Las sutilezas de romper con los lugares comunes, cierta conciencia de las particularidades que son precisas para dar un giro y no caer en lo predecible es lo que consigue este EP de Mandu González, sacado por el sello Magia Blanca.
por Sebastián Herrera
Trap puro y seco, desde el margen, el frío y la dureza de un imaginario que es una luz en las opacidades del pop. Cuatro canciones, que fueron producidas bajo ese clima, que quizás hereda de Valdivia, la misma ciudad en la que se construye este disco, de edición limitada, en vinilo 7 pulgadas, de la mano del nuevo label del el músico, productor y dj, que ha estado detrás de buena parte de los proyectos que mejor se visibilizan en el movimiento electrónico local, Daniel Klauser.
Rescatar y transformar, no es lo mismo que simplemente plagiar. Mientras esto último es la sola reproducción técnica, lo segundo exige trabajo, una lectura y diálogo con las materias que se deciden endosar a la particularidad de quien crea. En este caso, Mandu González, que ha sabido recrear escenas del imaginario del jazz, hip hop, R&B, dub, reguetón, trap, pop y rítmicos beat heredados de la música de baile, construyen paisajes que invitan a la pista o al simple trance.
El contexto soporta el texto, la imagen fusiona la construcción lírica y el ritmo se fija ante el movimiento y la pausa de las palabras. En una oportuna congruencia entre texto y sonido se encuentran en el punto exacto para dar verosimilitud al trabajo de este EP, que consigue el peso de ese inesperado encuentro que crea el oficio y la docta búsqueda.
La reescritura del imaginario comercial, que se trasforma luego conseguir romper esa barrera que fija la aceptación de la norma y la grieta de lo propio. Remix de Britney Spears, samples de Los Prisioneros, reminiscencias de Charly García.
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