Así como Taylor Swift se apropió de la imagen de víbora que nació en torno a ella, Piñera se hizo dueño hasta de las Piñericosas.
Si hablamos de capitalismo o de capitalizar algo y lo relacionamos con las elecciones presidenciales de este año, lo más probable es que nos imaginemos al candidato de Chile Vamos, Sebastián Piñera. Todos sabemos de su prontuario empresarial y también político. Sabemos de su apoyo a la propiedad privada y la forma en la que se ha convertido en dueño de distintas empresas y negocios.
En estas elecciones se ha podido ver como Piñera parece haberse hecho dueño de, tal vez, la última cosa que le faltaba: su bullying, el cual parece estar escondido dentro de Piñerín, ese corpóreo líder entre tantos otros corpóreos de Chile Vamos que nos recuerda algún capítulo de Shingeki no Kyojin.
A diferencia de otros gobiernos el de Sebastián Piñera no se recuerda principalmente por alguna cifra u obra. Rápidamente lo primero que se puede recordar del primer gobierno de derecha electo democráticamente después de más de 50 años, es el comportamiento de Piñera, las piñericosas, las decenas de risas o vergüenzas que hizo pasar a más de algún chileno. Como aquella vez que Morel le pidió que no mostrara más el papelito de los mineros, ¿Cómo olvidar esa icónica foto saltando el agua?, el famoso recuerdito que dejó a Merkel, cuando celebró los 500 años de independencia de Chile o cuando dio por muerto a Nicanor Parra, en fin, son muchas las veces.
Cuando comenzaron las Piñericosas, o por lo menos cuando se les dio ese nombre, la oposición de aquel entonces festinaba con eso, y en verdad, la población en general disfrutaba con cada metida de pata del mandatario. Los únicos molestos, (y algunos exageradamente molestos) fueron los fieles defensores y los denominados piñeristas quienes encontraban que la burla era una falta de respeto. En un momento se llegó a atacar a Kramer ¿se acuerdan? Pero el intento de frenar la risa era imposible, de la misma forma como era imposible que Sebastián Piñera dejará de entregar una Piñericosa por semana.
¿Qué se podía hacer con tanta Piñericosa y viral dando vuelta en contra de Sebastián Piñera? Si The Clinic primero capitalizó su creación con un libro compilando en forma de viñetas las mejores piñericosas, el empresario optó por ir más lejos y adueñarse de su propio bullying creando al personaje de Piñerín quien, reconozcamos, es bastante simpático o por lo menos más simpático.
Si bien la oposición a Piñera sigue y seguirá usando las Piñericosas, la diferencia ahora es que los defensores del expresidente (o fanáticos) ya no se enojan, y eso provoca más fuerza en el candidato y más exposición. Es cosa de revisar Instagram o Twitter la cantidad de odio o comentarios en contra de Piñerín, pero lo cierto es que todos están hablando de Piñerín, incluso más que Guillier o Sánchez.
La izquierda sigue atacando a Piñera ya sean por el relativismo con el que se mueve entre la legalidad y la ilegalidad como también por sus piñericosas, pero no han logrado debilitarlo. Por mientras se ve como si Piñera hubiese creado a Piñerín para que sus opositores se entretengan.
Piñerín es un distractor.
Si es o no una buena estrategia, eso se verá en unos días más. Habrá que ver cuántos votos serán nulos este 19 de noviembre por haber marcado, y creado, la opción de Piñerín en la papeleta.
PD: Ojo con este momento fail: