La historia de Lykke Li siempre ha estado llena de pasajes interesantes que suman y suman puntos a su desmedido carisma.

El 2008 nos hizo vibrar con Youth Novels, un disco bastante pop y que sin muchas pretensiones se ganó los focos de todo el mundo, focos que no le importaron pues para ella componer era una necesidad, y en cuanto tiempo tenía entregaba pequeños diamantes mediante Youtube o Twitter a sus fans.

Con padres artistas y una infancia llena de viajes de un lado al otro del planeta, los cimientos creativos de la escandinava lucen demasiado crudos como para creerlos. Con Lykke li todo es sobre su sonido simple y visceral, que a ratos divaga, se ensimisma y explota con fuerza. Con Lykke li pareciera que toda estrofa es una nueva exploración que podría llevarnos hasta caminos totalmente distintos. Con Lykke li dices adiós a las bases electrónicas y los “intentos de sofisticación” que tienen las cantantes pop de hoy en día.

Wounded Rhymes llegó tres años después y aunque no tiene ningún climax lírico como pudiese ser, Melodies and Desires (canción con la que abre Youth Novels, pero que al momento de loopear el disco pareciera ser el centro de todo) en él da vida a un sonido aún más enmarañado y vibrante que su antecesor, a la vez que nos hace cuestionar si Lykke li está consciente de todo lo que provoca o si estamos simplemente frente a su pequeño capricho personal. En ese sentido, su personalidad es todo un tema, pues ella se ve y siente como la chica introvertida, incluso aburrida, que de un momento a otro nos muestra lo que más le gusta hacer para dejarnos simplemente atónitos.

Su video más reciente es Sadness is a Blessing que hace algunos días ya venía llamando la atención en redes sociales a las chicas por su “Sadness is my boyfriend. Oh, sadness I’m your girl” y en él la veremos ebria (thumbs up) y bailando en una cena bastante tensa con quien pareciera ser su padre. Algunos lo consideran cursi, aunque personalmente no puedo más que darle “Me gusta” en todos los botones que pillo.