Las secuelas sociales, económicas y culturales de la pandemia siguen apareciendo y agravándose sin políticas públicas que las contengan. En este contexto la malnutrición, que a nivel global ya era una crisis, podría tener consecuencias irreversibles en niñxs y en las poblaciones más vulnerables. En Chile, la desnutrición en menores aumentó un 2,6% respecto en 2020 y la obesidad se disparó. Desde falta de desarrollo cognitivo hasta el crecimiento de la masa encefálica estarían en juego según varios especialistas.
La llegada de la pandemia sólo agudizó los problemas de malnutrición a nivel global. A partir del Informa Global de nutrición 2020, de Global Citizen, se tiene que en el mundo aproximadamente 1 de cada 9 personas tienen hambre o están desnutridas, y 132 millones de personas viven con hambre aguda que se acerca a la inanición. Siguiendo la misma línea, el Programa Mundial de Alimentos sostuvo que con la situación por el coronavirus los números podrían duplicarse.
Según los datos del Mapa Nutricional 2020, realizado por Elige Vivir Sano y JUNAEB, la desnutrición infantil en Chile aumentó un 2,6% respecto en 2020. Un alza de 0,8 puntos porcentuales en comparación al año anterior. Es casi un punto y eso genera preocupación urgente entre los especialistas. Más de 19 mil estudiantes, de 736 mil entrevistados en total, mostraron déficit nutricional. Por otro lado, la obesidad, subió llegando al 64% en el segmento de los escolares de quinto básico, donde 3 de cada cinco niñxs presentan sobrepeso y obesidad.
Andrea Calixto, subdirectora del Centro Interdisciplinario de Neurociencia de la Universidad de Valparaíso (CINV), habló sobre las consecuencias de la malnutrición en pandemia. Específicamente alertó cómo el cerebro de infantes y de las poblaciones más vulnerables podría verse afectado si no existen políticas públicas efectivas para frenar la situación.
“Para que un cerebro se desarrolle necesita de una buena nutrición. Es un órgano energéticamente caro, que ocupa el 80% de la energía de nuestro cuerpo. Para estudiar, por ejemplo, esto es fundamental. El crecimiento de las neuronas y que la masa encefálica alcance el tamaño adecuado necesita energía, tanto nutricional como el consumo de moléculas específicas que contribuyan a la comunicación neuronal”, detalló a El Mostrador.
En este contexto, para Calixto es de suma importancia que niñas y niños puedan obtener los nutrientes necesarios para una evolución sana del sistema nervioso. “Todo ese desarrollo temprano no puede revertirse dos años más tarde. El efecto del hambre en el cerebro es irreversible cuando es de larga duración, por lo tanto eso debería ser un tema primordial. Por algo los programas del Estado cuando funcionan incluyen darle comida a los colegios. En Chile, el hambre ha aumentado porque las personas han perdido su trabajo y la seguridad social no existe”, afirmó.
Si a esto le sumamos el hecho de que lxs niñxs dejaron de ejercitarse y socializar en los espacios donde solían hacerlo, el escenario empeora. “Puede ser que algunas familias estén generando los espacios para que ese aprendizaje ocurra, pero son los grupos privilegiados, pero la gran mayoría, con padres que deben salir a trabajar, la historia es otra. Y eso es una tragedia en un país que no se hace cargo, porque los grupos más afectados son los de siempre”, sostuvo.
El rol del Estado para paliar esta crisis es primordial para la investigadora. A su parecer, las medidas adoptadas por el gobierno chileno no demuestran la urgencia de cumplir el derecho a una nutrición adecuada. “La caja que entregó el Gobierno, por ejemplo, no tenía nada que ver con los mínimos básicos de una canasta nutritiva. Ahí hay una mala política que además evidencia lo caro que es comer bien en este país. Es prohibitivo, si uno suma productos como ensaladas, frutas y proteínas como pescado o carne. ¿Quién puede pagar por productos orgánicos?”, destacó.
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Calixto está estudiando los efectos de la dieta en el sistema nervioso central, donde asegura que tanto el hambre como la malnutrición gatillarán trastornos irreversibles en el futuro cercano. Especialmente en lxs niñxs que viven en situación de pobreza.
Sobre esto expresó que, “tenemos un problema muy serio con respecto a las generaciones que estamos formando, porque tampoco están accediendo a los nutrientes que les hace falta para el desarrollo correcto de su sistema nervioso, mucho menos para generar memoria, para aprender, para poder asimilar los desafíos de un sistema escolar”.
A modo de conclusión, Calixto fue enfática al decir que es necesario mejorar la calidad de vida durante la crisis sanitaria. “La pandemia lo que ha hecho es reflejar e incrementar la terrible desigualdad que tenemos. En este contexto, la educación deja de ser un derecho y pasa a ser un privilegio. Dos años en la vida de un adulto no es mucho, pero de un niño es harto. Hay que generar espacios para que las personas se ejerciten y el espacio para que tengan una vida digna. Eso no se ha logrado en lo más mínimo, lo cual es absolutamente impresentable. Es un tema sobre el que la sociedad debe reflexionar”, argumentó.