Si te invitan a una fiesta cuyo mensaje es “Por favor, no difundir“, sabes que quieres estar ahí.

Cuenta la leyenda que cuando se fundó Pousta, por allá en 2009, su inspiración principal para salir a Internet era The Cobra Snake, el sitio  por defecto para las sociales del carrete de noche gringo. Pretencioso o no, muchos llegamos a sapear constantemente las fotos de un incipiente Santiago hipster.

Fiestas de marcas deportivas, de copetes, fiestas en discos bacanes. Fotos de minas ricas y de locos onderos se repetían una y otra vez; nuestros cerebros sólo podían pensar “weones pasaos a caca”, un poco entre la envidia de no pertenecer (porque menores de edad, porque estudiantes de humanidades, porque gente no tan agraciada).

En cada álbum, Pousta subía fotos de personajes que hoy, cuando se encuentran en los eventos, se siguen saludando y recordando aquel mítico carrete que se mandaron hace tantos años atrás; cuando veías sus fotos, querías ser un poco como ellos, pero secretamente también querías hacértelos bolsa. Así fue como muchos de nosotros empezamos a repudiar, al mismo tiempo que seguíamos, a un sitio del que no sabíamos absolutamente nada.

Esto, hasta que nos invitaron a una fiesta auspiciada por Pousta.

Una invitación secreta siempre atrae hasta al más escéptico. En este caso, la apuesta que hicieron desde Live Your Music hizo que los convocados tuvieran más deseos de estar presentes. Aunque fuera mitad de semana, aún cuando acabábamos de finalizar el fin de semana más largo del año, la combinación del DJ set de Vicente Sanfuentes + Roman & Castro, la terraza de un restaurant y cervezas gratuitas eran la excusa perfecta para salir a festejar el primer miércoles de noviembre.

Emplazado en el histórico barrio Concha y Toro, cercano al metro República, Zully fue la sede de la fiesta que partió al aire libre, aprovechando una de las primeras noches tibias en la capital y la abundancia de botellas de Heineken bien heladas. Esto partió a eso de las 11 de la noche, y todos tuvimos una sensación inicial de que no saldríamos tan tarde. Nos equivocamos.

El set de Sanfuentes prendió la pista para los primeros valientes que, cerveza en mano, se atrevieron a convocar a quienes seguían sentados o que conversaban fuera del dancefloor. Al cabo de unos 15 minutos, pasada la medianoche, el salón principal estaba a tope. Un par de cervezas en el cuerpo y ya estábamos queriéndonos los unos a los otros.

Finalmente, y ya cuando pocos recordábamos el camino a casa, pudimos llegar a una conclusión: ¿quieres comprobar si odias a alguien? Pues pasa la mayor cantidad de tiempo con esa persona; sométete a su compañía. Cuando el día siguiente se tapizó en bebidas isotónicas y agua en exceso, la reflexión fue que del amor al odio hay un paso, o un par de pasos en la pista de baile.

POUSTA, AHORA TE AMO.

(Fotos por Pancho, texto por Pousta hater)