las 146 del 8 de marzo, podemos hoy (por lo menos en occidente) sentarnos a hablar de igual a igual con un hombre, y hacernos respetar de la forma que nos merecemos. Pero en este viaje hacia la igualdad tambien hemos cometido errores. En mi opinión, el peor de todos, es querer parecernos a ellos para poder competir, perder parte de nuestra feminidad, parte de nuestra delicadeza, para tomar una forma mucho más varonil.

En 1977, un señor llamado John T. Molloy escribió un libro llamado The woman’ dress for success book un libro que hablaba de la forma en que debían vestirse las mujeres para alcanzar el éxito laboral (que morboso que justamente lo haya escrito un hombre, y que triste que muchas mujeres le hayan hecho caso). Molloy apelaba al traje de chaqueta feminizado, recatadas faldas a la rodilla, chalecos y camisas de estilo masculino, todas prendas muy masculinas y poco delicadas, que entrando en la década del 90’ se suavizaron con los diseños de Gucci. Más atrás, Coco Chanel, ante la entrada de la mujer al mundo del trabajo también había reconstruido a la mujer de una forma varonil, aunque nunca olvidó sus detalles femeninos.

Supongo que hoy son pocas las cosas exclusivamente femeninas que nos van quedando en la forma de vestir.

Las poleras y pantalones son cada día mas parecidos y entre algunas modas urbanas incluso no hay mucha diferencia. Mira a los metaleros, a los punk, a los emo… se parecen tanto, que si tienes un hermano que usa ese estilo podrías pedirle prestadas sus poleras y bototos.

Finalmente, a lo que apelo es a no olvidarnos de lo que somos, seguir luchando por buscar la igualdad, pero seguir siendo mujeres, delicadas, sensibles y dulces. Apelo a que tomemos el poder de la generación que viene. Las mujeres somos madres, y todos los hombres tienen madre, y su madre es mujer. Tenemos el poder de cambiar el mundo, de quitar los prejuicios generacionales de nuestros hijos, sobrinos y hermanos. Somos las que podemos decirle que no a un hombre que abusa, podemos hacer que dejen de salirse con la suya, y que nos respeten. Pero eso no se logra estudiando una carrera desechable y quedándote embarazada en segundo año de un ingeniero, se logra trabajando, buscando más, sin conformarnos con poco y exigiéndonos.

En lo personal, siento que atornillarte trabajando en una empresa es lo peor que le puede pasar a una persona, pero peor a una mujer. Te coarta la libertad de crear, la libertad de tus tiempos de mujer, y tu sueldo por supuesto. El emprender te permite ser libre, poner tus propias reglas y no tener que rendirle cuentas a un tipo. Cuesta un poco al principio, pero es una buena forma de buscar igualdad, de llegar al poder. Esa mi forma personal de revolución pero sin duda existen muchas otras más, creo que para cambiar el mundo todas debiéramos tener una idea, un plan que cambie un poquito las cosas tanto en lo social como en lo económico. ¿Cuál va a ser la tuya?.

Portada, CC por bbatimore