Sacarse el preservativo sin consentimiento durante el sexo ha sido desde hace un tiempo considerado como violación en varias partes del mundo, y recientemente el Estado de California lo declaró una práctica ilegal. Pero, ¿cómo reacciona una persona agredida de esta forma, ante una situación que se normalizó durante tanto tiempo?  ¿Qué pasa en Chile en el ámbito legal? 

Ivana (29), enfermera, estaba viendo un capítulo de la serie británica I may destroy you, y no pudo seguir. Una de sus escenas la sensibilizó tanto que empezó a llorar descontroladamente y recordó algo horrible:  “Salí con un chico de Tinder porque la verdad es que después de una época de mucha sequía, necesitaba tener sexo. De un bar fuimos a mi casa y empezamos a agarrar. ´¿Tú tomas pastillas?´, me preguntó, pero le dije que a pesar de hacerlo, no estaba ni ahí con tirar sin protección, menos con un desconocido”, cuenta. 

Cuando empezaron a tener sexo, ella dice que vio cómo él se puso el condón y se despreocupó de la situación. “Cuando lo estábamos haciendo yo estaba de espaldas y sentí algo diferente, sin embargo, seguimos. Pero cuando estábamos de frente, tuve como una sensación de inseguridad muy rara. Él, justo antes de irse, rápidamente eyaculó afuera. No vi en qué momento se sacó el condón. Nunca me dijo tampoco. Inmediatamente lo increpé y le dije que qué había pasado con el preservativo, y él me respondió textual que: ‘no había cachado’ cuando se le salió el condón”, recuerda. 

Esta agresión sexual, que por mucho tiempo fue normalizada, hoy se conoce como Stealthing, cuando el hombre, sin consentimiento de la contraparte, se saca el condón durante el acto sexual. 

A comienzos de este año, los jueces del Tribunal Superior de Schleswig- Holstein en Alemania marcaron un precedente en material de legislación sobre abuso sexual en el mundo: dictaminaron que si un hombre se quita el condón a escondidas de su pareja sexual durante el acto y sin el consentimiento de la contraparte, sería consideradro un ataque sexual. Y hace unas semanas el Estado de California declaró que el Stealthing será considerado ilegal.

Cristina García, miembro de la Asamblea Estatal de California y autora del proyecto, señaló que con esta nueva legislación “queríamos asegurarnos de que no solo sea inmoral, sino ilegal”. De hecho, en 2017 y 2018 presentó la versión original de este proyecto, que consideraba el stealthing como delito permitiendo a la fiscalía perseguir a los victimarios y condenarlos a penas de cárcel.

Sin embargo, la Ley no permite que las víctimas presenten cargos penales contra sus agresores, ya que sólo se considera demandarlos por daños. Aunque aún falta para tipificar esta agresión sexual como un delito, California se convirtió en el primer estado norteamericano en prohibir esta práctica. ¿Qué pasa en Chile?

Nada: “Nosotros estamos lejos de llegar a algún tipo de tipificación en el Código Penal sobre esta práctica, en Chile la violación es restringda a ciertas circunstancias: solamente cuando es mayor de 14 años, fuerza o intimidacion, incapacidad para poner resistencia física, y la víctima debe demostrar que hizo todo lo posible para demostrar que no fuese violada, pero iniciar la práctica sexual y sacarse el condón bajo engaño o sin conocimiento de la víctima, no quedaría amparada en delito de violación”, nos responde Javiera Canales, abogada y directora ejecutiva de Miles Chile.

Ivana cuenta que intentó hablar con el hombre con el que se acostó: “me dijo que me tranquilizara, que él no tenía infecciones, y que además yo tomaba pastillas, que no era necesario hacer un ‘show’. Yo sentí mucha pena y en ese momento no supe verbalizar que me había sentido pasada a llevar.  Fingí que estaba todo bien, y lo dejé pasar. No volvimos a hablar. Y cuando, tiempo después, tuve la valentía de comentarlo con mis amigas, a un par les había pasado algo parecido. Por meses me eché la culpa: “eso me pasa por haberme metido a Tinder”, “¿Cómo no me iba a pasar si ni siquiera lo conocía?”,  me repetía que quizá sí, le estaba poniendo color, que en la tele uno ve que las personas a veces lo hacen sin protección y ya, pero me costó mucho entender que me había sentido pasada a llevar”, dice.

Pero no sólo le pasa a las mujeres. Camilo, informático de 26 años, también fue víctima de Stealthing:  “Yo soy una persona que se ha cuidado mucho en estos temas. En mi familia hay personas que viven con VIH y siempre fue un fantasma con el que me asustaban los adultos cuando yo era niño y sobre todo más cuando les dije que yo era gay. Por eso, el sexo sin condón para mí no es opción y pocas veces he practicado sexo casual . Porque todavía, a pesar del tiempo, me resuenan en la memoria todos esos discursos que más enfocados en la salud y la prevención, van hacia el castigo moral”, cuenta.

Pero la cosa fue así: en enero del 2019, pre pandemia, empezó a salir con un chico, y después de un par de citas, intentaron tener relaciones sexuales, pero no funcionó, porque el hombre no podía mantener una erección. “Lo primero que me dijo es que estaba nervioso y después me contó que su problema era el uso del condón. Lo recuerdo así : ‘no se me para por el condón’, me dijo. Yo le respondí que entendía, pero que igual hacerlo sin protección no me acomodaba. Que era algo que me generaba ansiedad”, recuerda. 

“Un día, después de una fiesta, lo intentamos de nuevo. Estábamos a punto de tener relaciones sexuales y volvió a decirme que le costaba usar condón. Lo escuché quejarse un par de veces, hasta que me penetró. Yo estaba feliz de que en el ámbito sexual estábamos funcionando al fin, porque hasta ahora había sido un problema. Y en medio de la situación él me preguntó: ‘¿Prefieres que me vaya afuera? Lo digo por el condón, porque puede ser incómodo’. Yo, honestamente no entendía lo que quería decir, pero le dije que no, que siguiéramos. Pensé que él estaba preocupado por mí, porque sabía que me daba ansiedad el tema, pero no”, cuenta Camilo. 

El hombre se había sacado el condón, sin preguntárselo, y además eyaculó. “Se me congeló el cuerpo y sentí náuseas, tenía muchísimo miedo pero no dije nada. Ni esa noche, ni las que vinieron. Me costó dormir y tenía la cabeza a mil, pensando en diez mil cosas. Fueron semanas donde no estuve tranquilo y donde me sentía culpable por sentirme mal, y también culpable por no decirle cómo me sentía. Era una espiral muy doloroso”

“Hemos llegado tarde como Estado y sociedad, las feministas y las feministas abogadas han desarrollado históricamente cuál es la mejor forma para evitar que ocurran delitos sexuales así y es la educación sexual integral: hay que educar a los hombres para que dejen de violar y que dejen de avalar esta cultura o se eduquen a través del porno”, explica la experta de Miles como la opción que nos queda para ponernos al día.