Se nos va el año y lamentablemente los mejores estrenos del 2011 no se emitieron en chile en salas comerciales.

Por eso es mejor rescatar algunas cosas que se quedaron en el tintero cinematográfico como este documental de Morgan Spurlock que si bien, no supera a su debut con Super Size Me, su resultado vale la pena rescatar, porque este documental funciona como un verdadero manual para pedir lucas si se trata de llevar a cabo algun proyecto audiovisual, por mas ridículo que suene.

La premisa de Spurlock en este caso, era realizar un documental financiado completamente por auspiciadores a través de placement descarados, incluso ofreciéndoles a las marcas llevar su nombre en el título del documental.

La cosa es que tenía que llegar a los 1,5 millones de dólares utilizando las bondades del Branded Entertainment  y en The Greatest Movie Ever Sold se muestra todo el proceso.

Buscando por canje a algún productor que le ayudara con contactos para conseguir los anhelados auspicios; a un abogado, para saber qué les podía decir del documental y qué cosas no, para no tener problemas legales, las reuniones con los altos ejecutivos de las marcas donde llevaba su idea y se las mostraba y se veía que algunos quedaban alucinados y en otros casos no pasaba de la puerta de la recepción.

Todo registrado completamente por la cámara que lo seguía a todos lados, antes y después de cada encuentro.

La cadena de Hoteles Hyatt, Pom Wonderful, desodorantes Ban, chicles Trident, aerolíneas JetBlue y muchas otras, son parte del show.

 

Lo mejor es que resulta muy entretenido poder entender a partir de lo que le ocurre a Spurlock,  cómo funciona el negocio de las marcas, en qué se fijan a la hora de invertir, cómo venderle (o no venderle) una idea a una marca y un sin fin de sutilezas que para quienes nos interesa saber cómo funciona la industria del entretenimiento, las banalidades aparecidas en la pantalla  se transforman en verdaderas revelaciones.
Así y todo, Morgan Spurlock con autorreferencia y megalomanía, termina mostrando en pantalla que el único que pierde en la eterna batalla entre el arte y el negocio, es el espectador. Por algo este 2011, entre muchas otras producciones,  no dieron comercialmente La mejor película jamás vendida.