Buscando burlar la censura de la dictadura militar que tomó el poder de Brasil en 1964, los periodistas empezaron a agregar recetas de queques subversivas en las páginas de los diarios.
Fue en 1968. El lugar, Brasil. Los militares tomaron el gobierno casi cuatro años antes y, los últimos meses, la represión era muy fuerte. Encuentros de más de tres personas en lugares públicos eran considerados potencialmente políticos y, por lo mismo, sospechosos. Muchas ciudades tenían toque de queda. Las personas eran presas regularmente por mostrar “tendencias subversivas” sin ninguna explicación. Cualquier canción, libro, película u obra de teatro tenía que pasar por un censor antes de ser estrenado.
En la época abrías un diario en una página aleatoria y, entre tres noticias relativamente triviales y un poema, habían cuatro recetas de queques. Dos de ellas eran exactamente iguales. Una de ellas terminaba en nada, en el medio de las instrucciones. Otra decía que tenían que echarle un kilo de sal.
Algo estaba mal. O, por lo menos, era eso lo que la redacción de los diarios populares de Brasil querían que la gente notara, y por eso las noticias consideradas inapropiadas para publicación por el gobierno eran sustituidas por versos de “Os Lusíadas”, un poema portugués del año 1500 y recetas de queques de fubá (un queque típico de Brasil hecho con harina de maíz) imposibles de comer.
“Los redactores y periodistas pensaban: necesitamos decirle a los lectores que estamos siendo censurados”. Así fue cuando las recetas y los poemas empezaron a aparecer, para transmitir: la información que estaba aquí fue censurada”, explica Maurice Politi, jefe del Núcleo de Preservación de la Memoria Política y ex prisionero político.
“Y no sólo las noticias políticas eran censuradas. En 1972, hubo una epidemia de meningitis en Brasil. Más de 3 mil niños murieron porque era prohibido publicar en el diario que Brasil tenía meningitis”, explicó.
Hoy, casi 34 años desde que terminó la dictadura en Brasil, el legado de las recetas de queque como indicador de información reprimida continua en el aire de la cultura brasileña. No es raro que una receta random aparezca donde no debería estar, es una forma que los periodistas, políticos y artistas hacen referencia a los tiempos dolorosos de la represión y, para informar al público que a pesar de que no esté en la misma escala, la censura aún es muy posible.
Durante la dictadura, cada diario encontró una forma propia para resistirse a la presencia de censuradores en las publicaciones, ya fuera publicando fotos de demonios, primeras páginas en blanco, billetes o hasta escribiendo la letra de “Strangers In The Night” de Frank Sinatra, para alertar sobre la llegada de un visitante no-familiar entre los periodistas.
Sólo al diario O Estado de São Paulo le censuraron más de 1.100 artículos durante el período de dictadura y publicó el poema “Os Lusíadas” 655 veces. Muchas veces fue como una forma de informar sobre muertes sospechosas de periodistas y/o activistas, además de crímenes políticos y torturas. Ese número de artículos no incluye las publicaciones autocensuradas por parte de los mismos periodistas, una práctica muy común en la época por motivos de seguridad.
“Sabíamos cuando algo había sido censurado. Ser un periodista en la época era muy difícil”, explica Adélia Borges, una periodista que empezó a trabajar en el Estado de São Paulo en 1972, a los 21 años.
Las recetas de queques, que terminaron siendo emblemáticas por la censura, eran más conocidas por aparecer en la publicación ya extinta “Diario de la Tarde” (Jornal da Tarde).
Generalmente eran simples, mostraban queques tradicionales que ya eran de conocimiento común para la mayoría de los brasileños. Otra publicación “O Jornal do Brasil”, mostraba recetas de bombones caseros en vez de noticias censuradas.
Como las recetas eran puestas justo antes de la impresión, siempre que habían espacios en blanco dejados por textos cortados, las instrucciones de las recetas generalmente quedaban incompletas, y la receta para el mismo queque era repetida en varias partes de la edición. En algunas ocasiones, los títulos de las recetas eran una ironía para ciertos políticos, haciendo referencia al sobrenombre de ellos en algunos ingredientes. Muchas veces, el producto final era una mezcla imposible de comer, lo que trajo también reclamos de lectores que intentaban prepararlas. Algunas personas hasta encontraban que la abundancia de recetas en las páginas del “Jornal da Tarde” representaba un nuevo foco del diario para un público femenino.
Y eso no podía estar más lejos de la verdad, confirmar Adélia, que, cuando era una joven periodista, también trabajó para “El Movimiento”, una publicación más chica pero que era de oposición a la dictadura. Durante ese tiempo, ella hizo una edición especial sobre las mujeres trabajadoras en Brasil.
“Usamos las estadísticas oficiales del gobierno sobre el trabajo para las mujeres. Había un retrato claro de desigualdad salarial y, además de la falta de mujeres en roles de liderazgo”, ella cuenta. “El 85% del contenido de esa edición fue censurado, incluyendo los números oficiales del gobierno. La edición nunca fue impresa”.
Apesar del nivel de censura y las recetas de queques que parecen cosas del pasado, las cicatrices de la dictadura en Brasil aún existen. El número de víctimas asesinadas no son exactas y muchos documentos podrían mostrar el verdadero grado de violencia en la época.
En 2019, el presidente Jair Bolsonaro, que ya había expresado su admiración por coroneles conocidos por torturar prisioneros políticos de manera particularmente cruel, lo asumió y puso a varios militares en posiciones claves de su gobierno.
Hablando con sobrevivientes del régimen y periodistas que estaban trabajando en la época, ya sienten la sensación de inestabilidad. “Estamos entrando en tiempos peligrosos”, dijo Politi, cuando le preguntaron sobre el clima político actual. “No veo prisiones inmediatamente, pero hay militares en todos los ministerios. Ellos no tenían que volver para la misma violencia de años atrás, porque son tiempos diferentes. Pero la cosa puede ponerse fea si no hay resistencia, si el congreso no nota que estamos remando para un régimen autoritario”.
En catorce días del 2019, al colectivo artístico “Es Uma Maluca”, le prohibieron usar grabaciones de voz de un discurso de Bolsonaro en una instalación, así que en vez de eso, pusieron a una persona leyendo recetas de queques.
Este texto fue originalmente publicado por Biju Belinky en Vice Brasil y traducido por Pousta.