Master Of None S02 se estrenó el fin de semana por Netflix y más que repetir el chiste, Aziz Ansari se consolida como un heredero de Woody Allen (y sobrino político de Jerry Seinfeld).

por Fernando Delgado

El estreno del pasado fin de semana de la segunda temporada en Netflix, confirma unas cuantas verdades; Aziz Anzari además de oficiar como co-creador, protagonista y director, por sobre su rol de comediante, es un autor resuelto. Un heredero natural –Y multicultural e hiperconectado- de Woody Allen y sobrino de Jerry Seinfeld, que expone su universo de tierna neurosis con maestría. Un escenario contrario al de aquella película de Julia Roberts (Comer, Rezar, Amar), porque acá lo importante es comer mucho, rezar nada y amar en la medida que lo permitan los match.

Dev Shah (Anzari) vuelve a recorrer diez viñetas que configuran cada episodio con clase y elegancia. Es un retorno que reafirma la política de vida de su héroe, Dev (Esto viene libre de spoilers) vive en Italia luego de los eventos que determinaron su partida de Nueva York, el actor y ahora aspirante a cocinero de pastas vive una cómoda temporada que comienza a llegar a su fin. No sin antes homenajear con estilo a Vittorio De Sica y su “Ladrón de bicicletas” (1948). Dev y su adorable pandilla de cómplices repasan en plan de asociación libre a la cultura pop, la vida urbana y la insondable lógica de las relaciones de pareja en los tiempos de Tinder.

Porque la comedia, a pesar de lo que dictan las parrillas de Sony o Warner Channel, puede contener citas a un poema de Sylvia Plath (como en el capítulo final de la última temporada) sin mutar hacia un témpano de proporciones. Dev es cálido, expansivo a pesar de su superflua introversión, y es estando en compañía de Arnold (Eric Wareheim), Denise (Lena Waithe), y Brian (Kelvin Yu) donde se aprecia la urgencia de estos treintañeros criados por la televisión y adoctrinados en el miedo post 11-S, por compartir sus vidas con todos los que quieran participar de esa comunidad.

Es gente que –por ahora- todavía utiliza las redes sociales como una vía de comunicación alternativa. En ese sentido, Dev y su manada cuando entran a Netflix, deben mirar con escepticismo a los adolescentes dolorosos de “13 reasons why”. Esa es la carta fundamental de “Master of None”, alejarse del rol ensimismado y del hedonismo de cartón. Su coreografía aprendida es la de hablar y analizar y criticar para volver a repetir el mismo esquema las veces que sea necesario. No tanto por apego a una manía, se trata del código cultural más genuino de la generación de los de treinta y tantos. En ese sentido MON reparte corazones en Instagram y whatsappea de cerca con los fugitivos entrelazados de “Sense8”, ambos bandos generacionalmente están en la misma búsqueda, la del compartir y revelar.

Leídas las instrucciones luego de su viaje, Dev oficia de DJ mezclando los breves pero contundentes collages de amor, ansiedad y cupcakes, los mismos de una invitación para reír y sufrir con él de él. Woodyallenianamente hablando.