La presidenta del Observatorio contra el Acoso Callejero, María Francisca Valenzuela, opina que este tipo de iniciativas son soluciones parche y de doble filo.

A raíz de la inauguración de la nueva línea 6 del Metro de Santiago el diputado por la Democracia Cristiana, Gabriel Silber, propuso la campaña “Un Metro de Respeto” con una serie de propuestas que pretenden frenar el acoso contra las mujeres en este medio de transporte.

“Sentimos que el Metro de Santiago está al debe en políticas públicas que se hagan cargo de la prevención como sanción del acoso sexual al interior del transporte público” señaló este domingo en conversación con Emol.

Dentro de las diferentes medidas el parlamentario propone vagones exclusivos para las mujeres cuando el metro alcance su hora punta, intentando replicar el modelo implementado en lugares como Tokio, Rio de Janeiro, Bogotá y Ciudad de México.

La iniciativa ha tenido resultados dispares alrededor del mundo e incluso muchos países se han retractado de la llamada “segregación de transporte” calificando la moción como poco efectiva. Sin ir más lejos, la secretaría de la mujer en Colombia anunció el fin de la medida en 2016 luego de dos años de su implementación por presentar resultados poco favorecedores.

En México los resultados han sido difusos debido a la falta de control policial. La campaña “Viajemos seguras” no ha logrado disminuir que un 65% de las mujeres que viajan en metro sean acosadas sexualmente en una de las ciudades más grandes de América.

La Ministra de Transportes, Paola Tapia, también rechazó la idea aunque consideró que toda iniciativa que intente erradicar el acoso callejero es válida y agradeció las intenciones del diputado Silber.

“Tenemos que tomar las experiencias, considerarlas y analizarlas.  Sin embargo, hoy estamos por la integración: implementando paraderos iluminados y otras características positivas para el traslado de las mujeres” agregó para radio Cooperativa haciendo énfasis en la campaña Mujeres en Transporte donde se llamaba a la integración del sexo femenino en este rubro.

Quien también rechaza la idea de crear vagones segregados es María Francisca Valenzuela, presidenta del Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC).

“Esto no es más que una solución parche. Hay que hacer de este tipo de problemas un tema de contingencia real donde las mujeres se sientan identificadas y seguras de poder hablar de la problemática con confianza” señala.

“El trasfondo del tema debería ser un llamado a generar confianza para denunciar con buenos protocolos de denuncia, algo con lo que las autoridades todavía están al debe”

El sitio web oficial  OCAC cuenta con una guía para saber qué hacer frente a las situaciones de acoso –piropos, agarrones, punteos– realizando un llamado explícito a denunciar incluso si no hay pruebas concretas del hecho como fotografías o testigos. Las denuncias y sororidad finalmente generan visibilidad en un tema de materia pública.

“Los vagones segregados incluso pueden disparar más machismo. En México existen vagones mixtos y cuando las mujeres sufren de acoso, se tiende a responsabilizarlas por no usar el vagón que supuestamente les corresponde” agrega Valenzuela.

En la actualidad, el acoso sexual callejero no es considerado un delito, sino una falta que ofende a la moral. El código penal señala en el artículo número 373 que es posible denunciar formas de acoso “grave” como exhibicionismo o agarrones, pero se excluyen los silbidos, miradas lascivas y piropos aparentemente halagadores.  

La ley de respeto callejero, que intentaba rellenar estos vacios y poner freno a las intimidaciones que viven día a día las mujeres de nuestro país tanto en la calle como en el transporte público, descansa en el congreso.

“La verdadera solución para terminar con el acoso callejero radica en la creación de una ley que proteja y ampare a las mujeres de forma legítima; educar a la población sobre lo que verdaderamente significa el acoso y capacitaciones al personal de Metro para que sepa cómo actuar frente a este tipo de situaciones”.