Uno de los fenómenos más extravagantes que hemos visto desde que Chile comenzó a estallar, fue ver a esos grupos socialmente marginados, con una fama de “raros” o cerrados en sus subculturas, tomar posiciones protagónicas en las protestas sociales.

Fuimos testigos de cómo se configuró ese paradigma social que la sociedad tenía sobre “esos locos que se juntaban a bailar afuera del GAM”, o “los otakus que no se bañan ni salen de sus casas”.

De pronto, pasaron de no gozar muy buena fama en Internet a ser reconocidos por su antifascismo: y si ya se venían superando de antes los prejuicios que existían, esto dio un giro hacia algo mucho más interesante.

Recordemos que en diciembre del año pasado, el Gobierno mandó a hacer un informe a partir de “análisis de datos” que identificó la cultura del K-pop como una propulsora de las protestas en Chile, lo cual fue bastante gracioso para nosotros y humillante para las autoridades. Después supimos quiénes estaban detrás.

Pero, sí decían algo de verdad respecto al cambio de paradigma de los fanáticos del Kpop, quienes, por alguna razón, comenzaron a tomar roles bien protagónicos en las revueltas sociales, y por ende en las nuevas generaciones en general.

La avanzada K-pop en Estados Unidos

Las protestas en Estados Unidos por la muerte de George Floyd escalaron al punto que cuarenta ciudades decretaron toque de queda.

Una de las medidas policiales fue levantar una aplicación con la función de denunciar a violentistas por medio de material audiovisual en Dallas, Texas, uno de los estados más conservadores del país norteamericano.

Fue entonces cuando los fanáticos del pop coreano intervinieron, no con hackeos sino más bien, con spam e ingenio. Grupos kpopers difundieron la existencia de la aplicación en sus populares cuentas de Twitter, para que les enviaran vídeos de sus ídolos en masa, y así colapsar la app.

La idea consistía básicamente en enviar la mayor cantidad de fancams para entorpecer el trabajo policial. Y así ocurrió, hasta que el sistema no pudo procesar tanta información, y colapsó. Apenas duró unas horas.

Incluso salió Anonymous a elogiar el trabajo de los fanáticos del pop coreano.

Pero no sólo se encargaron de boicotear la aplicación policial. Con un modus operandis similar, de plagar con fotos, vídeos y memes sus artistas favoritos, obstaculizaron el hashtag racista #WhiteLivesMatter, el cual tenía por intención invisibilizar el movimiento #BlackLivesMatter.

Fue así cómo la tendencia llevada por sectores discriminadores, se convirtió en una galería de artistas coreanos.

Recordemos que los asiáticos también han sido históricamente víctimas de racismo en Estados Unidos y otras partes del mundo.

Actualización:

Esta tarde el #ExposeAntifa intentó armarse camino hasta convertirse en tendencia y lo logró, pero ahí apareció otra vez el escuadrón K-Pop con su coloridos videos para tapar los mensajes de odio y violencia que el mensaje original pretendía incrustar.