Fue parte del gobierno peor evaluado desde el retorno a la democracia, pero aún así salió invicta como el personaje político con mayor aprobación. Si bien, la pediatra estuvo siempre detrás de cámaras, a los 60 años se convirtió en la mujer de las respuestas. La que frente a todo Chile daba certidumbres, indicaciones y a veces, también, malas noticias. Ella se describe como una mujer liberal: “Soy agnóstica, divorciada, resiliente”. Aquí hace un repaso por su historia y también habla de su futuro.
Nació por casualidad en Chile. Sus papás, diplomáticos, estaban veraneando en el país cuando ella llegó al mundo. Vivió en Estados Unidos, Argentina, Uruguay y Venezuela. Recuerda con humor su regreso a este país, a los 18, después de llevar un tiempo viviendo en Caracas: se bajó del avión con unos tacos altos, ella dice que de unos 20 centímetros, un sombrero negro, grande, dramático y sus uñas pintadas. Sus hermanos la fueron a buscar y al verla vestida así les pareció una extraña.
“¡Acá todos se vestían iguales! Nadie podía salir del uniforme”, recuerda. “Yo vivía desde los 15 años allá, aprendí a bailar salsa (…) Cuando uno vive con culturas distintas, es más tolerante a la diversidad, es una costumbre. Cuando tú eres la migrante, tú eres la distinta. Y eso me pasó cada vez que llegué a un nuevo lugar donde era la extranjera. De cierta manera uno se hace resiliente a la adversidad, a las cosas diferentes: mis padres eran tremendamente tolerantes, abiertos y liberales. Yo soy una mujer liberal”, dice.
Paula (62) enumera unas características que la definen, según ella. Dice que es agnóstica, divorciada, cuenta que su papá era masón y su mamá no era creyente. Así se construyó Daza. “Eso es lo que yo soy’.
La pediatra de profesión siempre se movió en el mundo de las políticas públicas y la salud, pero detrás de cámara. Nunca fue la vocera, hasta que llegó el covid y se levantó como una importante figura política. La mujer de la primera línea del Ministerio de Salud. La que comunicaba lo que se tenía que hacer en medio de la incertidumbre. La que, en sus propias palabras, se la jugó por levantar la confianza en uno de los gobiernos con la aprobación más baja desde el regreso de la democracia. Sólo el 15% de la ciudadanía calificó como “buenos” los últimos 4 años de Piñera, según Cadem.
“Cuando llegó la pandemia, veníamos del estallido social, donde había una desconfianza brutal en nosotros, en las autoridades, y como había tanta desconfianza, uno de los desafíos que me puse fue crearla, porque íbamos a tener que decirle a la gente que sabíamos más, que a pesar de la incertidumbre de lo nuevo, teníamos algunas certezas: usar mascarilla, guardar distancia, ventilar lugares, etcétera”.
Paula, para agosto del 2021, era la política con mejor evaluación ciudadana según la misma encuesta. Un 79% de los encuestados la destacó como un importante personaje de la escena política, pese a no ser ni ministra, ni pertenecer a ningún partido.
Y ese mismo año, también se convirtió en la reina del Copihue de Oro, el premio popular que entrega el diario La Cuarta. “Muchas personas, con buenas intenciones, se me acercaron para decirme que hablara fuerte, con más dureza, que tenía que producir miedo. Y yo de verdad estaba dispuesta a darlo todo por la salud en la pandemia, pero no iba a traicionar quién soy. Yo soy una mujer auténtica, y eso se transmitió, eso fue lo que le gustó a la gente. Eso fue lo que me permitió dar malas noticias en un momento tan duro”.
Y aunque ya no está en el gobierno, sino que es la directora ejecutiva de políticas públicas e innovación en salud de la Universidad del Desarrollo, no hay quien no la conozca. Incluso los más jóvenes la paran a veces para una selfie.
Daza recuerda con humor que cuando el ex ministro de Salud Emilio Santelices la llamó a participar del gobierno, su respuesta fue oscilante: “Emilio, la verdad es que a mí no me gusta la exposición pública”, le dijo. “No, quédate tranquila, la subsecretaría no tiene ninguna”, le prometió él. Dos años después apareció el covid.
Primera línea del paso a paso
A los 60 años, la subsecretaria se transformó en la voz de la administración Piñera en temas que tenían que ver con el Covid-19. Salía a diario en televisión. Hablaba del autocuidado. Daba indicaciones del Plan Paso a Paso y más tarde, dio buenas noticias con la llegada de las vacunas. Incluso, el Institute for Operations Research and the Management Sciences (INFORMS), la más grande asociación de ciencias para las decisiones y datos, le otorgó a Chile el premio Franz Edelman Award 2022 por sus logros en análisis, investigación operativa y ciencia administrativa para enfrentar la pandemia. Pero antes de eso, todo era incertidumbre.
¿Tuvo miedo?
“No, pero era duro decirle a la gente que no iba a poder salir a trabajar. Decirle a los niños que no iban a poder ir al colegio o salir a jugar. Decirle a personas de la tercera edad, que a lo mejor vivían solas, que tenían que tomar distancia. Fue una época difícil”.
¿Tirar la toalla fue una opción?
“No era opción, porque yo sentía que tenía una gran responsabilidad. Tenía una relación con la gente y era consciente de un privilegio: hay personas que perdieron su trabajo, gente que tenía familiares fallecidos y que no pudieron ir al funeral, entonces yo decía, ´No he vivido esas situaciones, si suelto la esponja, ¿qué queda para el resto?´ Pero claro que te afecta personalmente. Yo no soy creyente, porque otras personas dicen `Dios me puso ahí`, pero sí creo que si a uno le toca estar en un lugar y ha sido favorecido con otros privilegios; como estar sana, tener conocimiento y un buen equipo de trabajo, hay que cumplir el rol. No estaba en mi mente tirar la toalla”.
Usted dice que no es creyente, ¿no habría sido más fácil creer en algo en esos momentos?
“Yo creo en que hay algún ser superior, pero no soy católica o cristiana. Y claro, si yo dijera, ‘Dios me puso aquí’, quizá asumirlo sería más fácil. Pero yo me tomé esto con toda la responsabilidad del mundo. El primer año fue muy duro”.
¿Por qué?
“No teníamos muchas herramientas. No teníamos vacunas. Al principio se pensaba que la gente se contagiaba por la superficie y limpiaban las cajas, los pisos, no sabíamos qué hacer. Aparecían cepas. Llegaban malas noticias de afuera. En primera instancia se pensaba qué sólo afectaba a pacientes respiratorios, después se habló del long covid”.
Paula recuerda que llegaba a su casa y no podía dormir y se ponía a hornear pan o a hacer queque para su familia. A las 7 de la mañana tenía que estar de vuelta en La Moneda, lista para otro punto de prensa. En una de esas oportunidades nació el fenómeno de las blusas de Daza. Una de sus hijas le dijo que la vio por televisión y que se le notaba el cansancio. Le aconsejó que se pusiera una “blusa colorinche”, para que eso llamara la atención y no su gesto de agote. Y funcionó. O al menos en redes sociales donde se hicieron cuentas en Instagram y Twitter sobre la ropa de la entonces subsecretaria.
El ex ministro Enrique Paris hace poco dio una entrevista donde reveló su orientación sexual, ¿qué le parece que en Chile todavía uno tenga que definir lo que es públicamente?
“Yo creo que Chile ha cambiado mucho, hace 20 o 30 años había mucho más reserva en algunos aspectos, creo que hoy en día la gente es mucho más abierta, más tolerante, pero lo que él hizo fue un gesto muy importante para una generación”.
Usted se define como una mujer liberal, pero en su minuto apoyó la candidatura de la derecha conservadora. ¿Se equivocó?
“No. Nunca he tomado una decisión en función de los costos personales. Mucho se me ha preguntado sobre esto: si pensé en el costo personal, en el costo político, y no. No fue el candidato por el que voté en primera vuelta, pero pensé ´él va a permitir continuar con los programas de salud que nosotros creamos. Va a continuar con muchas políticas que tienen que avanzar’. Cuando me junté con él y me llamó para ver si lo podía ayudar, yo fui muy clara y le dije: ‘mira, yo soy agnóstica, yo estoy divorciada, mi papá era masón, mi mamá no es creyente, tengo un hermano que tampoco lo es. Esta soy’. Y por eso la primera pauta que hice fue ir a entregar condones a las personas, porque era el día del VIH, el primero de diciembre. Yo no voy a traicionar mis principios, independientemente de dónde esté, hay cosas en las que creo”.
¿Cuál es su diagnóstico de este gobierno?
“Yo rescato que haya gente joven, porque trae nuevos entusiasmos, una mirada distinta, quizás más fresca, pero yo creo que esa mirada fresca tiene que ir acompañada de una mirada a futuro. La juventud es buena, tienen ideas, son innovadores, pero por otro lado, yo creo que hay que entender que también tiene que ir acompañado con personas que tengan experiencia. A veces se piensa que porque vas a cambiar radicalmente las cosas, van a mejorar, y a veces no es así. Por lo tanto, entender que este es un proceso, que hay que reconocer lo que se ha hecho históricamente y mejorar lo que se puede mejorar. Creo que esa combinación es tremendamente importante. Estamos en un periodo difícil, un proceso difícil, estamos en un mundo tremendamente encrispado, todo lo vemos blanco o negro, y yo creo que tenemos que tratar de avanzar y de unir esos mundos. De matizar. Chile es un país con diversidad”.
¿Está manejando bien la pandemia el gobierno actual?
“Sabíamos que muchas de las cosas que se podían seguir haciendo eran más de lo mismo. Nosotros teníamos cierta tranquilidad: que las vacunas, que las normativas, teníamos un Plan Paso a Paso, que lo cambiaron después, pero es lo mismo en el fondo. Son tres pasos y dos escenarios. Yo celebro que hayan tomado la medida de sacar la mascarilla al aire libre, me parece bien, porque obviamente ya sabemos que si estamos afuera, la posibilidad de contagio es muy baja, entonces, obviamente tenemos que ir tomando medidas en función de la salud mental también.
Pero sí me parece que no ha sido lo suficientemente fuerte el tema de la comunicación de riesgo y el tema de vacunación. Si tú vas a tomar una medida de mayores libertades, tiene que ir acompañado de decirle ‘Ok, estamos bien, los casos están más bajos, la gente se va a sacar la mascarilla, pero siempre y cuando usted use la mascarilla adentro, se testeé si tiene síntomas, se vacune´. Empezamos a ver que cuando teníamos pocos casos, bajaron los puntos de prensa, que mal que mal mantenían a la gente con una idea de que este virus sigue y que hay que cuidarse.
Y lo otro que empezamos a ver es que la vacunación comenzó a bajar y por eso yo desde principios de abril decidí hacer videos para decir que por favor las personas que no se han vacunado con su dosis de refuerzo, lo hagan, porque vamos a tener más casos. Creo que eso faltó durante abril. Ese era un mes esencial. Llegó mayo y empezaron a aumentar las casos y ahora lo que está pasando, es que las personas que no se vacunaron en marzo o abril, están acudiendo a los vacunatorios y empiezan a haber largas filas, unas demandas muy importantes para los profesionales de salud, que se ven otra vez sobrecargados”.
¿Volvería a la política?
“Hoy día no. Estoy acá feliz. Estoy feliz. Feliz (remarca) No sé en unos años más, pero hoy día estoy acá (en la universidad) y estoy aportando. A mí me interesa educar, apoyar. Estoy desde la academia, muy contenta. Bueno, y también tomé actividades mías: retomé mis clases de gimnasia y voy a ver a mi mamá los viernes en la tarde, cosa que no hacía hace años. Estoy disfrutándolo”.