El empresario afirma que la intención era preservar el patrimonio arquitectónico de Chile en su fundo “La Punta”.

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Los guionista de televisión en realidad no necesitan inventar nada. Con las historias de los grandes robos que han ocurrido en el país durante el último tiempo, tendrían de sobra con personajes y tramas imposibles de imaginar, como las de Alberto Chang o Rafael Garay que dan para capítulos y temporadas de persecuciones y excesos con drogas y fugas a países europeos.

Sin embargo, como la televisión prefiere mantener a Patricia Maldonado al aire en lugar de darle al público la entretención que se merece, tenemos que conformarnos con leer los sucesos recopilando los hechos en nuestra cabeza.

Porque uno de los capítulos centrales de esta serie ficticia definitivamente tendría como protagonista a Raúl Schüler, que compró obras de artes robadas de diferentes sitios históricos incluyendo el Cerro Santa Lucía.

En su fundo “La Punta” ubicado en la comuna de San Francisco de Mostazal -cerca de Rancagua, la ciudad meme– Schüler tenía estatuas compradas por traficantes de artes extraídas de lugares como el Cementerio General de Santiago, la iglesia de San Francisco y una plaza de Valparaíso además de una cuantiosa cantidad de armas antiguas.

Por esta razón se encuentra a punto de ser formalizado en el Tribunal de Garantía de Graneros por receptación, infracción a la ley de Monumentos Nacionales y la ley de Control de Armas.

Lo mejor de la situación hasta el momento, ha sido la defensa de Schüler de 74 años, que afirmó que mantuvo las obras en su propiedad de 40 hectáreas para preservarlas de un futuro incierto.

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“He gastado una brutalidad de dinero comprando todas estas cosas. Tenía un proyecto de vida y una de mis maneras de sentirme realizado era dejar todo esto como herencia, encuentro que en este país destruyen todo, no hay memoria de nada. Yo quería conservar este patrimonio arquitectónico rural para el país” afirmó dentro de una declaración de 13 carillas al que tuvo acceso La Tercera.

“Siempre viví en casas antiguas, la casa de mis abuelos tenía los cielos pintados (…) Viví rodeado de antigüedades” agregó.

El empresario también aseguró que logró hacerse de un capital considerable gracias a los negocios agrícolas. Además, también fue enfático en añadir que recibió el fundo La Punta en condiciones paupérrimas y que había dedicado su vida para restaurarlo y hacer de este lugar un espacio de apreciación artísticas.

También dentro de documento recalca que en la mayoría de los casos, nunca preguntó sobre la procedencia de las obras, compradas en su mayoría a dos comerciantes que murieron siendo imposible verificar estar parte del testimonio.

Agregando también a su defensa, el empresario señaló que la mejor forma de comprobar su inocencia es la extensa colección audiovisual donde aparecen sus obras como consta en diferentes sesiones fotográficas y películas realizadas en el fundo.

“He permitido que se filmen películas, se hagan reportajes fotográficos y especializados en decoración en los cuales se han fotografiado muchas de mis estatuas, incluso algunas de las que han sido incautadas, lo que a mi juicio permite demostrar que nunca sospeché siquiera que tuviera una procedencia ilícita. Me imagino que si alguien supiera que tiene cosas robadas no las mostraría o no permitiría que se exhibieran públicamente como yo lo permití” señala.

Schüler también agregó que nunca usó o disparó ninguna de las cien armas que conservaba en el lugar y que no “existe boleta en el mundo de la transacción de obras de artes”. Sin embargo, tal como informó la PDI, las estatuas robadas están avaluadas en más de 4.000 millones