No todo fueron malas noticias esta semana.

*por Paloma Valencia

Después de 52 años de conflicto armado, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (más conocidas como FARC) se comprometieron a un cese al fuego bilateral y al desarme de sus tropas rebeldes, poniéndole fin a uno de los conflictos armados más largos de América Latina, uno que dejó más de 220 mil muertos, 45 mil desaparecidos y 7 millones de desplazados.

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En la ceremonia, el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el comandante de las FARC, Rodrigo “Timochenko” Londoño, firmaron un pacto de paz que compromete al grupo armado a desarmar a sus 7 mil guerrilleros, desplegados por todo el país, en un plazo no mayor a 180 días. En la ceremonia estuvieron presentes el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, y presidentes de diversas naciones latinoamericanas, incluidas la Presidenta Michelle Bachelet.

La totalidad de las armas serán entregadas a la ONU, quienes construirán tres monumentos con los restos de estas, también acordadas entre el Gobierno de Colombia y las FARC.

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Los inicios de la guerrilla son, por lejos, algo absolutamente distinto a lo que se convirtió hoy en día. Comenzó siendo un conflicto por la libertad de territorios campesinos colombianos, en 1964, que evolucionó a hacia un movimiento de raíces marxistas y alta preparación militar.

Gobierno tras gobierno se intentó firmar un acuerdo de paz entre el Estado y las FARC, y el movimiento político insurgente resultó en un caos nacional. Ya no solo eran civiles quienes morían a manos de rebeldes, paramilitares o en medio de un ataque entre efectivos militares y las FARC, sino que también políticos, candidatos presidenciales, periodistas, alcaldes y concejales.

Colombia se convirtió, paralelamente con el conflicto, en el mayor productor de cocaína del mundo. Con el tiempo fue desplazado por Perú.

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A pesar de que miles de colombianos, reunidos en su capital Bogotá, vieron en directo la transmisión del histórico acuerdo de paz, otros miran con recelo este hecho histórico.

La presencia de grupos dedicados al narcotráfico, repartidos por todo su territorio, entre la jungla y el caribe, y la violencia que estos generan no dejarán que Colombia se vuelva en el país más seguro del mundo de la noche a la mañana. Menos con la presencia atenta de Estados Unidos, su mayor comprador. Mientras, el resto del mundo espera ansioso saber cómo se desarrolla el acuerdo.

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“Colombia se acostumbró a vivir en conflicto y ya no tenemos recuerdos de lo que es vivir en paz. Hoy, por fortuna, con lo que se acaba de firmar damos vuelta a nuestra larga y trágica página de la historia”, dijo el Presidente Santos.