Fue el chileno más escuchado del 2021, superando los 4 millones de oyentes. Sólo tiene 19 años y acaba de firmar con un sello internacional, el mismo que Bad Bunny. Según él, todo lo que se propone lo logra. Dice que siente que está soñando despierto con la fama, los lujos y la popularidad, y cuenta que a veces se detiene para darle gracias a Dios. No quiere dormir. No quiere parar. ¿Cuál es el factor X de Marcianeke? ¿Debería ser considerado un ejemplo para las nuevas generaciones que lo escuchan? Eso lo responde en esta entrevista.
Fotos por Camila Castillo Ibarra (@camilaconleche en IG).
“El 2021 fue un aviso para que noten que aterrizó Marcianeke”, dice el músico Matías Muñoz.
Marcianeke es introvertido. Muy callado. A veces mira a los ojos, pero rápidamente agacha la mirada. Con los jeans a medio caer, unas zapatillas Gucci, joyas en todos los dedos de las manos y cadenas colgándole del cuello, se prepara para ir a comprar regalos de navidad para su familia y amigos: más joyas.
Tiene apenas 19 años y nunca está solo, siempre va acompañado de su círculo de confianza: Franco Aguirre y Kevin Contreras, sus managers, Donner, un productor y un par de amigos. A pesar de que en el último tiempo ha acaparado los portales de noticias con historias de peleas y combos, su figura es frágil y el tono de su voz es calmado. Pero efectivamente, a pesar de eso, resalta por sobre el resto, pareciera que siempre está pensando en algo, aunque sea corto de palabras.
No suelta su iPhone, que no para de sonar, y se queda pegado mirando el cielo. Hoy es el chileno más escuchado según Spotify, con casi cuatro millones de oyentes mensuales, superando incluso a Pablo Chill-E y Santaferia. El éxito de este Gen Z se traduce también en el cómodo departamento de Santiago, el Porsche que compró y -nos sopla uno de sus acompañantes- en unas zapatillas que superan el millón y medio de pesos.
Acaba de firmar con el sello internacional Rimas Music, el mismo para el que trabajan Bad Bunny, Jowell & Randy y Arcángel. Y desde ya él promete: su próximo paso será radicarse en Puerto Rico, la cuna del reggaetón, y de ahí poder aterrizar a todo el mercado latino.
“Yo nunca pensé en otra cosa. Hice mi cuarto medio y no quería entrar a una carrera. ́Quiero ser músico y vivir de la música´, decía. En donde estoy ahora es a puro esfuerzo y perseverancia, porque jamás sentí que esto fuera un hobbie: Yo soy reggaetonero, y me dediqué a serlo”, sentencia.
Para el joven de Talca la música le salvó la vida: cuando tenía 16 padecía depresión severa, él lo definió como algo parecido a “una crisis existencial”, tomaba antipsicóticos y antidepresivos como quetiapina y sertralina, e incluso se intoxicó con uno de los tratamientos. Pero para él, cantar, le devolvió el sentido a las cosas, por eso es algo que no suelta.
“Mis amigos me iban a buscar de la casa para ir al estudio, y me puse a hacer música sin parar, porque sabía que si pasaba un rato en silencio iba a volver al hoyo, a la oscuridad. Y no me gustó estar ahí”, dice.
Uno de sus acompañantes interrumpe: “Es importante que muestren que estas cosas pasan. Que le pasan a los cabros. Pero que se puede salir de eso también”
Su estrategia, entonces, fue jamás detenerse. Hace casi un año, Kevin Contreras, uno de los managers, lo conoció en un evento en La Serena. “Matías tenía recién 20 mil seguidores, pero lo vi arriba, miré su flow, su vestimenta, su vibra, y dije ese se va a pegarse”, recuerda el co fundador del sello The Valley Of Kings. Franco, su otro agente, agrega que “a Matías hay que hacer una pausa y escucharlo dos veces, porque él es distinto”
“En varias ocasiones recé para que me fuera bien. Tuve mis momentos para parar y pedirle a Dios y llegaron las cosas”, dice Marcianeke cuando recuerda al Matías de hace un par de años. “Tuve que empezar a ser mi propio jefe, a buscar con quién juntarme, la buena yunta, porque solo no me iban a pescar. Y como empecé de chico, intentaron ponerme tropezones y jugar sucio, pero no importa, yo estoy soñando despierto, haciendo lo que he querido hacer, cumpliendo con todo lo que dije que cumpliría”.
¿Cómo te describirías?
“Soy un hombre sencillo. Soy sensible, pero no me gusta que me vean vulnerable. Para afuera soy frío, reservado, sólo los que me conocen saben que los quiero por hechos, no por palabras. Las palabras las guardo para los temas que grabo”.
¿Cómo sobrellevas el ser una figura pública?
“Bien, porque siempre soñé con ser famoso. Estoy feliz”.
¿Tienes un círculo de apoyo?
“Sí, los de siempre. A mi familia le cuesta el tema de tanto seguidor y que sea una figura pública, pero sería”.
Como dices tú: eres una figura pública. ¿Deberían los artistas tomar posturas políticas?
“No debería ser, los artistas cumplen una función y los que hacen polémica cumplen otra. No hay por qué mezclarse”.
¿Eres un ejemplo para los menores de edad que escuchan tu música y te siguen?
“Siempre me ha motivado ser la inspiración de varios chicos, pero no en el hecho de que cometan los mismos errores míos, sino en que luchen por lo que quieren”.
¿Cuáles han sido tus errores?
“Yo (hace una pausa para pensar) he cometido errores. Muchos. Pero también pasa que al ser famoso, las cosas chicas las agrandan, pero todo ser humano comete errores ¿O no?, y no soy menos persona por equivocarme”.
Kevin, su manager, mete la cuchara y cuenta que últimamente, con esta fama desmedida, las cámaras están pendientes de él y que Matías no se puede rascar la nariz tranquilo sin que anden sacando la imagen de contexto, con malicia.
Tu hit más popular habla de mezclar tussi y keta ¿Te preocupa transmitir un mensaje que aliente el consumo de drogas?
“No porque yo haya pegado un tema hablando de droga voy a ser el único que incentive al consumo, yo hablo de lo que pasa conmigo, pa´ qué estamos con weas, yo no soy el único que canta de eso. Yo no incentivo a nadie. No le pongo una pistola a nadie. Yo hago mi música sobre lo que veo, lo que me pasa, lo que me rodea”.
¿Cuál es tu mayor miedo?
“Siempre hay miedo. He hecho cosas con miedo. Me da miedo equivocarme, pero si te equivocas las corriges no más. Yo siento que la gente espera harto de mí eso sí, uno trata de quedar bien en todos lados, pero en el mundo de diez, cinco te quieren ver bien, y otros cinco te tiran para abajo. Aunque yo no descanso: Si estoy triste grabo. Si tiran mierda grabo. Si estoy feliz grabo”.
Kevin Contreras agrega que al principio tenían hasta cinco eventos en una noche y que, incluso, después de eso, Matías llegaba a la casa, pedía un estudio y se ponía a grabar y hacer música hasta las ocho de la mañana. “Él quiere salir adelante, tiene ganas y le pone empeño. Es distinto. No es como otros que trabajan tres días y descansan cuatro”, dice el manager.
Oye Matías, ¿En qué momento descansa Marcianeke?
“Todavía no. Cuando me canse. Y cuando eso pase tendré las cosas listas: La voy a haber hecho y ahí puedo parar. Pero ahora hay que trabajar (…) Este año fue un aviso de lo que se viene no más”.
Y después de esa profecía vuelve al silencio. Próximo destino para Muñoz: las grandes ligas. Instalarse en Puerto Rico, llegar a Miami, colaborar con los grandes y quedar inmortalizado. Y probablemente, a la velocidad sin freno a la que va, Marcianeke cumplirá estos sueños en un abrir y cerrar de ojos.