Tras el primer contagiado por COVID-19 en la ciudad de Wuhan (China), el mundo se ha puesto en alerta frente a esta pandemia mundial, que hasta ahora registra cerca de 340 mil casos y supera los 14 mil decesos en 178 países, cifras que aumentarán cada minuto.
En Chile la cifra de contagiados es de 922 y 2 personas fallecidas.
Frente a este escenario, hace unos días el Gobierno anunció la fase 4 de este virus, impulsando el cierre de fronteras; suspensión de clases en establecimientos educacionales; cuarentena obligatoria para los casos de contagio; reducción del número de personas en actos públicos; y sanitización del transporte. Además, recientemente anunció el estado de catástrofe nacional, restringiendo las libertades de las personas para otorgar mayor seguridad.
Para el Vicerrector de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile, doctor Flavio Salazar, “lo primordial es acatar las medidas de distanciamiento entre las personas, pues resulta ser la manera más efectiva para detener la velocidad de contagio”.
Además, desde la casa de estudios aseguraron que su Hospital Clínico está focalizado en realizar tratamientos y diagnósticos oportunos. En esa línea, en la Facultad de Medicina trabajan laboratorios para el procesamiento de muestras y así aportar en aumento del número de test que se hagan a diario.
Fase 4 en Chile: estrés para la ciudadanía
La tasa de mortalidad del COVID-19 ronda el 3,4%, siendo inferior respecto a otras enfermedades como el ébola, que presenta un 50%. Sin embargo, se ha dado cuenta del miedo manifestado por la gran mayoría de la población. Escenas de supermercados sin papel higiénico, alcohol gel, jabón y algunos alimentos no perecibles, han sido difundidas en televisión y redes sociales durante esta última semana.
La doctora en psicoterapia y académica del la Universidad de Chile, Vanetza Quezada-Scholz, explicó que el miedo es una emoción básica y fundamental para la supervivencia. “Las personas compran más de lo que necesitan porque les otorga una sensación de seguridad, siendo una forma activa para regular el miedo y la ansiedad frente a una amenaza de la cual sabemos poco o nada. La incertidumbre frente a COVID-19 facilita y acelera el comportamiento evitativo. Estos pueden resultar desmedidos, o incluso generar situaciones de sobreexposición sin considerar riesgos”, destacó.
Asimismo, indicó la importancia de interpretar la contingencia actual desde la psicología. “Esto permite detectar señales de amenaza que llevan a las personas a pensar que el contagio y la privación se hacen una realidad cada vez más probable. El miedo y la ansiedad surgen como respuestas naturales. Por ello, tener la posibilidad de quedarse en casa y estar bien abastecido permite disminuir estas emociones”, agregó la investigadora.
Entre las recomendaciones señaladas por la experta, destaca mantener el contacto con cercanos mediante teléfono y redes sociales durante el aislamiento para evitar cualquier riesgo en salud mental. Además, indicó la relevancia de darle continuidad a la rutina en el hogar y los horarios de sueño y alimentación, junto con practicar actividad física diaria.