Parece absolutamente objetivo afirmar hoy que este invierno ruso es ya un acto hostil y sin sentido de la vida. Por eso (y porque la luna está en cáncer ^^) es que andamos todos regalones y adictos al calorcito. Claro que habemos algunas mañosas que nos es lento y paulatino encontrar alguna cucharita que supere el placer que implica estar con una misma. Entonces vamos por la vida con olor a perro o pelos de gato en la ropa y hay noches gélidas que el tamaño de tu compañero de cama sucede ser demasiado sectorizado para el calor que se necesita. Entonces soñamos con Chewbacca abrazando todos nuestros cuerpos pero ojalá que no viva en otra galaxia, si lo necesitamos cerca.

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Svetlana y Yuriy Panteleenko, hace veintitrés años, fueron unos sabios visionarios. Se encontraron con una guaguita oso abandonada y con bajas expectativas de vida. ¿Cómo no iba a enternecerse el corazón de la pareja? Decidieron hacerse cargo de inmediato, tenían mucho amor para entregarle al ser vivo.

Entonces esa receptividad animal, la sensibilidad, la confianza, todo lo que entendemos en la historia del caballo y su jinete, les provee la mejor toyotomi del momento; un gigante tierno de 136 kilos seco para el futbol y sin límite de hostigamiento. SÍ, ES REAL

VÉANLO E IMAGINEN CON SUFICIENTE FUERZA.

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