Si todavía usan Facebook, podrán ver que se trata de una red social en desuso que ahora cumple dos funciones: compartir memes y ver “estudios” de dudosa calidad: “estudios afirman que las personas impuntuales son más inteligentes”, “estudio afirma que las mujeres celosas viven en promedio 5 años más” o “estudio asegura que los hombres que roncan tienden a ser fieles”.

Basta. Mientras nos compramos esos aparentes estudios para justiciar nuestras falencias, hay algunos que son preocupantes y que ahora y bajo las circunstancias, parecen lógicos.

El último informe realizado por la OCDE -grupo de países integrado por Chile y que siempre ocupa los últimos lugares en índice de calidad de vida, salud y educación- señala que los jóvenes de ahora, que recién entramos al mundo laboral o llevamos un par de año en él, seremos mucho más pobres que nuestros abuelos.

Si sobrevivimos al calentamiento global, vamos a tener una vejez incluso peor que la que actualmente viven millones de pensionados.

El documento señala que los hombres que nacieron en 1940 tienen una pensión promedio que representa el 58,9 por ciento de su sueldo, aquellas personas que nacieron en 1996 tendrán una tasa de reemplazo de sólo 33,7 por ciento.

En resumen: vivimos más que nuestros abuelos y los sueldos no han subido de una forma proporcional a lo que cuesta la vida hoy en día. Por este motivo la generación de hoy en día ha dejado de tener hijos, siendo la tasa de natalidad chilena la más baja en conjunto con Uruguay en una región caracterizada por países que cuentan con familias numerosas.

Las AFP acusan siempre a los individuos de no ahorrar lo suficiente durante el tiempo en que trabajan, y el sistema de reparto se hace mediante mediaciones nacionales que no reflejan los verdaderos índices de desocupación o sueldos proporcionales que reciben los trabajadores del país.

¿Cómo seremos los jubilados que pagamos más por el CAE que lo que recibimos mensualmente dentro del sistema de reparto heredado de José Piñera?

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Otros “estudios” como los mencionados al principio, aseguran que los “millenials” estamos asesinando diferentes industrias: la de las servilletas, los matrimonios, los diamantes y un largo etcétera. Hablan de que cada vez son más los jóvenes mayores de 30 que viven con sus padres, y cómo no, si los departamentos en Santiago han subido de forma estrepitosa y sin regulación urbana alguna.

No es muy pronto para quejarnos sobre el tema, después de todo, ya tenemos historias que reflejan la dureza de ser anciano en este país. Y alerta de spoiler: todo augura que será mucho peor.