Un nuevo estudio de una destacada universidad japonesa apunta a que los perros derraman lágrimas de alegría. Según vieron en la investigación, los animales se emocionaban al reencontrarse con sus dueños, mientras que no ocurría lo mismo al estar frente a desconocidos. Acá te contamos los detalles del descubrimiento.
Para entender a los perros, los humanos han investigado y estudiado sus reacciones, mientras que ellos también pueden interpretar nuestras reacciones y movimientos. Por nuestra parte, podemos decir que un perro está feliz cuando mueve efusivamente su cola de un lado a otro o saber que tenemos que acudir a un veterinario cuando se encuentra decaído y no se acercan a saludar o jugar.
A esa lista de gestos a interpretar, ahora podemos agregar lágrimas de felicidad, gracias a un estudio realizado por la universidad japonesa de Azabu. La investigación fue publicada en Current Biology y liderada por Takefumi Kilkusi, quien realizó una muestra con 20 perros y sus sueños.
Te podría interesar: Los perros de cara chata están sufriendo (y su venta no se detiene)
El experimento consistía en utilizar la “prueba de las lágrimas de Schirmer”, que consiste en colocar una tira de papel dentro de los párpados de los perros durante un minuto antes y después de ser reunidos con sus dueños luego de cinco a siete horas de separación. Cuando se encontraban con desconocidos, no había muchas lágrimas, mientras que al reunirse con sus dueños, las lágrimas aumentaban.
“Nunca habíamos oído hablar del descubrimiento de que los animales derraman lágrimas en situaciones alegres, como el reencuentro con sus dueños, y todos estábamos entusiasmados de que esto fuera una novedad mundial”, dijo Kikusui, quien también le pidió a 74 personas que calificaran retratos de perros con y sin lágrimas. En ese caso, las y los voluntarios tuvieron respuestas más positivas para los que tenían ojos vidriosos.
La curiosidad del investigador nació de su propia experiencia personal, en la que su poodle dio a luz a seis crías. Cuando las amamantaba, Kikusui notó que sus ojos se ponían vidriosos y comenzó a asociarlo con la liberación de oxitocina, también conocida como la hormona del amor.