Es una pregunta cotidiana que lamentablemente tiene pocas respuestas correctas. En una sociedad marcada por la gordofobia y discriminación, ser de una talla u otra no es lo mismo, y el peso de ese número es tan grande que por años ha tenido repercusión en la salud mental de las personas. Una realidad que podría cambiar en 2022, donde, por primera vez, un proyecto de ley busca estandarizar las tallas del comercio, asegurando diversidad e inclusión. 

El problema de la ropa es, para mí, una cosa personal. Desde que tengo memoria tuve sobrepeso. Una carga que no sólo es física, sino que también simbólica en muchos aspectos. Todavía recuerdo que a los ocho años ir al colegio era un martirio, porque desde muy temprana edad fui el blanco de las burlas de mis compañeros, y, sin darme cuenta, víctima de la violencia implícita de la publicidad en la televisión, los carteles en las tiendas y cada señal que me decía que mi cuerpo no encajaba con lo correcto y lo deseado.

El martirio seguía en el mall y no se quedaba solo allí. Encontrar uniforme escolar en tiendas especiales que me cupiera era un drama que a mi temprana edad no me hacía sentido. Faldas que sólo podía encontrar en la sección de educación media cuando iba en básica, y pantalones de mi talla solo en la sección de hombres. Era M, era L, era XL. El problema eran las tallas o el problema era yo. Sentí el peso y la confusión porque no estaba incluída donde debía estar incluída. Fue un cuestionamiento que solo pude hacerme después de grande, una duda orgánica de por qué mi cuerpo era medido de manera estándar y por lo mismo, apartado de “lo normal”. 

Nunca entendí qué talla tenía qué ser, ni por qué unas me cabían y otras no cuando decían lo mismo en la etiqueta. Y así, de un momento a otro mi vida cambió. Después de transitar todos mis años en torno al sobrepeso y mis problemas desencadenados por ello, a los 26  me hice una manga gástrica y pensé, ingenuamente, que iba a poder comprarme ropa con tranquilidad por primera vez en mi vida, pero estaba muy equivocada. 

Mi cuerpo, incluso con 27 kilos menos, cabe en tallas que van de la 40 a la 48. Todos los pantalones que me probaba eran iguales, pero mi cuerpo y mente tenían diferentes percepciones de cada uno. ¿Cómo va a ser posible que sea talla 48 aún? ¿Es malo que tenga una percepción tan negativa de un simple número? Son preguntas que tengo hoy, justo cuando, por primera vez, Diputadas presentaron un proyecto para estandarizar medidas de ropa, la Ley de Tallas. Lo que me hace cuestionar, ¿cuál será el real aporte de esta iniciativa? ¿Qué otros esfuerzos hay que hacer para desmitificar el valor de las tallas? Hablamos con expertas en el tema y esto fue lo que nos dijeron.

Un proyecto que podría cambiar las cosas

“Como equipo queremos implementar la ley de tallaje para prendas de vestir, ya que, con ella buscamos defender los derechos del consumidor tales como elegir libremente un determinado bien o servicio, acceder a una información veraz y oportuna y no ser discriminado arbitrariamente por parte de los proveedores de bienes y servicios. Como también ser un aporte para la lucha contra la bulimia y anorexia, contribuyendo a la protección de la salud”. Así comienza el comunicado del proyecto de Ley que busca cambiar la realidad nacional en materias de tallas.

La Ley plantea que todas las marcas deberán obedecer a un mismo tallaje, algo que no existe en el comercio actualmente. Una iniciativa que surgió luego de un estudio que reunía diferentes datos de cómo esto podía afectar a las personas, en este caso consumidores. Entre los resultados, destacaba una encuesta ciudadana del Sernac sobre discriminación de género en el consumo, la que esclareció que el 90% de los encuestados ha sentido discriminación en el comercio, planteando que la diferencia de tallas actualmente las hace no sentirse consideradas por las empresas.

Hoy, uno puede entrar al comercio y comprar prendas en talla XL de diferentes marcas y tiendas, y estas no responderán al mismo patrón ni las mismas medidas. Esto tiene un efecto negativo en la salud, algo que podría ser tan grave al punto de ocasionar un trastorno alimentario.

La solución a un problema de salud mental

Para Camila Oda, Psicóloga de la Universidad de Chile, el proyecto de ley que se está intentando implementar es un paso positivo y muy relevante para la gente que día a día se enfrenta a este conflicto con el vestuario. “El tema de las tallas es un tema sumamente relevante. Recibir la noticia de que tu cuerpo no tiene espacio en el mercado es un mensaje que perpetúa este ideal de belleza, de que solo hay un tipo de cuerpo adecuado y que tu cuerpo es correcto solo si cabe en esas tallas”.

La profesional hace hincapié en que el hecho de que las tallas varíen tanto de una marca a otra puede generar, a la larga, una experiencia traumática, ya que desencadena varios factores clave del desarrollo de un trastorno de conducta alimentaria, por ejemplo, la sensación de que tu cuerpo cambió de un día para otro y el poco control que se tiene sobre él. “Hay mucho estigma asociado al número de la ropa, muchos valores. Cuando ese número cambia de golpe se genera una repercusión gravísima”, explica.

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En ese sentido, la ley puede contribuir justamente a erradicar esa sensación. Además, pone la conversación en la palestra por primera vez, y siempre es positivo poder hablar de un tema que afecta la salud mental de muchos y muchas.

Así lo visualiza Valentina Pérez, más conocida como Valentina Bird, fotógrafa, influencer y miembro del movimiento de Feminismo Gordo. “El problema radica en que la diferencia de tallas promueve la dismorfia corporal. Al día de hoy yo no sé qué talla soy. Esto afecta la autoestima, hace crecer el estigma sobre los cuerpos gordos de una forma muy concreta”, cuenta.

Por lo mismo, la iniciativa, aunque sea una sola primera instancia para poner el tema sobre la mesa, representa un cambio en el paradigma. “Todo lo que contribuya en remediar es un aporte. La ley es una propuesta interesante para todos, no solo para las marcas”. 

Tallas chilenas para los cuerpos Chilenos

El proyecto de ley abarca diferentes puntos. En concreto, la lista se divide así:

  1. Los fabricantes, comerciantes e importadores deberán regirse por medidas que se ajusten a un patrón nacional y contar con un etiquetado donde se especifique las medidas, como largo y ancho de la prenda en idioma español. Que se aplicarán a todos los tipos de prendas.
  2. Todos los establecimientos que comercialicen, distribuyan o importen prendas de vestir, deberán contar con una disponibilidad de todas las tallas que correspondan al patrón nacional.
  3. En caso de que no se cuente con la talla de prenda solicitada por el consumidor, deberán ponerla a disposición dentro de un máximo de treinta días, sin modificar su valor.
  4. La contravención a la normativa de la presente ley originará la aplicación de una multa acorde a la reiteración de ésta.

El primer punto es muy interesante e importante. La idea de hacer una ley de tallas no puede radicar sólo en la estandarización de estas, sino que en la diversificación de las mismas. “No tiene sentido que nosotros antropológicamente nos vistamos acorde a estudios de Estados Unidos, donde hay otras personas con otras corporalidades. Todo eso va cambiando geográficamente. En Argentina (el único país junto a México en Latinoamérica que ha legislado sobre este tema) hacen un estudio antropológico antes de hacer la ley, eso es lo que se debe hacer aquí también”, dice Valentina Bird.

Y es cierto. Corporalmente a nivel mundial no tenemos las mismas medidas estándar. Por ejemplo, las tallas en culturas asiáticas no tienen la misma morfología que las culturas latinoamericanas, por lo tanto, gran parte del problema es armar un tallaje de acuerdo a nuestra propia morfología, algo que toma en cuenta el proyecto, aunque no en tanta profundidad. “Aquí en Chile no existen estudios reales y concisos más allá de encuestas de lo que afecta el estigma de la ropa, se da a entender que la gente gorda es un problema y que está gorda porque quiere porque es floja, por lo mismo, estos proyectos tienen que abarcar mucho más que la estandarización”.

El futuro de la moda

La psicóloga Camila Oda explica algo que es clave en el futuro de esta ley que recién está viendo la luz. Y es que existen demasiados factores que irán ayudando a que el proceso efectivamente beneficie a las personas que han tenido que someterse a la discriminación del retail, entre ellos la misma industria de la moda.

“La base de la industria de la moda, asociado al cuerpo normativo, es que sintamos que nunca llegamos a ese cuerpo perfecto. Porque mientras más alejamos el ideal de belleza de los cuerpos, más productos tenemos para vender, para crear esa necesidad de llegar a la imagen ideal. Si pensamos cómo se realiza el tallaje, sabemos que es una imposición de un modelo unificado. Esto nos hace un gran daño. Un fenómeno de estatus asociado al poder comprar”, especifica, y hace una reflexión final:

“El futuro es desmitificar las tallas. No sirve solo estandarizar las tallas cuando vamos a seguir pensando que la talla 38 es la ideal y no las otras. Eso va a seguir generando malestar. Es importante también darse cuenta que el cuerpo no es tema de conversación. No se debería hablar de los cuerpos ajenos, ni en los medios ni en ningún lado. Cuando esto pase le vamos a quitar el poder a las tallas y su significado actual, allí haremos un cambio real”.

Actualmente en Chile sólo existe un Decreto Supremo del Ministerio de Economía dictado en el año 1984 que reglamenta la rotulación de las prendas de vestir. Este especifica que en la etiqueta debe ir el cuidado de la prenda, y que junto a esa etiqueta debe ir la talla. Eso es todo. 

La nueva iniciativa, un paso que ya han dado países como Argentina y México, espera ser solo el comienzo de una nueva discusión sobre cómo se tratan los cuerpos, más allá de la etiqueta, en una lucha que parece eterna entre las grandes corporaciones y la diversidad corporal.