Debido a las sanciones a Rusia, el país norteamericano ha decidido mantener y ampliar su industria nacional de combustibles fósiles, mientras su presidente Andrés Manuel López Obrador declaró abiertamente que las energías renovables no van más. Esto podría significar un gran retroceso en la lucha contra el calentamiento global y en este artículo te contamos los detalles.

Cuando en el mundo diariamente se levantan alertas por el cambio climático que ha afectado a los continentes, ya sea invierno o verano dependiendo del hemisferio, el gobierno de México ha decidido darle la espalda a los esfuerzos hechos por comunidades y países en favor de reducir las emisiones de carbono.

A finales de junio, el presidente Andrés Manuel López Obrador asistió a la inauguración de las dependencias de una nueva refinería de petróleo en Tabasco. Frente a una multitud que celebraba con él, declaró “no hicimos caso al canto de las sirenas, las voces de los que pronosticaban, de buena fe, tal vez, el fin de la era del petróleo y la llegada masiva de los carros eléctricos y de las energías renovables”.

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La refinería no está operativa aún, pero el gobierno de López Obrador interpreta la medida como un gran triunfo, ya que argumentaron que les asegura el abastecimiento de energía. Más aún, desde el comienzo de su mandato, el presidente fijó como uno de sus objetivos que el sector energético se mantuviera bajo el control de estatales y no de empresas privadas.

De acuerdo al mandatario, hay una corrupta privatización de la industria de energía y el petróleo ayuda a crear empleo. Sin embargo, las autoridades mexicanas, con el fin de no permitir el avance de las energías renovables –que en México forman parte del mercado privado–, han bloqueado la operación de plantas eléctricas.

Foto: Presidencia de México

Desde el punto de vista diplomático, contradice la agenda de Joe Biden, presidente del país vecino de México, Estados Unidos. Recientemente, Biden firmó una ley que busca combatir el cambio climático junto con otros objetivos, que tiene un presupuesto de 370 mil millones de dólares. Las acciones tomadas por el gobierno mexicano también ponen en peligro millonarias inversiones que buscaban promover las energías renovables en el país.

La priorización de combustibles fósiles tiene una explicación simple para López Obrador: México no está preparado. El 80% de su energía proviene de ese tipo de combustible, mientras que el otro 20% depende de energías renovables o nucleares. Su mayor inversión para cambiar esa cifra, por ahora, está en un presupuesto de 1600 millones de dólares destinados a construir una planta solar en el norte del país.

Los defensores del gobierno apuntan a que debido a que México es un país con poca fiscalización hacia las empresas privadas, es mejor potenciar que el Estado se haga cargo de donde proviene la energía y que eventualmente esto llevará a un cambio hacia una que sea renovable. Por otro lado, sus detractores aseguran que no le importa, ya que “es un hombre de petróleo”.