“El gobierno del Presidente Piñera sigue firme en la lucha contra las drogas”, dijo el Gobernador de Concepción, Robert Contreras.

Lo que acabas de ver no es una broma, de nuevo, no es La Legal (como el otro día con los helados con caca). Es una noticia 100% real y no puede ser más ridículo.

Es decir, uno puede discutir si alguien vendiendo queques de marihuana infringe la Ley o no (probablemente si) y luego entrar a discutir lo mal hecha y desfasada al tiempo que está la Ley 20 mil aún, pese a las modificaciones que se han hecho.

Uno podría decir incluso, quizá bromear, con que los malditos que venden queques de marihuana que tienen cero marihuana son los verdaderos delincuentes.

Pero en fin, la cosa es que desde la Gobernación de Conce y Carabineros hicieron el loco esta mañana armando un punto de prensa presentando como un acto de “firme lucha contra las drogas del Gobierno”, la detención de un joven de 27 años que vendía “quequitos mágicos” al interior de la U. de Concepción.

En total eran 11 trozos, casi un kilo de queque. Difícilmente estamos en presencia de un golpe al narcotráfico ni mucho menos. Sobre todo cuando todas las legislaciones del mundo desarrollado van en pos de dejar de considerar la marihuana una droga que sea un peligro para la sociedad, todo lo contrario.

Desde donde se le mire esto es un insulto a la inteligencia, es como un mal chiste, mientras en los sectores más vulnerables del país se vive con la amenaza de la pasta base y sus víctimas y sus traficantes y sus soldados. Mientras hoy día es 100 veces más fácil comprar cocaína que marihuana. Mientras en La Hermida, Peñalolén, los vecinos denuncian que no pueden ni dormir por las balas al aire y los fuegos artificiales que usan los narcos para avisar que llegó la merca o para despedir algún caído.

Es realmente triste y ridículo lo que está pasando. Y ojo que nadie ha dicho que no haya gente trabajando para que las situaciones descritas en el párrafo arriba cambien. Por supuesto que hay, incluso arriesgando el cogote, eso es seguro. Por eso la decisión de armar un show respecto de la imbécil detención de un cabro vendiendo queques es para llorar de risa y rabia.