Tal como ocurre en la vida real con ciertos casos, hablamos de una relación corta y que nos produce un poco de vergüenza, pero recordamos con cariño gracias al atrevimiento de nuestros compatriotas por hacerse paso en un mercado consolidado y gigantesco.



Hace poco conté la historia de cuando era un joven que se sentía hippie, y los penosos intentos de llevar una vida sin preocupaciones en esta nota donde relato lo vergonzoso que significa la búsqueda de nuestra identidad durante la adolescencia.

Desde mi escritorio, odiando lo caro que cuesta un pasaje en metro y convertido en todo lo que busqué destruir, continúo haciendo memoria sobre ese periodo en que no tenía que preocuparme por cosas como pagar cuentas o enfrentarme a gente furiosa en el transporte público.

Si bien ahora las alegrías dependen de las ofertas en el supermercado, durante mi época escolar la felicidad significaba ir de fiesta durante la tarde escuchando reggaetón del bueno –dígase antiguo– con los amigos que prometimos tener para siempre (y que dejamos de ver inmediatamente después de salir del colegio) .

En ese contexto, nadie sabe con certeza cuando apareció Zaja y Mazhiel, compuesto por Gonzalo Pereira y Nicolás Zajarópulos. Ambos se conocieron en el preuniversitario y no pasó mucho tiempo para que sonaran en todos los colegios del país.

Créditos: YouTube

Realmente de un momento a otro estaban en todas partes siendo un fenómeno bastante particular. Después de todo, el reggaetón vivía una fase experimental que intentaba marcar una dirección diferente a lo que llevaban haciendo durante un tiempo.

El verano del año 2010 -época donde los grupos regatonearos chilenos proliferaron con creces- se instauró durante un periodo de tiempo muy cortito con lo que llamaríamos reaggepop.

Lo anterior representa un concepto simple: acá no había perreo duro, ni letras hipersexuales, menos producciones millonarias con helicópteros sobrevolando Miami. El reggaetón chileno no podía con ninguno de los grandes de la música, pero consiguió que descargásemos un par de canciones de Ares que escuchábamos con cierta frecuencia.

Acá la premisa era sencilla: Zaja y Mazhiel -representados por Orakulo Records- presentaban en su disco Los que menean canciones con conceptos simples como estar enamorado de la compañera de curso o irse a la playa con los amigos. Solo eso. Sus fanáticos los tildaron como visionarios por entregarle a Chile un sonido propio que los diferenciase del resto del reaggetón en América Latina, pero sus detractores los consideraban cuicos, zorrones y una ofensa con la que Daddy Yankee podría revolcarse en su tumba (si estuviese muerto, claro).

El himno de Zaja y Mazhiel y probablemente su canción más conocida es “Tu Aroma”, donde todos los intentos que hicimos para memorizar su coro a forma de trabalenguas fueron en vano.

Los símiles de Zaja y Mazhiel, Nassim y M-Why, técnicamente eran lo mismo. De hecho, hablaban sobre los mismos temas en un verano larguísimo que pareció durar más de lo normal. Ninguno de los grupos sobrevivió durante mucho tiempo por el efecto cortoplacista que producían sus letras:

“…Vámonos a Viña a tomar de una piña, después de unas cuantas ya no eres una niña, estoy de cacería soy un ave de rapiña me presento soy Nassim, el enemigo de la rutina un 7 con las minas” – Nassim y M-Why “Compañera Nueva”.

Teniendo en cuenta las letras y conceptos de las canciones de estos grupos que utilizaban sintetizadores para producirlas e internet como medio de difusión de su trabajo, diferentes tropas de escolares comenzaron a crear sus propias bandas de reggapop teniendo cierto éxito, sobre todo en regiones.

En mi caso personal, vi como amigos se juntaban para escribir y ensayar canciones mientras yo figuraba en un rincón comiendo papas fritas mirándolos con envidia y odiando mi horrible voz.

Una de las mayores proezas del reggaetón chilensis fue poder sonar durante todo un verano gracias a una estrategia publicitaria.

Los Nadiens llegaron para avergonzarnos, quedarse en nuestra cabeza y demostrarnos que la cantidad no tiene nada que ver con calidad. Prometiendo ser el hit durante enero y febrero del 2010, este grupo ficticio creado por una compañía móvil logró recopilar más de un millón de reproducciones gracias a su coreografía sonsa convirtiéndose en el equivalente del Gangnam Style chileno.

Pero el éxito duró muy poco.

Por lo menos hasta el 27 de febrero de ese año, cuando el terremoto que azotó la zona centro y sur de Chile hizo que nos reconectáramos con la realidad de golpe. Ahí fue cuando se terminó el verano y la actitud relajada que promovían artistas como Zaja y Mazhiel.

Nuestro país estaba triste, nadie podía creer la magnitud de los hechos y Chile necesitaba un himno para hacernos creer en que podíamos ser resilientes pese a las circunstancias. Finalmente, la canción que llegó para satisfacer esa necesidad fue “Arriba la vida” del grupo Croni-k.

La canción hiper optimista sonó sin parar durante un año completo. Primero, para dar unidad durante la construcción del país después del terremoto; después, durante el rescate de los 33 mineros, y finalmente, fue incluida en la Cápsula Bicentenario para su preservación histórica.

Tal como leyeron: cuando los chilenos del futuro abran la cápsula enterrada en la Plaza de Armas de Santiago, la primera canción que escucharán el año 2110 será esta:

https://www.youtube.com/watch?v=IzUBNSgY02Q

En fin. Pasó poco tiempo para que todo volviese a la normalidad: el reggaetón puertorriqueño se tomó las pistas de forma unánime, los estudiantes las calles, la publicidad finalmente se dio cuenta que estamos cansados de los zorrones y lo novedoso decantó en nostalgia. Y es que han pasado casi 9 años desde que “Tu aroma” se reproducía sin parar en todas las salas de clase, aunque cueste creerlo.

El dúo de Zaja y Mazhiel se separó el 2011, pero nadie se dio cuenta, y cuando se reunieron por última vez cual Blink-182 el año pasado, tampoco a mucha gente le importó.

Y es que nuestra relación con el reggaetón tal como lo conocemos es tan fiel que ni siquiera el producto nacional puede hacerle un contrapeso significativo, no por nada Daddy Yankee es el artista más escuchado en la historia de Chile -si no me creen pueden leerlo acá- y si bien se valoran los duetos con letras inocentes y pistas editadas a más no poder en Fruity Loops, Chile dijo gracias pero no gracias.