Abismos Temporales el más reciente libro de la intelectual Nelly Richard será lanzado este viernes 28 de septiembre a las 19:30 horas en la Galería Metropolitana.
Como ya la historia se ha encargado de contarnos, no existe sólo un feminismo.
Habitamos la pluralidad de los feminismos, como dice el biólogo feminista Jorge Díaz: “El feminismo nunca es uno, sino que es múltiple: no existe el feminismo, sino que existen los feminismos, así, con s, en plural”, en Mayo Feminista, un libro que compila ensayos, escritos y crítica en el contexto de efervescencia feminista chilena actual, con tomas, marchas, manifestaciones, acerca de las que la crítica cultural, ensayista, curadora, Nelly Richard ya en La Segunda ofrecía sus apreciaciones.
(…) Las tomas y marchas van a sufrir un repliegue de intensidad. La derecha ultraconservadora va a contraatacar. Se va a restaurar el orden y el control después de la insurgencia.
Entre estos momentos de discusiones álgidas sobre la multitud de feminismos, se publica Abismos Temporales: Feminismos, estéticas travestis y teoría queer (Metales Pesados, 2018) de Nelly Richard. Quien como una “tránsfuga de la academia” desde hace décadas ha trabajado con corporalidades que no se aliean al patrón heterosexual y de clase, poniendo la mirada en aquellas imágenes que, citando a Díaz en Abismos Temporales, crean “una posibilidad de rebeldía contracultural a la hegemonía patriarcal de la dictadura”.
En este libro se recorre desde el Primer Congreso de Literatura Femenina en 1987, también reflexiona sobre las experiencias travestis en plena dictadura militar, hasta lo que conocemos como teoría queer. En Abismos Temporales, hay un profundo recorrido por la historia sexual (Patrimonio Sexual) chilena, que habita una constante crisis política entre los feminismos.
Aquí te dejamos algunas de nuestras citas favoritas de Abismos Temporales, por Nelly Richard.
Ejercicio cosmético del travesti
Uno de los primeros ejercicios cosméticos del travesti consiste en romper con la familiaridad del nombre, adornándose con exóticos sobrenombres para tomar distancia de lo que se hereda del parentesco. El nombre propio es la primera matriz de identidad que la pulsión decorativa del travesti busca refaccionar, sacando nombres de algún listado de candidatas a reinas de un día o bien de mises de una noche. La poética de los nombres sustitutos consume el acto de la desafiliación, reemplazando el nombre del padre -el del nacimiento- por sobrenombres de mujer que borran la marca de la autoridad paterna transmitida por el legado patronímico. El travesti inicia su nomadismo de la identidad con este primer capricho idiomático (suplementaciones, añadiduras) en una ceremonia de refundación nominativa que transcurre violando santos y profanando santorales.
Rito de la conversión travesti
El rito travesti de la conversión sexual, al involucrarse no con la esencialidad de lo femenino sino con sus representaciones, es un rito iconológico. Para llevarlo a cabo, el travesti debe desposeer a la mujer de aquellos roles que la atan a la servidumbre de los quehaceres domésticos adornándose luego con sus imágenes más decorativas. El travesti prefiere siempre el irrealismo del efecto (lo que desluce en los grises menesteres de la diurna vida de hogar).
Potencialidad subversiva del género
Subrayar el género sexual como representación (es decir, como un efecto-de-discurso de la ideología sexual dominante) le ha reportado al feminismo un doble beneficio. Primero, desencializar las identidades sexuales “hombre” y “mujer”, es decir romper con el determinismo de un núcleo de identidad preconstruido basado en una correspondencia lineal entre origen, cuerpo, atributos, rol y valor según una definición regulatoria de lo masculino y lo femenino. Y, segundo, desocultar el trabajo de ocultamiento que realiza la ideología sexual al disfrazar de naturales los modos convencionales que adoptan culturalmente la masculinidad y la femineidad, demostrando así que las interpretaciones del ser hombre y del ser mujer son social e históricamente construidas, es decir, deconstruibles y rearticulables en contra de lo planteado por el ideal conservador que concibe -trascendentalmente- a las verdades humanas como verdades absolutas y permanentes.
Si tomamos en cuenta la potencialidad subversiva del concepto de “género” que desmonta el naturalismo biológico-sexual de una masculinidad y una femeneidad esenciales, no deberíamos sorprendernos de que dicho concepto resultara tan profundamente molesto para quienes sostienen que “el esencial de la mujer es ser madre”, que la mujer debe cumplir “su esencia femenina proyectada naturalmente hacia la maternidad”. El moralismo conservador advierte la peligrosidad de poner en cuestión la esencialidad materna de lo femenino y culpa al término “género” de introducir la potencialidad de la duda en definiciones sexuales que deberían permanecer inalterables.
Pornografía
El movimiento feminista había condenado a la pornografía por replicar escénicamente el aparto de dominación patriarcal que victimiza a la mujer-objeto, sacrificándola pasivamente como ícono para el consumo voyerista del hombre. En el polo opuesto del movimiento de las Mujeres contra la Pornografía, las teorías queer celebran cualquier transgresión sexual, incluyendo, en su arsenal de la resignificación paródica de los cuerpos, las prácticas sadomasoquistas. La pospornografía nos dice que la erotización de las relaciones de poder (sobre la base de un contrato entre practicantes cuya vigencia dura lo que dura la escena que teatraliza sus figuraciones de la crueldad no es sino un recurso entre otros para que las fantasías de sexo y poder, de dominio y aceptación, tengan la oportunidad de jugar con la inversión-reversión de los roles y posiciones.
Las universidades
Las universidades son territorios en los que se despliegan las máquinas de producción y reproducción del saber: un saber organizado en disciplinas y a su vez disciplinado por los ritos institucionales de la enseñanza académica. La decisión política de elegir lo académico-universitario como territorio de intervención se justifica por cómo los programas de estudio se encargan de dictar las reglas y métodos de un conocimiento fundado en un canon de la autoridad masculina que. en las ciencias y la filosofía, habla de trascendentalmente en nombre de lo “exacto”, lo “verdadero” y lo “universal”: un canon que desacredita aquellos saberes no clasificados que Michel Foucault llamaba “saberes inferiores, locales, discontinuos, no centralizados, diferenciales, incapaces de unanimidad”, entre los que se encuentran, por supuesto, los saberes de la subalternidad, del feminismo y de la disidencia sexual.
Ciberpunk
El ciberpunk de la tecnocultura promete que las fantasías sexuales de lo queer se van a cumplir mediante golpes de efectos, eludiendo toda preocupación por el afuera de las pantallas donde se sigue vulnerando a aquellas subjetividades marginales que no cuentan con tantos recursos disponibles para volverse sorprendentemente Otras cada vez que se les antoja. Una cierta transgresión queer se abisma en la celebración neoindividualista de fantasías transexuales que, sin querer queriendo, terminan ilustrando el menú de los placeres y divertimentos hechos para festejar la diversidad de gustos y tendencias que pueblan el mundo del ocio. Muchas excentricidades queer se desatan en la red apostando a que “la carne se abstrae y la sexualidad se virtualiza”, desdramatizando así los conflictos de poder y género que, en la exterioridad social y política, siguen necesitando del feminismo para combatir las distintas expresiones de la violencia material y simbólica del sistema de género.
Feminismo deconstructivo/Feminismo contemporáneo
El feminismo deconstructivo plantea que subjetividades y géneros se cursan mediante un proceso discontinuo y fluctuante hecho de variados cruces de identificación que modifican y reactualizan sus contornos en función de las demás identidades afines o contrarias con las que interactúan socialmente. El feminismo contemporáneo ha sabido asumir la complejidad del desafío que implica, por un lado, saber que ya no se puede descansar en la identidad-mujer en tanto sustrato biológico o fundamento ontólogico de un sujeto homogeneamente femenino y, por otro, seguir ocupando a las mujeres para forjar diseños de acción política que las movilicen en contra de la subordinación de género mediante alianzas tácticas con otras comunidades de sujetos impidiendo así que “mujeres” se entienda como una categoría cerrada sobre sí misma.
Posfeminismo
Creo que no hace falta pedirle a “la mujer que renuncie a su signo” (F. Barrientos) si tomamos en cuenta que el posfeminismo ha logrado reflexionar críticamente sobre el desafío teoríco-político que implica, por un lado, desorganizar el valor absoluto de las categorías “hombre” y “mujer” y, por otro, seguir considerando de utilidad contingente el recurrir a ciertas identidades prácticas que requieren de un “signo” para ser nombradas (“mujeres”) y conquistar así visibilidad y legitimidad en la esfera pública, aún sabiendo que “mujeres· no trata de una identidad esencial sino que abarca un conjunto no homogéneo de identidades todas ellas cambiantes, relacionales y posicionales. No tenemos por qué desahuciar el signo “mujeres” (tampoco “género”) mientras siga operando en la realidad política y social con la movilidad táctica de un signo que se sabe en permantenes disputas de interpretación: un signo que desarma y rearma sus formas y contenidos llegando, incluso, a jugar a ser lo que no es cuando el “como si” (Rosi Braidotti) les sirve figurativamente a sus batallas por la resignificación.
Sobre Nelly Richard
Teórica y ensayista. Fundadora y directora de la Revista de Crítica Cultural (1990-2008). Obtuvo la beca Guggenheim en 1996. Autora, entre otras publicaciones nacionales e internacionales, de los siguientes libros: Latencias y sobresaltos de la memoria inconclusa (2017), Diálogos latinoamericanos en las fronteras del arte (2014), Crítica y política (2013), Crítica de la memoria (2010), Feminismo, género y diferencia(s) (2008 / 2018), Fracturas de la memoria. Arte y pensamiento crítico (2007), Residuos y metáforas. Ensayos de crítica cultural sobre el Chile de la transición (1998), La insubordinación de los signos: cambio político, transformaciones culturales y poéticas de la crisis (1994), Masculino / Femenino (1993), Márgenes e instituciones (1986 / 2007 / 2014).
La presentación estará a cargo de:
Raquel Olea (crítica literaria feminista), Juan Pablo Sutherland (escritor) e Iv-n Figueroa Taucán (activista).
Viernes 28 de septiembre, 19:00 hrs.
Galería Metropolitana
Félix Mendelssohn 2941, PAC, Santiago
Metro Pedro Aguirre Cerda, Línea 6
Fonos: (56) 2 2563 0506 / +56 9 98511472
*En el marco del programa curatorial de Galería Metropolitana 2018-2020: Estrategias para desviar el Neoliberalismo