Ha sido mucho tiempo de trabajo y concientización. Después de 5 años, se aprobó la idea de legislar en el Senado, luego de eso debe pasar a la cámara y sortear diferentes indicaciones u obstáculos. Independiente de la burocracia y los procesos legislativos, se demuestra un cambio de paradigma en nuestro país, pero hay cosas que no cambian, por ejemplo el único senador de Chile Vamos que votó a favor de la idea de legislar fue Felipe Kast, de Evópoli.
Estamos a 2020, 26 países tienen el matrimonio igualitario aprobado legalmente. El primero donde primó el amor fue Holanda, desde el año 2001. El último fue Ecuador, en julio de 2019, lamentablemente el país gobernado por Lenin Moreno no aceptó la adopción homoparental.
Sin embargo hay gente que se sigue oponiendo a este avance. Quizás para ellos amar no es suficiente. La senadora Luz Ebensperger, militante de la UDI y contraria al matrimonio igualitario, declaró que si se vota a favor, extinguiremos la raza humana. Para ella, la institución del matrimonio debe ser entre hombre y mujer. Como si el sexo o género determinase a quien uno puede querer, admirar o amar. Ridícula.
De Moreira ni hablar.
Por supuesto que el resultado de la votación es un avance, pero ante un derecho que ni siquiera debería ser debatido. Parece increíble que haya que discutir el derecho a casarse con la persona que amas. Se discute el amar legalmente. Se niega la posibilidad de heredar, de protegerse, de ser feliz de la forma que se estime conveniente. Es deplorable que aún siga siendo un tema polémico. Se ama y punto. No existe nada más que agregar.
A pesar de los avances, hay mucho que sigue igual. El mismo día que el Congreso avanzó, una pareja de chiquillas no pudo disfrutar de un sushi porque el equipo del local las echó del restaurant por ser lesbianas. Les pedían respeto y criterio porque había una niña. A la niña sin embargo, no le molestaba. Tampoco a su familia. El odio provino desde el local comercial, el odio vino desde los mismo de siempre que no soportan la idea de amar de una forma distinta a la que conocen.
Es decir, que cuando en el Senado –una de las instituciones más conservadoras del Estado- estaba votando a favor del matrimonio igualitario, los malos hábitos retrógrados de parte de la idiosincrasia chilena, seguía discriminando. Eso si es violento, que no puedas entrar a un restaurant con tu pareja. Que te ocultes para no “faltarle el respeto a nadie”. Basta, no más homofobia. No más violencia disfrazada de conservadurismo. No más odio.