El último catastro, publicado el 2012, arrojó que son 12 mil las personas sin casa en Chile. Si actualmente el Estado ni siquiera sabe cuántos son ¿Cómo puede ayudarlos a recuperar sus derechos?
Ayer Patricia Maldonado se disfrazó de indigente para experimentar en primera persona la experiencia de vivir –tres horas- en la calle pidiendo dinero en un semáforo.
La estrategia funcionó: el segmento salió replicado por todo Internet y Mucho Gusto logró repuntar en audiencia frente a Bienvenidos de Canal 13, que hace algunos meses lo estaba destronando del sitial de líder indiscutido de la mañana televisiva. Por ende, ellos ganaron, mientras la realidad de las personas en situación de calle seguirá exactamente igual de fría y húmeda.
Aunque pudo ser una idea que quizá hasta tenía la intención de crear conciencia respecto de ellas, no son pocos los que creen que es bien inmoral lucrar y hacer show/televisión/experimentos sociales con un tema tan sensible.
Cerca de 12 mil personas en Chile deben conformarse con vivir a la intemperie comiendo y vistiendo nuestras sobras, o por lo menos así lo señala el último catastro del Ministerio del Desarrollo Social, elaborado el año 2011.
Sin embargo, las cifras no han sido actualizadas, esto debido a cambios en la metodología de seguimiento a las personas que viven en indigencia, según señalan desde la oficina del Ministerio del Desarrollo Social. Un nuevo estudio comenzó el año pasado con un corte más transversal respecto a la trayectoria de estas personas, pero no existe todavía un resultado que nos permita saber cuántos realmente viven en indigencia.
Patricio Fernández, encargado del plan de invierno durante este año, reafirma que “no existe una cifra concreta respecto a las personas que viven en esta situación porque lo estudios no han concluido” eso sí, señala que en regiones como la de Magallanes ya está en marcha el plan de contingencia.
Este plan en palabras de Fernández se divide en dos: aquel que protege a las personas de las condiciones climáticas del invierno, habilitando albergues y entregando alimentación además de útiles de aseo, y otra para insertar a la población en la sociedad llamado Centro para la Superación.
Dentro de esta última medida existe un programa piloto para asistencia mental –prioridad para superar la indigencia- pero nuevamente se trata de una idea y no una medida concreta.
El segundo catastro realizado por el Ministerio tiene como prioridad generar medidas de reinserción social enfocadas en la salud de forma urgente porque la indigencia según estima el reporte “configura un escenario que posibilita el deterioro físico y mental de las personas, que se va agudizando conforme transcurre el tiempo viviendo en estas circunstancias”.
Pero tampoco es posible tener un porcentaje respecto a los individuos que necesitan ayuda psiquiátrica, porque dentro de la encuesta realizada el año 2011, existe tan solo una pregunta respecto este tópico.
Por el lado positivo, este año en el Censo abreviado se incluyó a las personas indigentes. En la oportunidad el ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza, declaró que “como país constábamos con catastros que nos daban una estadística cada cinco años del número de personas en situación de calle y algunos datos específicos, sin embargo no se había hecho una lectura más precisa que nos permita caracterizar el origen de por qué y cómo viven estas personas en la calle. Eso refleja uno de las orientaciones principales de nuestro gobierno que es trabajar para generar oportunidades en las personas e inclusión social”.
Sin embargo, y no es por tirarle pelos a la sopa, pero también dijo que el hecho era “más bien simbólico”
Queda entonces esperar que los resultados del Censo contribuyan a elaborar políticas de Estado que vayan direccionadas a enfrentar el origen del problema, y formas de ayudar efectivamente a las personas que viven privadas de dos de los derechos básicos del ser humano, techo y a salud (dos ítemes que en Chile están más ligadas al poder adquisitivo). Si no es así, seguiremos acordándonos de estas personas solamente en invierno cuando su precariedad se vuelve todavía más cruda, o cuando la televisión decide hacer experimentos sociales por rating.