El improbable ensayo cuestiona la ausencia de contenidos K-Pop en los medios tradicionales pese a tener miles de seguidores y se pregunta por qué las boy bands coreanas no tienen la misma cobertura que Mon Laferte o Gepe. Tuvimos que traducirlo.
“La locura de la música de Korea del Sur se ha apoderado de la mayoría del mundo de golpe, pero Chile representa un desafío único”, reza la bajada del artículo titulado “¿Qué hace falta para que una banda de K-Pop explote en Sudamérica?”.
La traducción completa a continuación:
Si estuviste viendo TV chilena los viernes en la mañana durante el mes pasado, puede que te hayas encontrado una escena sorprendente: La interrupción de un noticiario en el nombre del Pop Coreano.
Una reportera de Chilevisión estaba dentro del aeropuerto internacional Arturo Merino Benitez, dándo lo mejor de sí para poder obtener un vistazo de BTS – una abreviación para el término coreano Bangtan Sonyeondan o “Bulletproof boy Scouts” en Inglés -, una de las boy-bands de K-Pop más famosas del mundo, que llegaban a Chile para sus agotados conciertos del 11 y 12 de Abril en el Movistar Arena. No pudo obtener un comentario de la banda, pero el camarógrafo logró una buena toma de ellos mientras su enórme séquito pasaba hordas de fans que gritaban y blandían estandartes de la banda. También encontró una joven cuya sonrisa parecía casi quebrarse en un llanto de fan. “¿Valió la espera?”, le pregunta la reportera. “Lo valió”, contestó la niña con un alegre tono en su voz. “La espera, toda la noche que pasé acá”.
El K-Pop se ha tomado el mundo de golpe, pero Chile representa un difícil desafío de conquista: Ninguna de las emisoras de radio tradicionales han mostrado ningún interés en tocar esta música. Hasta ahora, las influencias musicales del país han tendido a ser latino-influenciadas – Sonido como el Reggaeton o el Hip-Hop – o derechamente Pop Norteamericano. Están los éxitos nacionales eclécticos, como Mon Laferte, Camila Moreno y Gepe.
Así que BTS y sus compatriotas se vieron forzados a posicionarse a través del internet. Uno de los puntos de entrada más importantes ha sido Coca-Cola FM, la plataforma de radio del gigante de la gaseosa, que es relativamente desconocido para las audiencias Sudamericanas pero popular en Chile, con un estimado de 40.000 radioescuchas al día. Cada Viernes, la radio emite un programa de K-Pop animado por el ahora DJ Rodrigo Gallina.
Las redes sociales también han jugado un rol tremendo: BTS tiene más de 5 millones de seguidores en Twitter y hasta ahora llevan 22 semanas como no. 1 en la Billboard’s Social 50 Chart, que hace el ranking de la actividad online de las redes sociales y reproducciones online para cada banda. Una cuenta dedicada a BTS, manejada por 3 fans chilenos, postea regularmente noticias y publicaciones de la banda, traducidas al español. Algunos fans chilenos se conectan directamente a la popular V app de Korea, donde los artistas hacen live-streamings donde fans de todo el mundo pueden disfrutar del show y hacer preguntas (El canal de BTS tiene más de 4.7 millones de seguidores).
La popularidad online de la banda se ha vuelto tan atrincherada en Chile que los productores del tour ni siquiera se molestaron en hacer un esfuerzo publicitario en medios tradicionales. Los fans esperaron casi una semana antes del inicio de las ventas afuera de la oficina de tickets de la arena, para comprar entradas cuyos valores iban entre los 28 mil y los 161 mil pesos. Los 12.500 tickets para lo que se suponía sería un solo show se vendieron en un récord de dos horas. “La velocidad de las ventas ese día nos hicieron empezar los preparativos para un segundo show casi inmediatamente”, dijo Gonzalo García, el C.E.O. y fundador de NoiX Productions, que se enfoca en traer artistas asiáticos a Chile y otros países latinoamericanos. Eventualmente, NoiX lanzó 8 días de avisos impresos en el diario La Tercera, pero solamente como agradecimiento a todos los fans que compraron los tickets.
Los Backstreet Boys, One Direction y hasta los Jonas Brothers han tocado en Chile, pero las boy bands Koreanas son un fenómeno reciente, empezando sus visitas a nuestro país solo desde 2012. Antes de su show el mes pasado, BTS ya había tocado una vez en Chile durante su tour del 2015, pero los productores lograron llenar solo la mitad del Movistar Arena. En los meses siguientes, sin embargo, la popularidad del grupo creció meteóricamente en el mundo del K-Pop (Su álbum “Wings” fue el más vendido de Corea del Sur en 2016), con fans de todo el mundo aparentemente conectando con el nuevo y pulido sonido de la banda y sus relatables y a la vez esperanzadores mensajes.
“Hablamos de nuestros propios problemas y colapsos de la forma más honesta que podemos en nuestra música, que crece con nosotros a medida que nos vamos creciendo”, dice Rap Monster de BTS. “Creemos que los fans chilenos tienden a conectar con esos valores, quizás de una forma un poco más profunda que los fans de otros países”, agregó.
Los maravillados managers de la banda luchan para crear métricas adecuadas para capturar el enorme nivel de impacto que ha tenido la BTS-manía en Chile. Hay dinero involucrado, por supuesto: García dice que las ventas de este año para la serie de 2 conciertos “excedieron la marca de los 2 millones de dólares” y ésta cifra ni siquiera incluye las ganancias de la ENORME cantidad de merchandising oficial de BTS (como un tubo luminoso interactivo de 30 mil pesos o un ventilador con la cara de los miembros por 5 mil) que se vendía en el recinto de la arena.
Para el sello coreano de BTS, Big Hit Entertainment, lo más destacable es la interacción online, que parecen monitorear desde muy cerca: “Cruzamos los datos con las estadísticas de los canales de redes sociales para confirmar el nivel de lealtad y la base de fans en el país”, dijo Yandi Park, una de las concert business managers de Big Hit. “Esperábamos que las entradas se vendieran bien porque los productores también estaban confiados… Pero nunca anticipamos que se agotarían en minutos”. También están las manifestaciones orgánicas del fervor de los fans: Por años, varios parques y sitios públicos de todo Chile se usan como “sedes de ensayo” para incontables comunidades de fans que han armado sus propios grupos de baile.
Pero quizás la medición más impresionante, es también la más alarmante. Los dueños del Movistar Arena informaron a García que SOLO LOS GRITOS DE LAS FANS del concierto – csto cuando la banda aún no empezaba su show – llegaron a la impresionante marca de 127 decibeles de ruido, muy por encima del límite recomendable, lo que genera, entre otras secuelas, la pérdida de escucha progresiva. El productor reporta orgullosamente que es el nivel más alto registrado en la historia de la arena. “La audiencia gritaba sola”, repite García, con una gota de temor en su voz. “Era una locura”.
Traducción de Gianfranco Gatti, lee el artículo original acá.
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