El ayuntamiento de Minneapolis (Minnesota, EE.UU.) aprobó este viernes por unanimidad una resolución para reemplazar el departamento de Policía por un sistema de seguridad pública dirigido por la comunidad.
La decisión se tomó tras el brutal asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd, quien fue asfixiado en un procedimiento policial.
Cinco miembros del Consejo municipal afirman en la resolución que el asesinato de Floyd a manos de efectivos policiales de Minneapolis “es una tragedia que muestra que ninguna reforma evitarán la violencia letal y el abuso por parte de algunos miembros del Departamento de Policía” contra miembros de la comunidad, en especial de aquellos que son afroamericanos.
Según el documento, las autoridades desarrollarán un plan que durará un año para elaborar un nuevo modelo de seguridad pública con participación de “todos los miembros de la comunidad” en Minneapolis.
Bajo esta premisa, el Consejo formó un nuevo grupo de trabajo para que entregue recomendaciones antes del 24 de julio sobre cómo colaborar con los interesados en transformar el sistema de seguridad.
Entre quienes se encargaran de redactar esas propuestas habrá miembros de la policía, expertos en derechos cívicos, igualdad y relaciones intercomunitarias.
Para la municipalidad, la decisión muestra su “compromiso compartido para lograr un cambio profundo” de la seguridad pública de Minneapolis “para que cada miembro” de la comunidad “pueda estar realmente seguro”, sostuvo la presidenta del Cnsejo, Lisa Bender, en un comunicado.
Protestas por el mundo
La muerte de George Floyd desencadenó una ola de protestas contra la violencia policial y el racismo en muchas ciudades de EE.UU. y en varios países del mundo.
En algunas de las manifestaciones se derribaron estatuas de personajes históricos que en el pasado fueron abiertamente esclavistas y racistas como Cristóbal Colón.
Las protestas llegaron a tal punto que el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Boris Johnson, anunciaron que harán una revisión de las desigualdades y el racismo en sus respectivos países, pero llamaron a no destruir los símbolos y esculturas históricas.
“Francia no borrará ninguna huella ni ningún nombre de su historia; no olvidará sus obras ni retirará sus estatuas. Debemos mirar juntos con lucidez toda nuestra historia, nuestra memoria”, sostuvo Macron.