Esto sí que no te lo esperabas: los desastres naturales que más pasan en Chile no son los terremotos, sino que aluviones, deslizamientos de tierra y desbordes de ríos. ¿Qué tanto tienen que ver con el cambio climático? ¿Cómo podemos evitarlos? Un experto nos responde en el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales.
De seguro recuerdas perfectamente dónde estabas para el terremoto y posterior tsunami del 27F de 2010. ¿Pero, te acuerdas qué pasó para el aluvión de la Quebrada de Macul en 1993? ¿O qué estabas haciendo para el aluvión del 2015 en el norte del país? Pues deberías, ya que precisamente este tipo de eventos naturales son los más frecuentes en Chile y sorpresa: a raíz de la crisis climática van a aumentar en frecuencia e intensidad.
En el Primer Catastro Nacional de Desastres Naturales (2017) realizado por el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), expertos crearon un registro de todos las catástrofes naturales con orígenes geológicos ocurridos desde 1980 en el país, y los datos arrojaron un total de 75 eventos de este tipo en ese período. En promedio, en Chile suceden dos al año.
¿Por qué sentimos entonces que los terremotos son más comunes de lo que pensamos? Según el Dr. Christian Salazar, geólogo y director de la Escuela de Geología de la Universidad Mayor, esto sucede debido al impacto que generan en la población tanto por su magnitud, como por sus consecuencias: “Estos eventos nos marcan más porque son catastróficos, por el daño material y las muertes que generan”, explica Salazar.
Pero no sólo los temblores causan grandes daños e impacto en la población. Según el estudio de Sernageomin, aquellos fenómenos que más se repiten en todas las regiones del país corresponden a: anegamientos, aluviones, remociones en masa (caída de rocas y suelo cuesta abajo) y desbordes de ríos. Aunque éstos han ocurrido a lo largo de toda la historia ya que son eventos naturales, advierte el experto, “el daño que producen será cada vez mayor”. Esto, debido a las consecuencias del cambio climático en conjunto con las deficientes políticas de construcción en zonas de riesgo que actualmente existe en el país.
Entre los territorios más afectados históricamente y que presentan mayor riesgo al corto y largo plazo, cuenta Salazar, es la ciudad de Valparaíso:
En el caso de la erupción del volcán Chaitén en 2008 por ejemplo, la población afectada por la catástrofe fue reubicada en sectores aledaños para evitar tragedias a futuro. Sin embargo, Christian Salazar señala que en la ciudad porteña, esta solución sería prácticamente imposible. “En Valparaíso hay más de 5 mil casas en peligro de sufrir deslizamientos de terreno. Para mí es la ciudad más compleja de Chile frente a la vulnerabilidad de eventos de este tipo, así como a terremotos, tsunamis e incendios. Para combatir este riesgo, hay que crear políticas integrales”.
¿Cómo evitar entonces que estos eventos no sean desastrosos para la población? Salazar explica que es necesario evaluar el uso de suelo de las construcciones a futuro según qué tan vulnerables son y de ahí generar políticas públicas que contribuyan a mejorar las condiciones: “Por ejemplo, hay zonas que presentan un peligro alto de presentar estos fenómenos, pero un riesgo bajo de tener consecuencias catastróficas”. En el caso de Valparaíso, ambas variables son altas, por lo que es necesario tomar medidas antes de lamentarlo.