Orange Is the New Black – serie original de Netflix – ha logrado hacerse un espacio muy grande en mi corazón. Tanto así que logró involucrarme en la última temporada al punto que sentí el sufrimiento que vivían los personajes en cada capitulo. Si pudiera resumir la última temporada en dos palabras sería impredecible y angustiante. ? SPOILER ALERT!!! ?
La serie escrita por Jenji Kohan ha dado un giro en las series de televisión asignando, a mi gusto, los mejores roles para mujeres en los que se muestra sin enchular la real diversidad entre ellas. A lo largo de las cuatro temporadas ha logrado concientizar sobre la comunidad trans, el racismo y el sexismo haciéndolo cotidiano en la vida de cada presa. El personaje de Laverne Cox, fue portada para la Revista Time gracias a lo que ha logrado transmitir Sophia Burset a la audiencia, e incluso el drama de que el personaje se mantuviera en aislamiento injustamente “por su propia seguridad” fue una de las primeras angustias que nos hizo pasar la cuarta temporada.
En esta última pudimos dejar atrás por completo la paz con la que termina la tercera temporada, en donde muchos criticaron que se hacía ver la cárcel como un escenario entretenido, cuando en realidad debiera ser todo lo contrario. De principio a fin los guionistas tiran sin piedad de la alfombra en la que la audiencia está parada, haciendo que nos caigamos de espalda de los horrores que se viven día a día en Litchfield.
Para entender parte de las atrocidades que están pasando en esta cárcel, hay que recordar que se esta se privatizó, que los guardias se revelaron y se fueron todos juntos, y por último pero muy importante, que hay una sobre población por la llegada de muchas prisioneras nuevas. Con este ingreso, la población de hispanas aumenta y así deciden hacerse las más poderosas, creando rivalidad entre ellas mismas y segmentándose en latina gangs de mexicanas y puertorriqueñas.
Creo que Orange Is The New Black podría ser uno de los mejores, si no el mejor drama de Netflix (me atrevo a decir eso sin haber visto muchos más ni ser una tevita experta ?). Los veteranos de guerra que llegan a reemplazar a los antiguos gendarmes, vienen con decisiones drásticas frente a las acciones de las reclusas, dejando de lado sus derechos humanos y abusando del desorden organizacional que se está viviendo en Litchfield. El oficial Piscatella se transforma en el que toma las decisiones finales, saltándose a Caputo y a cualquier forma de jefatura sobre él, influyendo en los demás oficiales y haciendo que las presas sufran las peores formas de castigo.
Los flashbacks que nos contaban por qué cada mujer había entrado a la cárcel, ahora aumentan para convertirse no necesariamente en historias que te cuenten sus infracciones legales, sino que también buscan mostrarnos muchas más facetas de cada personaje. Además, en esta temporada también se analiza el pasado de algunos de los oficiales, que demuestra que su historia de vida es tan oscura y terrible como el de alguna de las mujeres.
Una de las escenas más fuertes de la tercera temporada es la violación de Pennsatucky, que en la última se convierte en un ejemplo de supervivencia y templanza, siendo uno de los personajes que más ha evolucionado a lo largo de la serie completa. La mujer interpretada por Manning empezó siendo una loca, después empática, enfurecida y finalmente la vemos vulnerable teniendo que vivir bajo la supervisión del violador que trata de convencerse a si mismo que está enamorado de ella.
Podría hacer una nota completa de los últimos dos capítulos de esta última temporada de Orange Is The New Black (pero no quiero arruinarlo para ustedes), en la que los guionistas dejaron toda la empatía de lado y nos hacen sufrir con la terrible, horrible, asquerosa y sufrida muerte de Poussay (uno de los personajes más tranquilos y tiernos de la serie) en las manos de un oficial que no supo medirse.
Sin duda, esta es la temporada que me ha hecho pasar por más sentimientos desde principio a fin, con una combinación perfecta de: risa y cariño que caracterizan a las mujeres, más la angustia y dolor que se siente al verlas sufrir en las pésimas condiciones en las que se encuentra la cárcel.