Después de años de represión y machismo, las mujeres millenials estamos mucho más empoderadas y claras de lo que queremos para nuestra vida. ¿Cómo afecta esto a nuestras relaciones?
Ayer vi por primera vez la película de Linda Lovelace, la actriz porno que básicamente vivió una pesadilla en manos de su marido abusador. Él la maltrataba, la violaba e incluso la vendía a hombres (solos y en grupo) para que tuvieran relaciones con ella en contra de su voluntad.
Ante estos hechos ella recurre desesperada a su madre, pidiéndole que la reciba en su casa un par de días, pero su mamá en vez de apoyarla la avergüenza y le dice que debe complacer y obedecer a su marido porque ese fue el voto que hizo al sagrado lazo del matrimonio (prehistórico, ¿no?).
Ahí fue cuando empecé a pensar en los años de represión que vivieron las mujeres esclavizadas a los hombres durante años, algo que obviamente tenía claro que pasaba, pero que por primera vez me hizo reflexionar en las consecuencias sociales y sicológicas que eso tendría en la sociedad actual.
Muchas de nuestras abuelas o mamás se casaban entre los 18 y los 22 años, más o menos, y debían ceder a los deseos de sus maridos. El divorcio hace un par de años atrás no era una opción para nadie y romper un matrimonio era mucho peor visto que ser un abusador o aguantar maltratos. El “qué dirán” de las personas involucradas y sus familias terminarían, probablemente, en un suicidio social.
Después de años de vivir reprimidos en pareja, creo que han habido cambios sustanciales en las relaciones de los millennials. Las mujeres hemos sido criadas por estas madres y abuelas víctimas del machismo, haciéndonos crecer seguras que somos capaces de vivir solas en vez de pasar por lo mismo que vivieron ellas. Nos han hecho tener títulos profesionales, aprender a manejar autos mecánicos y a nunca jamás aceptar que ningún hombre se sobrepase con nosotras.
Entonces querida generación contemporánea, ¿cómo nos relacionamos ahora?
En las relaciones de a dos, si se quiere perdurar en el tiempo, hay que llegar a puntos intermedios. Ni siquiera me gusta usar la palabra “ceder”, porque incluso con esa mínima palabra siento que estoy respaldando la represión. ¿Será un trauma millenial? (díganme por favor!) Tengo tan claras las cosas que no debo repetir y aceptar, que me siento incapaz de enfrentarme a compromisos y relaciones reales.
La única manera de no tener que enfrentarse a buscar el equilibrio en una relación, es quedándose solo. Nos han dicho que nos amemos a nosotros mismos antes del resto y eso significa ser consecuente con lo que creemos, sentimos y pensamos, a pesar de lo que diga el resto, pero eso es imposible estando en una relación amorosa.
Adelheid Kastner, directora de la planta psiquiátrica de la Clínica Universitaria Kepler asegura que “tu compañero no va a ser el mismo durante los siguientes diez o veinte años. Una relación estable depende principalmente de que ambos compartan los mismos valores y estén dispuestos a superar los posibles obstáculos. No se trata de encontrar a la persona perfecta que encaje como una llave en su cerradura”.
Ok, entonces desde esa premisa, para compartir los mismos valores debería haber sido criada (o algo así) con mi futura pareja y para superar los posibles obstáculos en una relación debo saltar piedras para seguir corriendo por un camino lleno de piedras, en vez de hacerlas a un lado y seguir un camino libre de estas.
En el año 2017 las mujeres tenemos el mundo a nuestros pies. Si no estamos con alguien podemos agarrar nuestras cosas y mandarnos a cambiar a cualquier parte del mundo y ser completamente felices, así que no encuentro la razón para esclavizarme a otro ser humano y menos a sentirme culpable de mi empoderamiento.
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