El nuevo thriller policial de Netflix, cortesía de David Fincher, empieza suavecito y se va poniendo un poco más darketona en cada capítulo. Es caviar audiovisual y para tu cabecita loca.
¿Mad Men con policías del FBI? ¿Master of Sex pero del crimen? ¿True Detective de los 70? ¿El Luther gringo? Es fácil buscar en el catálogo de series de época y/o policiacas puntos de comparación para asociar algo que ya hayamos visto con Mindhunter, la última serie de Netflix. Pero la tradición viene un poco más de cerca, de su productor ejecutivo y director de cuatro capítulos David Fincher, el mismo tipo que se sentó detrás del lente para rodar varias famosas películas de suspenso.
La referencia más cercana es Zodiac, de 2007, basada en el caso real del llamado “asesino del Zodiaco”, un asesino serial que mató a fines de los 60, en California, a más de 30 personas supuestamente, aunque solo se le pudieron atribuir a ciencia cierta 5. La gracia del Zodiaco es que le mandó directamente a la policía posibles pruebas de sus asesinatos, como cartas, ropas con sangre, y mensajes en clave, y que jamás se logró dar con la identidad del criminal, convirtiéndolo en una de las investigaciones sin resolver más relevantes de la historia.
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Pero, Mindunter tiene su propia mística. También basado en la vida real y en un libro, como parece ser la nueva tónica de la televisión, Mindhunter la ficciona la labor de John E. Douglas, uno de los primeros agentes del FBI en utilizar la perfilación criminal para identificar asesinos en los 70. Acá, Holden Ford (Jonathan Groff) es nuestro John E. Douglas, un joven detective de la Unidad de Ciencia del Comportamiento que encuentra su piedra filosofal en el análisis de la mente de asesinos seriales famosos. La idea es, finalmente, lograr adelantarse a ese tipo de conductas que son casi un patrón para evitar dichos crímenes.
Junto con el detective Bill Tench (Holt McCallany) recorrerán el país haciendo charlas a unidades policiales sobre su trabajo, muchas veces recibiendo malas caras y encontrones con policías más viejos, al mismo tiempo que entrevistan asesinos connotados de la historia como Ed Kemper y Richard Speck para encontrar patrones de comportamiento y correlación de qué elementos desatan la irracionalidad de los asesinatos. Todo esto, asesorados por la académica y psicóloga Wendy Carr (Anna Torv), bajo la atenta mirada de los altos mandos del FBI en Quantico, Virginia.
Lo interesante de Mindhunter no es solo la historia, sino cómo esos primeros acercamientos a las mentes criminales llevaron a los investigadores a utilizar métodos poco ortodoxos y hasta irreprochables, que ponen en riesgo sus trabajos y su sanidad mental. Holden es la personificación de lo tóxico que es involucrarse tanto en el trabajo, arriesgando su relación de pareja con Debbie (Hannah Gross) y eliminando los límites que se tiene con los objetos de estudio, tal como ocurre con Kemper, quien casi parece un amigo. Es en la conmiseración de sus mentes enfermas en las que Holden pierde la suya, con consecuencias que pueden ser hasta devastadoras para él y todo el equipo.
Creada por Joe Penhall para Netflix, Mindhunter es en su mayoría una obra de Fincher, desde los usos de cámara, los colores, la temática, el perfil de los personajes hasta las nefastas decisiones que a veces toman los seres humanos en pro del ego propio. Es, además, un imperdible de las series de crímenes y una de las mejores producciones del servicio de streaming en lo que va de 2017.
https://www.youtube.com/watch?v=Dq2neeeRaWc