“Mucha gente dice que los pulpos son como extraterrestres, pero en realidad cuando te acercas a ellos se parecen más a nosotros de lo que creemos”, dice Craig Foster en los primeros minutos del documental “Mi maestro el Pulpo”. En ese momento, de entrada enganchas.
Porque claro quien no ha leído sobre esas teorías, estudios, corrientes que sindican a los pulpos como especies caídas desde el espacio hasta el fondo del mar. ¿Por qué no? O bien podrían ser una especie de OSNI (Objetos/especies submarinas no identificadas) pero sí identificadas. Ciertamente debe haber otros gigantescos que se desconocen y que solo la mitología ha retratado.
Se entiende el punto, supongo. Son una especie bastante intrigante, desconocida. Criaturas extraordinarias. Magníficas. Interesante por decir lo menos y es probable que la gente que no se sumerge en estudiar o saber más de ellos es porque sabe lo impactantes que son pero como disfrutan de comerlos prefieren mantener esa puerta cerrada.
Pues bien este documental tira esa puerta abajo de una patada.
Es interesante cómo opera el algoritmo de Netflix porque si la semana pasada todo el mundo estaba espirituadx y muy consciente de su adicción a las redes sociales por Social Dilemma, por estos días no son pocas las personas que literalmente han metido la cabeza al agua y entrado al magnífico y relajante mundo submarino.
Hago el contrapunto porque, créeme que te va pasar, si te pones a ver el docu y a absorber la pasión y devoción de Foster por comprender el mundo de su nuevo amigo pulpo (pulpa en realidad) te vas a cuestionar si este tren de vida online te permite concentrarte en algo particular o si en realidad estás como pulpo (jeje) haciendo varias cosas a la vez y nunca poniéndole real dedicación a algo en particular. Puede ser, o puede que no.
Pero al menos en el momento te va llevar a pensar si estás realmente invirtiendo tu pasión y energía en algo que valga la pena, en construir algo, o si solo estás salvando el día.
Es que es totalmente imposible no sentirse buceando en paralelo pero interiormente, mientras ves al protagonista lentamente mutando y volviéndose un elemento submarino más al tiempo que además empieza a desarrollarse esta alucinante relación de coqueta amistad con el pulpo. Una cosa que de por sí ya te deja emocionado y perplejo. No está demás decir que el protagonista confiesa que antes de embarcarse en este proyecto está batallando contra la depresión y el burnout y una relación un tanto inconexa con su hijo.
No te miento cuando te digo que esta pieza documental es de esas que te deja con ganas de decirle a tu familia y amigxs que la vean. “Mi maestro el Pulpo” es una pieza audiovisuales con alto contenido o potencial epifánico, al hacerte ver de forma monumentalmente tierna y en-tu-cara la inmensidad de la naturaleza.
Lo épico de la vida más allá de las pantallas. Aunque para verla tengas que efectivamente conectar tu cerebro a una pantalla.
Solovelaquieres?