Lo primero es que los titulares no son siempre = a la verdad. Ayer después de una buena cantidad de horas, el Presidente de Chile, Sebastián Piñera, salió a responder a la cruel falta de respeto y humanidad con la que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, atacó no solo a la ex Presidenta Michelle Bachelet sino a todo Chile, en especial a las víctimas de la dictadura y sus familias, que son víctimas también.
No entendí bien por qué, y planteo la duda, pero todos los medios, o casi todos, salieron titulando la “enérgica” respuesta de Piñera. Esto, porque decía que “no comparto en absoluto la alusión hecha por el Presidente Bolsonaro respecto de una expresidenta de Chile y, especialmente, en un tema tan doloroso como la muerte de su padre”.
Hasta acá vamos bien- como dice el chiste- pero si uno revisa la declaración completa, notará que de los tres puntos que abordó en su escueta respuesta, dos fueron contra Bachelet (y el mundo civilizado) o a favor de Bolsonaro:
Piñera “emplazó” a Bachelet a “entregar antecedentes y evidencia” sobre sus dichos y además dijo que “toda persona tiene derecho a tener su juicio histórico sobre los gobiernos q tuvo en Chile en los 70 y 80”.
Sobre lo primero, ¿Alguien con la cabeza bien puesta sobre los hombros podría creer que una Alta Comisionada de la ONU va salir a hablar sobre “reducción de espacios democráticos y civilidad en Brasil” sin tener pruebas al respecto? ¿Con qué fin? ¿Era necesario meter en su “enérgica respuesta” al insulto del presidente brasileño, la idea de que Bachelet podría haber estado inventando lo que dijo y causó la furia de Bolsonaro?
Dos: ¿Qué clase de espécimen a estas alturas del partido todavía se refiere con ese nivel de tibieza a la dictadura militar chilena, que mató y robó a manos llenas? ¿Quién le dice gobierno a lo que hubo desde el 73 al 89 a lo ocurrido en Chile?
Todo esto hace que, claramente, ese “no comparto” sea una respuesta de una cobardía inmensa, preocupante, considerando que buena parte del mundo está dándose cuenta de lo peligroso que es Bolsonaro (desde Brasil justamente salieron las críticas más frontales a sus dichos y desde el Parlamento incluso pidieron disculpas a Bachelet y al país).
Vaya uno a saber los lazos reales entre ambos gobiernos. Se sabe que Brasil ha sido y siempre será un socio comercial extremadamente importante para Chile. Pero nada justifica el nivel de pusilanimidad de nuestro Presidente frente a la violencia psicopática de su par brasileño.