No importa si es en Los Angeles o en New York, porque la gente triste buscando amor está en todos lados del planeta. En el entretanto de intentar y fallar múltiples veces, como suele pasar en los 20 y los 30 del ser humano, Gus (Paul Rust) y Mickey (Gillian Jacobs) se encontraron en un gasolinería hace dos temporadas, tratando de hacer funcionar algo que pareciera no tener razón de ser y que logran hacer funcionar en sus múltiples intentos. Ahora, “Love” llegó a su temporada final y debemos decirle adiós.
La tercera temporada, que además es la última de la serie, tiene a los protagonistas en una relación seria y monógoma. Recordemos que la monogamia es una opción de vida, una que ambos personajes decidieron al final del ciclo anterior y que durante los 12 episodios finales deberán sortear. Porque una vez que el amor está establecido, todo lo que viene después de eso decide si durará o no. Los malentendidos, las mentiras, el no mostrarse tal cuál uno es, el miedo a cagarla, todo eso si es mal ejecutado te puede explotar en la cara y el resultado no es bonito.
Y es que el amar a alguien y aceptarlo como un igual trata de despojarte de tus prejuicios, de poner “la otra mejilla” y conocer tus límites, es decir, cuando dejas de poner la cara y comenzar tú a tirar las bombas de la verdad. Esto también aplica, incluso, a esas relaciones humanas que no puedes dejar ir y que necesitan tener un fin para que ambas personas puedan seguir adelante en paz.
Mickey, quien pasó dos temporadas completas siendo un desastre, por fin tiene su vida arreglada; está en una relación estable, está sobria, va a terapia y se convirtió en una productora exitosa en la que trabaja. Lograr todo esto es una victoria personal que no se tiene que tomar a la ligera, ni menos minimizar, porque para alguien que ha tenido problemas toda su vida para entablar relaciones es casi como encontrar la piedra filosofal. Ahora es capaz de expresar como se siente y que es lo que quiere en la vida, sin dañar a nadie en el proceso. Puede escuchar la gente que la quiere y la aprecia y ayudarlos a ser mejores personas. Escuchar a los seres queridos sin entrar en una constante batalla significa que aprendiste a aceptarte a ti mismo; aceptar que eres suficiente y así poder lograr todo lo que te propones.
No todo es fácil, tampoco. No por haber encontrado ciertas claves para una vida tranquila quiere decir que no hay otras cosas aún por resolver. ¿Quiere Mickey ser madre? ¿Quiere casarse y tener una vida “normal”? Son estas dudas, que a veces se refuerzan por el miedo a fallar, son las que quiere resolver junto a Gus, quien al contrario de ella, está pasando por un mal momento y flaquea para brindarle la claridad que necesita.
A Gus no le está yendo tan bien como Mickey. Sigue no siendo respetado por sus compañeros de trabajo, a pesar de que sus responsabilidades como tutor son más grandes, no está escribiendo ni filmando la película que quiere tener en su currículum y tiene constantes preguntas sobre a donde va a con su relación. A pesar de que uno lo vio tan honesto y compuesto en las temporadas anteriores, todos escondemos algo grande dentro de nosotros. Y a Gus todo eso se le presenta en el momento en que Mickey conoce a su familia. Pretender que el status quo va a durar para siempre porque le ocultamos detalles importantes de nuestras vidas a tu pareja es simplemente ser ciego, como también dejar de pretender que puedes salvar a todo el mundo cuando no te puedes ayudar a ti mismo.
El tener las cosas más establecidas, aunque no perfectas, entre los protagonistas le dio pie para poder conocer a otros personajes que habían jugado roles más pequeños anteriormente. Entre esos está el de Arya (Iris Apatow), la niña-ahora-adolescente que protagoniza una serie de fantasía y brujas que cambió de dirección al meter a más chicos actores, que tiene que enfrentarse a la envidia, a los primeros enamoramientos fallidos y al ser exitosa a tan corta edad. También esta temporada es la mejor oportunidad de Bertie (Claudia O’Doherty), la compañera australiana de cuarto de Mickey, de cortar una horrible relación y abrirse a conocer a otra persona que le llenará el corazón.
Y aunque, sinceramente, hay personajes horrible y que no se merecen mucho, como Dr. Greg (Brett Gelman) o Randy (Mike Mitchell), muchos de los otros son capaces de pasar la etapa de transición y aceptar la realidad de nuestras relaciones, incluso si es el final de algunas. Como también puede ser el principio de una mejor etapa de tu vida.
Esta es sí o sí la mejor de las tres temporadas que ha tenido Love y es imposible pasar por el catálogo de la plataforma de streaming sin verla. Independiente de tu ánimo o estado civil, Love es una lección sobre el arte de dejar ir y encontrarte a ti mismo en alguno de estos imperfectos personajes.
La temporada final de Love está disponible en Netflix.
https://www.youtube.com/watch?v=HpiAVK_T_aU