Cuesta pensar que al interior de la casa de Monjitas 352 estén realizándose tantas cosas, pues es allí donde encuentras el taller de Freddy Ampuero y Nishinja Das, dos tatuadores de la vieja escuela en nuestro país, que han viajado por el mundo aprendiendo de este milenario arte y hoy abren las puertas de su estudio para conversar con nosotros y contarnos un poco sobre su trabajo, experiencia y opinión respecto de la emergente cultura del tatuaje en nuestro país.
¿Podrían contarnos más o menos cómo y hace cuánto empezaron?
ND: Yo empecé a los 14 años. Fue solamente porque conocí a un chico que me tatuaría aquí en Santa Rosa. En realidad fue como amor a primera vista con el tatuaje. Llegué al taller y cuando vi, y mi primera impresión fue esa; lo vi y dije “esto es”.
Más que la vida de tatuador, su vínculo con el arte callejero, que no es para todo el mundo lo hicieron atractivo para mi.
FA: Llevo unos 20 años tatuando. Comencé cuando eran muy poquitos en el ambiente del tatuaje en Santiago; uno por aquí, otro por un lado, era como mucho más selectivo.
Todo empezó cuando me hice mi primer tatuaje a los quince, me lo hizo un chico que venía de Argentina y eso me revolucionó la mente.
¿Cuando empezaste estaba ese prejuicio que hacía a la gente pensar que el tatuaje se limitaba a motoqueros o gente así?
FA: Claro que si y con mayor razón, teniendo en cuenta que veníamos saliendo de la dictadura militar.
Los tatuajes obviamente no eran comerciales, no habían estudios en galerías como hoy, eran hechos más que nada en casa y había mucho más rechazo porque no había la cultura suficiente para entender cuál era un tatuaje hecho en prisión por ejemplo de otro hecho por entendidos. Hoy en día se puede notar claramente la diferencia.
¿Estudiaste algo relacionado o complementario con el tatuaje?
FA: No, fue todo autodidacta, es el amor al tatuaje. Esto va en el hecho que el tatuaje es callejero, de ahí nació. Que hoy en día se considere arte y se lleve a exposiciones en museos es porque muchos artistas plásticos se han introducido en el mundo del tatuaje y lo han vinculado a su mundo.
El tatuaje tiene sus raíces que son callejeras con los marineros en América o también en la cultura oriental, pero realmente es de pueblo, de gente.
¿Por qué se da la dinámica de ir y venir de los tatuadores dentro y fuera del país?
FA: Es porque no es como otras carreras donde existen escuelas; si quieres ser periodista hay decenas de escuelas y generaciones con periodistas en tu país. Con el tatuaje la única forma de aprender es viajando, en caso de que eso busques. Hay otros que se van para ganar más dinero gracias a que afuera hay mucha más cultura del tatuaje. Si tu te dedicas a viajar para aprender, claramente vas a crecer muchísimo como tatuador.
Ese eterno regreso suyo es porque su plan entregar una cultura del tatuaje en nuestro país…¿?
FA: Inconscientemente estamos tratando de generar una cultura del tatuaje, porque claro, vas a fuera y ves cosas que difícilmente acá podrías, pero aún así sientes la necesidad de volver, porque después de todo con nuestra escena tan pequeña, puedes encontrar siempre gente que va por un estilo más under de tattoo. Todavía no es tan tan comercial como afuera, por eso nuestra escena aún es llamativa incluso afuera. En Chile puedes tener un taller como este en el que llega gente que realmente ama el tatuaje.
Ellos admiran que en un lugar tan pequeño como Santiago se pueda lograr eso.
¿Entonces el tatoo afuera está profanado, desvirtuado o algo así?
FA: Claro, porque en proporción, ahora son muchísimos más los que no están estudiando que los que sí, todo por ver programas de televisión.
¿Pero eso te da lata?
FA: Claro que si, aunque lo positivo es que la gente puede ver la diferencia entre tatuadores improvisados y aquellos con estudios.
Esto me recuerda cuando uno era más chico e iba a shows de bandas under hasta que llegaba en momento en que se llenaban y ahí ya no te gustaban. Aunque ahora más grande podemos ver lo positivo y es que si iba más gente, la banda significa que está creciendo, incluso monetariamente.
FA: No creo que en este caso sea tan así. Antes los tatuadores ganaban mucho más porque los pocos que habían, estaban a disposición de todo Santiago, en cambio ahora existen demasiados.
Ahora existe una suerte de crisis, porque mucha gente cree que es tener una máquina y listo.
Claro, llevan un mes tatuando y ponen un estudio, pero eso es una falta de respeto para el cliente también porque realmente el trabajo que están entregando no es de calidad. Podríamos decir que se aprovechan de la gente que no tiene cultura del tatuaje y que simplemente busca llevar “algo bonito en la piel” nada más. Ni siquiera existen estudios de la piel del cliente.
MD: Existe mucha diferencia entre un tatuaje hecho por alguien que sabe, que entiende lo que es tatoo y que respeta las leyes, que por otra persona que simplemente sabe dibujar. Ambas cosas no son lo mismo ya que una pintura no reacciona con el tiempo igual que el tatuaje. Puede sonar estúpido que uno lo diga, pero “está en la piel, es un tatuaje” porque de verdad hay formas de resolver un tatoo, fórmulas que uno debe saber y que no mucha gente maneja y que son en general bien secretas. Y esas fórmulas te las trae el estudio solamente, hay que “estar ahí” para comprenderlas y mostrar respeto porque si te van a enseñar, es porque hay tatuadores que han visto cosas que tú no. Es como círculos que se van cerrando de gente que enseña sólo ciertas cosas, a la gente apropiada, a la que está estudiando, o que realmente ama el tatuaje y no está involucrada sólo por el “show”
FA: En todo es caso es como todo. En todos lados hay gente que hace sólo las cosas por cumplir y otras que quieren llevarlo más allá. El tatoo es lo mismo, como cualquier carrera. Uno se demora mínimo cinco años estar establecido y manejar técnicas, tener tu propio estilo y luego viene un aprendizaje eterno, tu búsqueda y exploración personal, como en cualquier carrera ves. Hay mucha gente que cree que el tatoo es tan simple como lo que contábamos recién.
¿Y qué relevancia tienen los estilos? o ¿Qué les llama la atención para elegir uno u otro?
FA: Yo me baso más en el japonés tradicional, arraigado a las raíces del tatoo. Esto es porque me gustan las piezas grandes y el estilo japonés es el más armonioso para llevar al cuerpo. Está hecho para rallar cuerpos completos y eso me llamó mucho la atención aunque no podría decirte por qué me enamoré de ese estilo. Conocí a un tatuador brasileño que al ver su trabajo me hizo cambiar mucho mi estilo, luego me puse a estudiar y cada vez me enamoro más y más. El hecho de ir a Japón y ver todo eso hizo que me gustara mucho más este estilo.
¿En Japón qué cosas viste?
FA: Estuve con Horiyoshi III, que es un maestro japonés de tebori que ocupa máquinas para hacer líneas y tebori para hacer relleno.
Tebori es la forma antigua de hacer el tatuaje japonés hecho a mano con una varilla larga que va penetrando la piel.
¿Tu estilo también es el japonés antiguo?
MD: Yo tengo una variación más moderna del japonés. Es estilo oriental también, pero que ocupa las bases del japonés, es decir, trabajos grandes tomando al cuerpo completo como una piel y otros aspectos, pero la variación viene en la forma de resolver la figura, utilizando por ejemplo volumen, o hacer estudios más técnicos del dibujo.
Es un poco como lo que decía Freddy, en que tu no puedes decir que un estilo te gusta más porque tenga una u otra cosa, este simplemente te agrada y lo estudias.
¿Qué cosas o enseñanzas podrían compartir de sus viajes?
FA: Lo que he notado de afuera, es que en general existe más respeto por la gente que ha estado desde antes. En Japón ese respeto es único y sería bueno que eso pasara en Chile igual.
También existen diferencias culturales tremendas. Si pensamos que en estados unidos desde los años 40 habían locales de tatuajes y acá recién en los 80, estamos hablando de una generación a la que le falta muchísimo. Allá puedes ir a un banco y el cajero tiene un tatuaje en el cuello, pero acá en Chile eso sería imposible.
Se han sentido incómodos en Chile ¿?…
FA: Antes si, porque claro, ahora puedes ver por ejemplo con mayor frecuencia gente con sus brazos tatuados, es más normal. Antiguamente te subías a la micro te dabas cuenta que la abuelita le decía al hijo cosas. Todo depende igual de cómo tú lo veas.
En los trabajos, no sé cómo sea, pero al menos la calle ha cambiado un montón.
¿Cuál es la idea de haberse juntado los dos en este taller a trabajar?
ND: Yo llegué a lo balsa no más. (Risas)
FA: Yo creo que se juntaron los caminos porque los dos estamos en la misma parada de estudiar y vemos al tatuaje de una forma diferente.
No une el interés por aprender, se juntaron los caminos por lo eso yo creo. Los dos estamos en un plan de estudiar, y vemos el tatuaje diferente al resto.
¿Por eso mismo esto es un taller y no un estudio?
FA: Claro, en el sentido que esto no está a la vista, es mucho más privado.
Meterse en una propuesta como esta no es fácil. O sea, una persona primero tiene que tener harta fuerza, porque debes tener una propuesta muy definida para que la gente se sienta atraída y eso no es fácil, es un montón de tiempo y conocimiento. No es como si te fueses a sentar allí con una máquina y va a llegar clientela.
Al cliente lo haces tú y la gente sabe lo que tú haces y eso es lo bueno de Chile, que la gente llega a buscar más complejas y específicas. Es bueno que en Chile se pueda hacer eso y es lo que te mantiene acá: tener la libertad de ver a cada persona como un proyecto más que cliente es lo que nos ata. Por eso es que uno siempre que viaja aunque sale con las ganas de quedarse allá, es esta libertad la que te obliga a volver.
Cuál es entonces el motivo máximo de volver?
FA: Yo volví porque quería realizar piezas más grandes. Aunque no lo creas, en Chile es más accesible hacerse un tatuaje, por eso la gente puede plasmarse cosas más grandes. Es mucho más fácil.
Aparte de eso, el tema de la familia también influye.
Por el enfoque que le dan al proyecto, es posible que mañana una “chica Yingo” venga y traiga un tatuaje totalmente distinto al estilo que cultivan ustedes pero en un caso com este ¿podrían decirle que no la tatuarán?
MD: No le diríamos que no, más bien trataríamos de orientarla, le conversaríamos y explicaríamos de qué forma se puede hacer lo que ella quiere.
FA: Si trae un tribal, saldrá con una flor japonesa (risas).
MD: Es que es tan poca la gente que quiere ese tipo de cosas que tampoco te molesta, y si pasa, pasa no más. Muchas veces en ese caso no puedes hacer nada si la persona llega con la idea en mente. En ese caso tú le haces lo que quiere si es él quien finalmente va a estar con el tatuaje en la piel.
Ahora, en caso de que tengas que estar todos los días, todo el día haciendo tatuajes que no te gustan es otro tema. Igual eso si llega a ser divertido porque es como un descanso porque tatuajes así son fáciles y rápidos.
¿Cuál es la diferencia de este taller con un estudio de galería visible al público, si es que las hay?
FA: La primera diferencia es que si llega un cliente, es tú cliente, en cambio en una galería no te pertenece del todo, pues se atiende con quien le cobre más barato. Por eso siembre digo “distintos tatuadores, distinta clientela”. Ellos tienen clientes que nunca vendrían acá y nosotros al mismo tiempo nunca tatuaríamos allá.
Lo otro es que es más fácil que llegue siempre mucha gente nueva por la gran cantidad de público que anda paseándose, en cambio acá normalmente es gente que no está tatuándose por primera vez y tiene más conocimiento de lo que quiere y lo que podemos ofrecer porque generalmente admiran tu trabajo.
¿Qué cosas sienten que faltan en la escena del tatuaje nacional, más allá de que falta aún más gente a la que le guste?
FA: Creo que lo que más falta es respeto. Respeto hacia el resto, a quienes llevan más tiempo y se toman las cosas en serio así como el respeto al mismo oficio que estás llevando a cabo.
Cualquier persona que sienta respeto por esto, estudiará, se informará, manejará algo de historia y cultura en relación a su pega, y eso es lo que falta. Tu vas a una convención y verás que el nivel de la gente muchas veces ni siquiera llega al de un aprendiz y al hacer eso tampoco están respetando a los clientes. Son gente que te hace creer que se metió a esto porque sí, pues muchas veces no saben ni cómo lograr ciertos colores básicos.
Finalmente, ¿qué encontrará una persona que venga a tatuarse aquí con ustedes?
FA: Como puedes ver, estamos adquiriendo muchos libros y cuadros. La idea es que quien llegue aquí se alimente y nutra de la cultura del tatuaje.
Claro, por ejemplo es que si algún otro tatuador se acerca y tiene ganas de aprender igual que nosotros, que venga, las puertas están abiertas. Nuestra valoración se basa sólo en el asunto del respeto que antes te contaba, es lo único que valoramos.
Ahora, a nivel de clientes acá les daremos un trabajo absolutamente personalizado, algo más trabajado, con estudios previos del tatuaje. Eso más que nada pues ellos podrán ver nuestros trabajos, lo que hemos hecho que igualmente es importante.
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