Alas fluorescentes, faldas brillantes y transacciones en bitcoin. La industria de los videojuegos está en una increíble alza y Mark Zuckerberg lo sabe. Una periodista asistió a la primera semana de la moda en esta dimensión digital y vio las estrategias que ocupan marcas como Tommy, Phillip Plein, Elie Saab o Guo Pei para atraer a los usuarios. Una de las grandes ventajas para estos shows es que no hay límites presupuestarios. El futuro está aquí y te invitamos a conocerlo.
Cabezas de dragón, faldas con brillantes y túnicas que tiran rayos de luz. Si creías que los desfiles de Chanel, Pierre Cardin o John Galiano eran imposible más extravagantes, el estreno de la Fashion Week en el metaverso de Mark Zuckerberg vino solo a extrapolar esos límites.
La periodista de El País, Patricia Rodríguez, se creó un avatar para descubrir en qué consistía esta instancia y, aunque su look no fue el mejor -”vas en pijama” o “te has vestido en Uniqlo” le dijeron sus amigos-, pudo conocer una realidad digital desconocida para muchos.
Según cuenta, la semana de la moda en el metaverso da la sensación de estar en un festival, pero por lo novedoso de su funcionamiento, cuesta encontrar los escenarios. La acción se da Decentraland (uno de los mundos virtuales que pelean por convertirse en hegemónicos) y llama la atención que las marcas ya están ahí: franquicias como Tommy Hilfiger, Philipp Plein, Etro, Hogan, IKKS, Imitation of Christ, Nicholas Kirkwood, Dundas, o Estee Lauder llevaron a cabo eventos durante los cuatro días que duró la actividad.
Y aunque no todas son parte de los desfiles, otras marcas como Elie Saab o Guo Pei han instalado sus tiendas donde exhiben diseños, en las que es posible comprar atuendos fabulosos. De hecho, la periodista probó un diseño hecho por jóvenes diseñadores, pero se llevó una gran sorpresa. “Elijo para mi avatar un fabuloso minivestido de estilo años sesenta, irisado, con plumas rosas en el bajo y signos tártaros bordados en la pechera. Cuesta 272 Matic que, tras una rápida búsqueda en Google, descubro es una criptomoneda y que el vestidín al cambio vale unos 429 euros”, relata.
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Aunque no todo es color rosa. Rodríguez cuenta que el metaverso se ve horrible, comparable a la primera versión de Los Sims estrenada en los 2000. Esto con su PC que compró en 2020, pero que las visuales mejoran, según le contó un amigo tecnológico suyo, con otra tarjeta gráfica o con gafas de realidad virtual.
Continuando su recorrido, “escuchó” (cuando dos avatares se mandan mensajes en público, se puede leer lo que hablan) que pronto partía una afterparty de Philipp Plein, e incluso que él había dicho por su Instagram que iba a asistir. Llegó ahí y describe el recinto como “un estadio inmenso presidido por una pantera metálica que abre la boca y expulsa modelos”. Justamente la gracia del metaverso: aquí no hay límites presupuestarios. Según datos recabados, la firma de moda habría invertido US$1,4 millones en la gigantesca parcela donde llevan a cabo su evento.
Por último, llegó al desfile de Etro con anticipación para llegar al mejor sitio y se puso en primera fila. pero después se dio cuenta que en esta dimensión no existe esa jerarquización: todo se ve mejor con distancia. Y llega a una conclusión: las alas fluorescentes son la moda en el metaverso.
“Hay muchas cosas que no cambian entre una pasarela de las de siempre y esta primera Metaverse Fashion Week. Seguramente este experimento quede como anécdota, pero también como prueba de que el metaverso tiene aún muchas posibilidades por desarrollar para conectar con los consumidores de moda de una forma orgánica y divertida”, explica la periodista.
Un futuro prometedor para las marcas y consumidores de moda, teniendo en cuenta que se prevee que la industria global de los juegos alcance los US$219 mil millones en 2024, con una comunidad de 3 mil millones de jugadores en el mundo. “Muchas potenciales alas por vender”, concluye.