Como todo ícono cultural el nombre de Hugh Hefner despierta tanto desprecio como admiración. Sin duda alguna, para bien y para mal, Playboy sencillamente cambió el curso de la historia.

por Paulo Guzmán y Marcial Parraguez

Hugh Hefner era un sicólogo con pasión por los negocios y transformó la literatura gráfica en el concepto de lo que debía ser un dandy, definción que hasta el día de hoy y sesenta años después de la primera publicación de Playboy persiste en el ideario de masculinidad occidental.

La gracia de Playboy va más allá de las polémicas a las que la revista ha estado sujeta, sin embargo resulta imposible obviar las múltiples denuncias que acusan a Hefner de explotar a las mujeres, imponer estereotipos de belleza extrema, promover ideales imposibles, también de exponer y naturalizar la prostitución de mujeres jóvenes, de buscar a chicas rurales y desorientadas para darles trabajo de conejitas, hay otros que piensan que le debemos poder ver pornografía en la comodidad de nuestra casa y gozar de diversas libertades sexuales.

La primera edición de la revista lanzada en diciembre de 1953 es reconocida por tener a la iconográfica Marilyn Monroe posando desnuda en su contenido, pero la importancia de este primer tiraje va más allá de lo sexual y rompió las reglas de la pechoña sociedad americana que intentaba extrapolar el american way a todos los países de occidente –incluyendo Chile-.

Si pensaste que los años 50 fue una época maravillosa donde la gente bailaba Rock & Roll mientras tomaba malteadas y sudaba gomina estás muy, pero muy equivocado/a. Estados Unidos tenía políticas raciales extremas para la población afroamericana que se veía segregada y mantenida bajo pobreza, las mujeres tenían derechos mínimos pese al importante rol que cumplieron durante la segunda Guerra Mundial y la censura controlaba la vida de todos los ciudadanos para demostrar que la pureza mental de occidente era superior a la del bloque comunista.

Un mundo que todavía no se recuperaba de los horrores de la postguerra, se entregó al conservadurismo y capitalismo del bloque victorioso que aseguraba estar en la cúspide social y valórica.

Pero Playboy llegó a desordenar todo.

La capitalización de la calentura

“Playboy va a dibujar una ficción erótica capaz de funcionar al mismo tiempo como domicilio y como centro de producción.” (Beatriz Preciado, autora Pornotopía)

Hefner se dio cuenta que sus deseos podían ser los del hombre estándar. Luego de que la revista Esquire no quisiera darle un aumento de US$5 en su trabajo pensó en idear Playboy, y así nació todo lo que hoy se conoce como la Industria de entretenimiento para adultos Playboy.

Lejos de los ensayos, las fotografías y la calidad de quiénes alguna vez publicaron en la revista, Playboy rompió los límites morales. Replanteó la pregunta sobre el protagonismo de la mujer y la puso en portada, con poca ropa.

La inteligencia de Hefner permitió capitalizar la necesidad del sexo. El sueño de lo que no se puede tener, la extrema belleza, la celebridad y el erotismo.

El soltero urbano: masturbación en guerra fría

La guerra fría (1947-1991), continúa Preciado, llevó a la edificación urbana-familiar de Estados Unidos, la arquitectura se conformó de tal manera que el espacio público iba disminuyendo cada vez y eran los privados quienes tomaban el control del la urbanidad.

Es así como Playboy reivindica al hombre. Como un hombre soltero y urbano. Esta es una construcción a la que el autor se refiere como la domesticidad masculina: el hombre vuelve a casa, pero no la habita. La revista, entonces, reconquista la casa del hombre y hace que este la habite y modifique sus comportamientos .

Los espacios suburbanos se transformaron en los “áticos de los solteros”, hombres con dinero, de corporaciones, con trajes caros tomando martinis rodeados de mujeres con poca ropa sirviendo alcohol mientras juegan poker o comentan la actualidad política del momento.

Entonces esta suerte de urbanidad pasó a ser una “urbunnidad” como decia Richerd Corliss siendo citado por Preciado. Es decir un club “posdoméstico” que era recorrido por mujeres vestidas de conejitas y hombres que aspiraban a ser los auténticos playboys.

Esta revista, como cualquier otro medio de comunicación, es tildado de material de ocio y también como representación de lo que existe en la ciudad, como un reducto urbano.

Así como el hombre trabajador se quedó en la ciudad y el soldado salió del país la revista se vendió y se exportó no solo en el espacio nacional, sino que se movió entre lugares en explosión. Soldados desfilaban con sus Playboys bajo el brazo, las escondían entre las maletas, bajo los colchones en las tiendas de campaña y se masturbaban después de tirar una granada en nombre de la libertad americana.

The girl next door

A Hefner se le acusa, entre otras cosas, de implantar en el imaginario social diferentes estereotipos.

La imagen de la chica que podía ser tu vecina, esta rubia a la que podrías espiar por la ventana de tu pieza mientras te masturbabas. Todo siempre desde la heterosexualidad. La mujer sensual para Playboy, entonces, debía ser joven, muy joven, parecer inocente mientras jugaba con su sensualidad.

La importancia del Pijama en la modernidad

¿Qué tienen en común Žižek y Hefner? Ambos volvieron del pijama un icono. En la modernidad el pijama aparece como un símbolo de estilo, comodidad, elegancia y relajo. Hablar desde la cama, desde un mueble que recorre el placer, la familia, el trabajo, parece ser algo corriente, sin embargo Hefner fue un pionero.

Parece ser un sueño poder vestir un pijama todo el día, dar entrevistas en pijama, trabajar desde tu casa, desde tu cama. Hefner volvió este sueño en realidad y la fantasía dejó de ser fantasía.

“Sólo la veo por los artículos”

Playboy no es famosa tan solo por el piluchismo. Grandes autores del mundo contemporáneo encontraron dentro de sus páginas un espacio para desbordar su creatividad en un medio liberal sin censura. Truman Capote, abiertamente homosexual, comenzó su carrera realizando diferentes entrevistas para el medio que en su cúspide llegó a vender 7 millones de copias mensuales.

Margaret Atwood, ícono feminista, también escribió diversas historias para Playboy al igual que Ursula Le Guin.

El premio Nobel Colombiano, Gabriel García Márquez, escribió para la revista en 1968 una historia bastante sexual sobre la aparición de una entidad irresistible para la población de una pequeña aldea en Sudamérica, algo muy propio de lo que sería su aclamado trabajo.

Haruki Murakmi, también participó en la revista colaborando en 1992 con ensayos que se transformarían en uno sus libros más representativos: El elefante desaparece.

Farenheit 451, la novela distópica de Ray Bradbury, tuvo cabida en el mundo editorial en primera instancia por partes en Playboy. Kerouac siempre consideró a Hefner como su mejor editor. Palahniuk, Vonnegut, Henry Miller, Norman Mailer, colaboraron también para la revista, y viceversa. La situación fue similar con el periodismo. En un mundo donde el contexto se centraba en la polarización de dos ideologías que arrasaban con poblaciones enteras para demostrar una verdad absoluta, Playboy supo poner el freno de mano y prácticamente inventar lo que se conoce como el periodismo narrativo, que buscaba contar historias  más que hacer propaganda. Asimismo, dentro del género de las entrevistas, Playboy consagró sus interrogaciones como un género propio.

La gran crítica que hacen los seguidores de la revista es que siempre se ha asociado a Playboy con la desnudez y la explotación de las mujeres como materia sexual. Sin embargo, la idea inicial era que las mujeres se mostraran sin tapujos en un mundo donde los hombres las empaquetaban.