La iglesia católica está pasando por sus peores años, atrás quedaron los tiempos dorados donde los curas le vendían un pedazo en el cielo a los nobles en la Edad Media por el perdón de sus pecados. Después del destape de cientos de casos de corrupción, abusos sexuales y pedofilia en todo el mundo y películas como “El código da Vinci” la iglesia más parece una organización malvada del tipo hydra o derechamente una corporación mafiosa gigante, una organización ilícita global y maquiavélica.
Y qué mejor manera de comprobar que hoy día a nadie le importa una soberana raja la iglesia que comparar cómo diferentes generaciones vivían la experiencia de la semana santa.
Para semana santa pasada un amigo me invitó a un asado en el intercomunal, no porque perteneciera un culto satanico o algo por el estilo, solo por las ganas de hacer algo con sus amigos. Además desde la creación de internet y netflix ya nadie tiene que mamarse las mismas películas de jesus y la fecha se transformó en un pequeño spring break + netflix and chill
Le pregunté a mi abuelo cómo vivía él la semana santa y obviamente uno se da cuenta que además de que la vida sin internet era horrible, la iglesia católica hoy en día es menos influyente que una banda rock en pleno 2019.
Pero vamos con el relato:
“Cuando yo era chico, 10 a 12 años recuerdo que semana santa era importante, era una semana entera de estar en “silencio” y que en la casa debía reinar la “tranquilidad” y además ir a la iglesia todos los días.
Recuerdo que mi mamá colocaba un cuadro con la imagen de jesus, la tapaba con un paño y le prendía velas todos lo días.
El día domingo le sacaba el paño y ponía el cuadro mirando hacia fuera por la ventana. Apagar una vela o moverlo de lugar era una pasaje directo al infierno
Ya más grande, el asunto era un poco más relajado. Nos dejaban colocar la radio los lunes y martes, pero solo noticias o radio hablado, nada de música
Los otros días eran de silencio absoluto, nada de música, nada de tele, nada de juegos. Recuerdo que mi madre se lo tomaba super en serio, todo tenía una onda de funeral en mi casa hasta el domingo. El día de resurrección, era un día alegre, se comía rico y mi mamá se ponía contenta, con ganas de celebrar “el milagro de la resurrección”.
Salir con tus amigos o ir a alguna fiesta era imposible, de hecho era hasta mal visto.
¿Enserio vas a salir en semana santa? me decían mis hermanos como si estuviera medio loco”.
Como ven, no todo está tan mal acá en el futuro, mientras nuestros abuelos no podían ni hacerse selfies, yo me organizo con mis amigos para ir la marcha del 420.