En su tercera aventura presidencial solo obtuvo un 20,8% de lo que alguna vez sacó en 2009.

Marco Enríquez-Ominami no es solo un ex diputado socialista, tampoco es solo el hijo de uno de los símbolos de la izquierda de nuestro país. No es solo un díscolo ni tampoco solo el fundador de un partido nuevo que bautizó como el PRO.

Marco Enríquez-Ominami no es solo MEO y no es solo el marido de la Karen ni tampoco solamente el candidato que se entrevistó con Nicolás Maduro y Evo Morales. Marco Enríquez-Ominami es mucho más, o mucho menos, dependiendo de la lupa con que se mire.

Marco Enríquez-Ominami es el candidato presidencial eterno, es el hombre cuya profesión es ser candidato presidencial ya que lleva ocho años en eso. Es el candidato que en 2009 quebró el electorado de izquierda alcanzando 1.396.655 votos y que ahora obtuvo no más de 300 mil, lo cual incluso es menos de la mitad de lo que sacó en 2013.

Marquito, como lo llamó alguna vez Camilo Escalona (otro gran derrotado de esta elección), no solo es alguien que comenzó a hablar más lento y más pronunciado en beneficio de sus votantes, sino que es alguien que al lograr ser entendido, se dedicó a tratar de narco a Alejandro Guillier para que finalmente lo terminara apoyando.

MEO fue, en esta elección, el candidato que a pesar de tener propuestas interesantes, se percibió como la opción cuya únicas propuestas era hacer todo lo que no haría Guillier y Piñera. Algo similar como Scioli en Argentina, excandidato presidencial argentino que ahora ve por la televisión como gobierna Mauricio Macri.

Marco Enríquez-Ominami no es solo el candidato que sacó más votos que Alejandro Navarro y el Líder Supremo Eduardo Artés, sino que es el candidato que saco menos votos que ultra derecha y la carta DC que nació muerta.

MEO no es solo una sigla que tiene la misma cantidad de letras que EGO, ni tampoco el candidato con más ganas de ser presidente desde el retorno de la democracia junto a Sebastián Piñera (que por último ha ganado una elección). Sino que es un candidato de energía infinita que no sorprendería en cuatro años más lanzando su cuarta candidatura presidencial argumentando “que los cambios se hacen desde ahí”.

MEO no es solo el líder de un partido que en ocho años solo ha conseguido una diputada electa, Marisela Santíbañez, que por lógica debería ahora liderar el PRO. Sino que es el político que no escuchó a tantos que en su momento le preguntamos: ¿Por qué no te postulaste a senador?

Marco de los Libres, ex Marco por ti y ex Marco Siempre por Ti, no es solo alguien que no logra explicar bien lo del jet, sino que es alguien que no ha podido explicar bien por qué quiere ser presidente si cada vez le va peor.