¿Qué opinas de alguien que ni se inmuta con el asesinato de un joven pero se vuelve loco por tres bicicletas quemadas?
Anoche, luego del asesinato por parte de Carabineros de Chile al comunero mapuche Camilo Catrillanca, en varios puntos del país hubo espontáneas manifestaciones.
Muestras de dolor.
Muestras de empatía.
Muestras de rabia.
No es para menos, no es nada aventurado pensar que lo sucedido- aunque no es primerva vez- califica derechamente como un crimen de Estado. Ha operado de la misma forma. Montajes: desde la policía han insistido que todo empezó con el robo de tres autos que afectó a profesores de un liceo en Ercilla. Pero el colegio de Profesores lo desmintió, no existe ningún docente que reafirme esa tesis, y aunque así fuera, ¿que hacían casi 400 policias de un grupo militarizado persiguiendo a unos ladrones de autos? La policía también inventó que el joven asesinado de al menos tres balazos por la espalda mientras manejaba un tractor junto a un menor de edad que fue ilegalmente detenido tras el asesinato, tenía antecedentes policiales. Desmentido también: la única detención que registran sus antecedentes fue declarada ilegal.
Y así, vamos sumando mentiras y la rabia va aumentando. Y anoche explotó por todos lados. Pero hubo una reacción que llamó poderosamente la atención. La del alcalde de Las Condes, el derechista opus dei reconvertido nuevamente en “alcalde buena onda” Joaquín Lavín, el mismo que apoyó el Si, que sale en fotos casi babeando mirando a Pinochet y que se ha intentado vender como un reconvertido con inclinaciones socialistas.
Se sabe, la mentira tiene patas pero tarde o temprano cojea.
Mientras estaba casi todo Chile impactado, triste, emputecido con el asesinato de Catrillanca, Lavín guardó silencio total vía redes sociales. Hasta ahí, uno podría decir, en su más fanática defensa, que quizá estaba recopilando antecedentes, formándose un opinión, hasta quizá estudiando los pro y contra de una u otra opinión.
Pero no.
No se aguantó y dejó ver que su principal motivación es el capital. La plata. En una reacción completamente desquiciada y desconectada de lo que realmente estaba pasando Lavín condenó “a los vándalos de siempre” por la quema de unas cagás de bicicletas.
Sobre la muerte de un joven mapuche en circunstancias a lo meeeeeenos sospechosas o preocupantes, ni una sola palabra.