Especialistas como la historiadora Elinor Cleghorn, la neurobióloga Catherine Vidal y la cardióloga Claire Mounier-Vehier, han advertido acerca de cómo los prejuicios en torno al género influyen, tanto en los profesionales médicos y en pacientes, como en los diagnósticos y en los tratamientos a los que se recurre.

En junio de 2021, la historiadora feminista Elinor Cleghorn publicó Mujeres enfermas: viaje a través de la medicina y el mito en un mundo creado por el hombre, un libro en donde analiza cómo los estereotipos de género influyen en la forma en que las mujeres y los profesionales sanitarios se enfrentan a diversos diagnósticos. En él, la escritora plantea la tesis de que la salud de estas se ha malinterpretado históricamente.

Frente a esto, la neurobióloga Catherine Vidal le comentó a la agencia internacional de noticias AFP que “las representaciones que se han hecho de ellas como criaturas débiles han impregnado durante mucho tiempo la medicina”, por lo que “los códigos sociales vinculados a los géneros femenino y masculino influencian la expresión de los síntomas, la relación con el cuerpo y la decisión de pedir ayuda”.

Según una investigación que recibió el citado medio, aquellos prejuicios influencian en las interpretaciones médicas que pueden tener sobre los pacientes. 

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En este sentido, sus datos arrojaron que las mujeres son más vulnerables que los hombres en torno a las enfermedades cardiovasculares, ya que un 56% del primer grupo muere por estas, mientras que en el segundo solo alcanza un 46%. Aun así, detallan que el infarto de miocardio tiende a ser subdiagnosticado en el primero, mientras que al segundo se le atribuye el estrés laboral.

Junto con ello, plantea que las mujeres presentan un promedio dos veces mayor a enfrentar depresión. Esto no debido a una causa hormonal, como según comentan, dicen muchas investigaciones a lo largo de la historia, sino que más bien, aseguran que los recientes estudios a los que tienen acceso confirman una relación directa entre estos síntomas y la situación socioeconómica.

A eso se le suman otros estereotipos que han permanecido en la sociedad, tales como su relación con la familia o el trabajo. Según un estudio francés adjuntado en el documento, estas llaman 15 minutos más tarde que los hombres para solicitar ayuda cuando sufren de un infarto.

“Se sienten menos preocupadas por su salud, su familia o su trabajo pasan por delante”, dijo la cardióloga Claire Mounier-Vehier a AFP, para luego sentenciar que “hay que dejar de pensar que cuando un hombre se desploma es a causa de un infarto, mientras que cuando le sucede a una mujer, es un simple desmayo”.