Chile perdió.
Se luchó, se jugó como nunca, hicimos temblar y llorar a los brasileños pero nuevamente la historia se hizo presente.
Desde que tengo conciencia, he visto a Chile (cuando clasifica) sólo llegar a octavos de final, siempre son los brazucas los que nos liquidan y es una historia que sólo queremos olvidar.
Minuto ’89 (si mal no recuerdo), Pinilla patea el balón y por sólo 1 centímetro, sólo 1 centímetro estuvo a punto de que comenzara una guerra civil en Brasil, y obviamente, a que Chile por completo fuera un carnaval non-stop de al menos 3 días.
Las derrotas son para aprender y superar, al menos eso pienso, por ende no entiendo a Pinilla.
El oriundo del equipo de la vocal no se le ocurrió nada mejor que homenajear algo que no fue, rendir tributo y recordar un momento ilusorio, un momento del cual no queremos recordar. Se trata de un segundo donde nos esperanzamos pero no pasó nada.
Es como tatuar el nombre de la mina rica del colegio, esa que una vez te pidió el cuaderno de química y uno creía que por eso esta chica andaba detrás de uno, y en verdad nunca te pescó, o como tatuar el logo de la empresa donde trabajas porque saliste empleado del mes, y sigues ganando el mismo sueldo que hace 5 años.
Sin duda las interpretaciones del tattoo de Pinigol dan para mucho y aunque suene muy de Matinal, es típico chileno.
¿Qué creen?
Mi escritorio es un asco. Voy a tatuarme un escritorio lleno de papeles.
— Travesaño De Pinilla (@angebrik) julio 1, 2014
A mi después de ver esto se me ocurren millones de tatuajes de cosas que me marcaron pero no fueron:
- Me tatuaría el nombre de casi amores de mi vida
- Me tatuaría fotos de cómo podrían ser mis hijos
- Me tatuaría escenas de películas que nunca vi
- Y por último, si me voy en una onda bien canera, en lugar de tatuarme nombres de gente que he matado, me tatuaría los nombres de todos los personajes que he matado en el GTA. Eso si es que es respect.
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