Pensé que Parasite era la película de moda en la categoría de cine arte este año. Esa que la gente alardea por su presunta profundidad, como ocurrió con Roma de Alfonso Cuarón (porque si la encontrabas mala, todos te miraban con desprecio y falto de sensibilidad para el cine arte y bajo ese espectro, lo mejor era quedarse calladite).
Pero me equivoqué y juzgué mal, porque si existe una película contemporánea que refleje los problemas sociales luego del frenesí consumista durante las últimas 30 décadas, es esta.
Antes del resumen que explica la trama de Parasite necesito preguntar ¿Qué tenemos los chilenos en común con Corea del Sur? A simple vista, nada. Pero si indagamos un poquito, nos daremos cuenta que Chile y el país asiático son los únicos de la OCDE donde han aumentado los suicidios. También los que presentan las tasas de natalidad más baja, y las con mayor desempleo juvenil.
La sociedad de Corea del Sur es muy competitiva, sumando a que viven con miedo constante a una guerra nuclear con su vecino del Norte, podemos indagar que existe un frenesí por vivir rápido y hacerlo de la mejor forma posible antes de que todo se vaya al carajo.
Parasite se ríe de los cánones sociales del país (bastante parecidos al nuestro, donde existe una clase alta que vive entre mansiones y parques mientras un grueso se acopla en sótanos aclimatados producto de la sobrepoblación).
El humor negro de la producción -que ganó la Palma de Oro en Cannes este año- es tan familiar al que conocemos que perfectamente podría ambientarse en Chile, porque los problemas de la familia peninsular son los mismos que comparten con la clase media chilena: desempleo, hacinamiento y falta de dinero para una educación que te permita superar ese estatus.
Cuatro miembros de una familia pobre se ven desesperados por encontrar algún sustento. Por eso, cuando el hijo mayor consigue trabajo como profesor particular en la casa de los millonarios Park, comienza un plan para que su madre, hermana, y padre se involucren asistiendo las necesidades de los millonarios de forma secreta y cautelosa. Sin embargo, ocurre un incidente que las arrebatará este idílico estilo de vida prestado, que no diremos porque #Spoiler.
Con Parasite uno se ríe durante la primera mitad de la trama, después atrapa la desesperación y ganas de traspasar la pantalla para advertir a los protagonistas de lo que está por ocurrir, y finalmente, el vacío: una sensación de angustia por ver la trama concluir de esta forma.