Debe ser primera vez en la historia que dos representantes de polos tan opuestos de la política están en pleno acuerdo en una cosa tan profunda.
Anoche- luego de un fin de semana de horror, marcado por el estupor que causó la lesión de Gustavo Gatica, que perdió un ojo y lucha por mantener algo de visión en el otro, y el caso de, John Cobin, un estadounidense chaleco amarillo, supremacista blanco, que disparó contra un grupo de manifestantes en Reñaca hiriendo a uno, transformando lo que era una protesta pacífica en la playa en una batalla campal entre policía y manifestantes (hay registro de un joven que perdió un ojo herido por balín o perdigón)- el gobierno salió a anunciar la creación de una nueva Constitución.
La primera reacción fue de agrado y sorpresa. Pero eso rápidamente pasó a la duda, incredulidad, y finalmente de una sensación que no convenció a nadie, puesto que el método propuesto era el de “Congreso Constituyente”, que en términos sencillos vendría a ser una versión muy pero muy diluída de lo que la demanda social principal es, que es la creación de una nueva constitución a través de una Asamblea Constituyente.
El tema parece ser, de nuevo en términos sencillos, que el hecho de que sea el parlamento el que arme la nueva Constitución, no deja satisfecho a nadie, pues o “carece de credibilidad” o deja en un rol muy secundario a la ciudadanía que hoy día exige ser parte activa del proceso.
A continuación te dejamos las opiniones del senador Manuel José Ossandón (RN) y el diputado Tomás Hirsch (PH) explicando por qué consideran que la propuesta del gobierno no es suficiente.
Acá puedes leer un interesante informe del PNUD sobre los distintos mecanismos para cambiar la Constitución.